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Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs

Sin noticias

Una mujer se hace un selfi mientras recibe la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca

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Nunca seremos tan felices como los tontos, pero trataremos de serlo a nuestra manera

Madame du Deffand

Una buena noticia no es noticia. Hallar buenas noticias parece imposible en estos tiempos, pero más difícil es buscar a Marta Sánchez por Barcelona cuando están a punto de celebrarse unas olimpiadas, sobre todo si eres a la vez un extraterrestre y el Conde-Duque de Olivares. Todo es posible cuando buscas a Gurb. “Good news, no news” decían. En la Facultad nos hablaron del proyecto de diario nacido para contar sólo buenas nuevas que se hundió inexorablemente. La vida. Cosas de lo humano. Y, sin embargo, hay días, momentos, rachas, en las que excepto que uno se empeñe hay que sacar de uno al periodista sin olfato, al que no es capaz de detectar en el ambiente una catástrofe que venderles, y decir que las buenas noticias llaman al fin a la puerta. Le disguste a quien le disguste.

A mí me gusta. Vamos como un tiro vacunando. Estamos ya entre los primeros países del mundo en ritmo de vacunación. Tenía que pasar en cuanto llegaran dosis suficientes, porque la mezcla de una sanidad pública entrenada y de un pueblo mayoritariamente partidario de la inmunización de todo tipo, tenía que sumar. Vamos por delante de Alemania, de Italia, de Francia. Vamos muy bien. Hemos subsanado los defectos iniciales. Acabamos con los jetas y los corruptos que ya no asoman. Futbolistas aparte, se está respetando el principio de igualdad y los ricos y los poderosos hacen fila como cualquiera en los centros de vacunación. No como en Alemania, que tienen en marcha un escándalo tremendo porque al pasar a la medicina privada parte del esfuerzo se han encontrado con pagos de, por ejemplo, un hotel de lujo italiano que logró vacunar a todos sus empleados en un centro alemán. Vamos. Muy lejos de la catástrofe que se pintó al no renovar el estado de alarma. Avanzamos. A toda mecha.

Ahora sí se acerca la verdadera vuelta a la normalidad. Las nuevas mutaciones están cubiertas por la respuesta inmune de las vacunas, las mascarillas impuestas al aire libre caerán, la gente vacunada va/vamos por la calle con una sonrisa en los ojos y con un aire liviano y esperanzado que contagia. Están a punto de entrar en juego los treintañeros. Vamos.

Para sacar la cabeza de esta pesadilla mundial, llegan los fondos europeos. Los 69.700 millones han sido aprobados por Bruselas y 9.000 millones llegarán ya en un par de semanas. Ahora se trata de construir y deberíamos hacerlo juntos. No vamos a tener en cuenta a los partidos que han pretendido obstaculizar esta palanca para el futuro de su país sólo por hacer oposición y sacar réditos. Es demasiado rastrero. Los fondos están y querrán enfoscarlos, minimizarlos, cuestionarlos o condicionarlos pero la mirada debe estar en lo que juntos vamos a ser capaces de hacer con ellos para poner los cimientos de un país que sea capaz de afrontar su futuro. A algunos les molesta mirar a 2030 o a 2050, pero las miradas cortas no nos sirven y se demuestran más equivocadas en ocasiones que las que apuntan hacia adelante. A fin de cuentas a principios de mayo nos estaban diciendo que el Gobierno estaba muerto y que era inminente su caída. Ya ven.

Biden y Putin se han tomado una ginebra con deshielo. Buenas noticias. Van a devolverse los embajadores que se habían levantado. Bruselas le puso claras las cosas a Marruecos y Estados Unidos les desmontó la fábula de las maniobras en el Sahara Occidental y su apoyo resuelto en un conflicto que Biden sabe que está por resolver aún. Buenas noticias.

El G7 se ha atrevido a decirles a los magnates de las tecnológicas GAFA que aún mandan los estados y que ellos también están concernidos por las obligaciones que de ello se derivan. No sólo es una gran noticia por el incremento de la recaudación y por la fiscalidad común sino porque es el primer gran desmarque internacional de la intención de las grandes empresas mundiales de imponer su propias normas.

Entiendo que muchos no lo vean pero también es esperanzador que vaya a haber una reconducción de las relaciones entre el Gobierno central y el catalán y que los indultos vayan a servir para propiciar un diálogo que nunca se debió abandonar. La confrontación y el ‘a por ellos’, las querellas y la cárcel son una panoplia de propuestas que no constituyen solución alguna. Estoy convencida de que muchos que ahora no lo entienden –y hasta los empresarios catalanes lo tienen claro– terminaran de ver, a la luz de la realidad, lo que se pretende con este paso.

La Justicia sigue a su trantrán y vamos viendo cómo los corruptos van desfilando aunque no sea al ritmo ni en el momento que muchos desean. Los amaños y torticeras utilizaciones de la estructura del Estado para ponerle zancadillas a la Justicia por parte del PP van quedando al descubierto. Por otra parte, los que se meten en charcos acaban salpicados.

Hay más. El Gobierno, bien que a trancas y barrancas, parece que va a tomar cartas en el desmadre del precio de la luz y va a suspender los impuestos que lleva adheridos para controlar la subida. Los alquileres en las zonas de mayor tensión de precios se verán frenados.

Que seguro que todo es muy negro y que España está al borde del abismo según a quien oigan y a quien lean. Que es harto posible que haya incluso quien hoy lleve una portada llena de desgracias reales o fingidas. Yo, sin embargo, me siento ligera y con una brisa de esperanza y ganas de futuro soplando de través.

No hay noticias, ya les digo, pero yo se las tenía que escribir.

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