El Supremo-Europa arranca el lunes
“No podemos dejar de desesperarnos cuando vemos que se abusa de la Justicia (...)¿Qué podemos hacer si se mancilla la única bandera a la que seguimos admirando, y precisamente son los propios abanderados los que la mancillan?”
Jakob Wassermann. El caso Maurizius
Hubo muchos que suspiraron satisfechos cuando el viernes la Mesa del Congreso acordó “declarar automáticamente suspendidos” a los diputados catalanes en prisión. Les aseguro que otros cuantos se frotaron las manos. Pareciera que el asunto quedó finalmente resuelto, y con tablas pre-electorales, es decir, dejando decir a las derechas que se ha hecho lo que se debía a la par que iniciaban una campaña injusta y prematura contra Batet y permitiendo al PSOE soslayar los fantasmas de una pretendida connivencia con los 'indepes', que era letal antes de la votación. Todos contentos, me dirán. No. Los fines sólo son loables en función de los medios que se utilizan para conseguirlos. Por eso cuando no es que se interprete la ley para mejor conocer su esencia sino que se interpreta para conseguir un fin, las cosas no suelen quedarse en paz.
El resumen de lo sucedido no aporta mucha tranquilidad ni jurídica ni democrática. Simplificando resulta que el Tribunal Supremo en un auto interpretó el alcance de un artículo del reglamento del Congreso y la Mesa del Congreso acabó aplicando una ley procesal. Aún recuerdo cuando lo lógico era que los legisladores hicieran las leyes y los tribunales las aplicaran. Lo sucedido el viernes no deja de ser un estrambote. El Tribunal Supremo no quiso utilizar el artículo 384 bis y así lo ha demostrado no sólo en su auto, sino también ninguneando a la Fiscalía del propio Supremo, que le pidió que lo aplicara y a cuya demanda ni siquiera contestaron. Marchena y su Tribunal no querían usarlo. Quizá porque tengan claro que es muy discutible su aplicación y que tal cosa quedará muy clara en cuanto se adjunten las actas del debate parlamentario sobre la implementación de este llamado “artículo Yoldi” porque ahí el Tribunal Constitucional o Estrasburgo verán perfectamente que ese “terroristas o rebeldes” se refiere a “terroristas o en rebeldía”. No, el Supremo no quería ni tocar con un palo ese artículo.
Héteme aquí que los letrados del Congreso nos informaron de que no cabe, en efecto, aplicar su reglamento sin suplicatorio, contradiciendo totalmente a Marchena, y que, por tanto, lo mejor era aplicar el dichoso 384 bis. ¿Curioso, no? Tan curioso que la Mesa del Congreso acabó votando para aplicar “automáticamente” una ley procesal. Ni es tarea del Congreso aplicar las leyes procesales, ni entra en ninguna lógica que si una ley se aplica automáticamente, se pueda votar esta aplicación. Esto fue lo que sucedió. Es decir, la irremisibilidad de la ley podía ser aplicada o no en función de las mayorías de un órgano del Congreso. No hay votación del Parlamento que no sea una votación política. Alguien debería explicarme cómo puede ser que se aplique o no una norma procesal según lo consideren los representantes políticos. Esto es algo que parece no preocuparle a nadie pero que, tras el recurso al TC, no sabemos cómo interpretará Estrasburgo. Raro es raro. Por cierto, que si la postura de Marchena hubiera sido la triunfante, que no lo ha sido, el recurso hubiera sido otro y se hubiera sustanciado en la Sala Tercera del propio Tribunal Supremo. Eso para que veamos que los medios cambian muchas cosas y que son tan o más importantes que los fines, al menos en términos de legitimidad.
Decía que muchos creen que con esto se pasó página y parecen no darse cuenta de la caja de Pandora que se abrirá el lunes. No una sino dos cajas de Pandora. Al tiempo. Cuento para ello con la presunción de que tanto Junqueras como Puigdemont resultarán hoy elegidos europarlamentarios, como apuntan todas las encuestas. A fin de cuentas, a Puigdemont le hizo una magnífica campaña la Junta Electoral Central con su ilegítima anulación de candidatura y a Junqueras también le acaban de dar un espaldarazo fenomenal. Sobre esta cuestión, me parece que hay también demasiada mente cortoplacista que no ha mirado con ojo jurídicamente neutro lo que sucederá a partir del lunes. Son dos casos completamente distintos y, aunque no soy amiga de apostar, casi les diría que hay muchas más posibilidades de que acabe sentado en la sesión de apertura del Europarlamento en junio Puigdemont que de que no y también que la situación de Junqueras le va a producir enormes dolores de cabeza al Tribunal Supremo, jugando en un campo en el que no cuentan ni los sentires ni las razones de Estado ni los juegos políticos de la meseta.
Por lógica, si al preso preventivo Junqueras se le dejó realizar los actos necesarios para ser diputado, colegiremos que el tribunal deberá dejarle hacer lo propio para ser europarlamentario. El mismo derecho tiene, aunque deberá renunciar a lo primero antes de optar a lo segundo. Seguro que tienen pensado sacarlo a jurar la Constitución y llevarlo de vuelta a Soto. La cuestión es que el procedimiento del Europarlamento no es igual que el español y hay alguna gestión que se debe hacer en Bruselas personalmente, más allá de la cacareada jura de la Constitución en Madrid. ¿Van a dejar a Junqueras ir a Bruselas? ¿Le van a dar la libertad? Porque la Guardia Civil no lo puede llevar esposado hasta el Parlamento Europeo. ¿Va Marchena a enviar una cartita al Parlamento Europeo con un auto como ha hecho aquí? Ni siquiera podría.
Por contra, Puigdemont está en Bélgica así que sí que podrá hacer todo lo necesario excepto jurar en Madrid. Así las cosas, ¿alguien cree que el expresident no tiene previsto invocar sus derechos y que tiene claro ante qué instancias? ¿Están todos seguros de que un informe de los letrados que se ha hecho público será todo el impedimento que debe volverse insalvable?¿Alguien cree que tras un no del Europarlamento no hay recurso posible? A ver si va a pasar como con la euroorden. De momento hay una cosa clara, si parte de la estrategia independentista era convertir su situación en una cuestión internacional, esa parte ya está cumplida. A partir del lunes, los quebraderos de cabeza no se podrán solucionar en Madrid ni habrá afinadores ni una opinión pública dispuesta a aplaudir cualquier cosa contra los malvados independentistas. Esa primera parte del partido ya estará ganada por ellos. Las incomodidades, los debates jurídicos y las cuestiones van a ser, tras estas elecciones de hoy, europeas y acabarán siendo sustanciadas en tribunales supranacionales. Y eso va a llegar mucho antes que Estrasburgo.
Así que no, no hay lugar para el suspiro de alivio, ni servirá agitar el patriotismo y el orgullo español para que todo quede resuelto. Yo no puedo asegurar el triunfo de las tesis de los candidatos independentistas, pero sí niego que todo vaya a ser tan plácido como afirman otros. Al tiempo.