Tiempo de rebajas
Leo en uno de los principales periódicos de nuestro país que “el gran problema de la democracia española es el número creciente de enemigos del sistema que operan dentro del sistema”. Al punto de hacer que los partidos de toda la vida de dios hayan de “gobernar con el enemigo”. Es una pista, personalmente creo que hemos entrado en período de rebajas.
Las tiendas gustan mucho en España. Comprar e ir de liquidaciones. Anoche en televisión una señora pidió en una encuesta que abrieran de una vez los comercios: “no podemos vivir así”, concluyó. Un estudio especial del CIS en noviembre lo avisaba: a un 83% de los españoles lo más les preocupaba (de las consecuencias de la pandemia de la Covid-19) era “ver las calles y los comercios vacíos o casi vacíos”. Y mira por dónde, algunos valores fundamentales están en oferta con importantes descuentos. Habrá que anunciarlos debidamente por si a alguien le interesan.
Tenemos al rey senior viviendo en Abu Dabi. Desde allí Juan Carlos I ha ordenado pagar más de cuatro millones de euros al fisco español en una segunda regularización. Es el equivalente a 20 años de su salario oficial. Y corresponden a uno de los regalos que ha venido recibiendo el monarca: 8 millones de euros en viajes. Un genio de las finanzas. Vino a España con 10 años y los bolsillos vacíos, al punto de no poder salir los fines de semana del internado, y se hizo con una inmensa y secreta fortuna.
La noticia de este viernes todavía coincide con la defensa cerrada que su hijo y sucesor, Felipe VI, acaba de hacer de la actuación de su padre y antecesor el 23F. Eso que los españoles no podemos conocer en detalle 40 años después.
La jefatura de Estado de un país se ve con el cartel de “rebajas” en estas condiciones. Es importante rotular las cosas. En tiempos de tuits y titulares, los consumidores precisan frases lapidarias que llamen su atención: “Se confirma: Podemos se ha convertido en una versión extendida de Izquierda Unida”, pongamos por caso. La misma que les comentaba al principio: “Gobernando con el enemigo”.
El periodismo for sale -en su más amplia concepción del término- anda pidiendo clics con titulares que exciten la curiosidad del usuario: “lo que le dijo fulano a mengano” en los programas dedicados exclusivamente a eso. A ver si, según sean los contendientes que de inmediato se ofertan en pantalla partida, la audiencia pica. Se copian formatos. Una cadena tras otra con el mismo concurso, la misma fórmula de coaches -o sea, entrenadores-, los mismos gestos, los mismos trucos. Muera la imaginación. Los informativos de los medios generalistas compartiendo agenda que copia de lo escrito y todos amplificándose unos a otros dentro de un círculo casi endogámico.
La última moda son los “recados”. Llegan tras los “repasos” y “zascas”. Todos los días hay “recados” de un presentador de televisión o de un político, generalmente al mismo destinatario. Hoy le tocaba al ex presidente Felipe González. Hay que ver lo tranquila que vive en ese aspecto Isabel Díaz-Ayuso, por ejemplo, en su imparable tarea de destrozar la sanidad madrileña. Pero si no recibe “recados” de los importantes, no entra en esa almoneda. Aunque algo tan vital como la salud de los ciudadanos esté en rebajas, literalmente vital y “en venta”.
¿Y los acuerdos políticos? Acaba de salir la remesa de acuerdos enquistados. Se ha cerrado el del Consejo de RTVE con el reparto partidista habitual y, a pesar de sus engrudos, sin que el pack incluyera el del CGPJ. El PP mete a dos denostados profesionales de TVE y veta a dos jueces progresistas propuestos por Unidas Podemos. Por ejemplo, no son los únicos tropezones difíciles de tragar en el Consejo. Se puede volver a recurrir al Senado para equivocarse y rectificar al gusto. Plantas en rebajas, pues.
El precariado laboral asiste a una de las más drásticas liquidaciones. Y si lo piensan, es consecuencia lógica de varias derivas en las que no son menores las dejaciones políticas y periodísticas. No solo: la paralización mundial de la actividad económica está operando cambios en el mercado del trabajo. Suben con fuerza las tecnológicas, las farmacéuticas, los videojuegos –aunque aquí con la explotación de los trabajadores en algunos casos-, pero ha surgido lo que es casi un inframundo laboral.
Un empleo nuevo es el de hacer cola para otros: en tiendas, restaurantes o eventos, a partir de 9 euros la hora. IKEA trae a España su propio Glovo: peones que montan un sofá por 13 euros y esas personas que sustituyen al comprador en las largas filas por 10. Hay unas cuantas aplicaciones más que surten hasta de trabajos creativos a granel. Suelen venir con el rótulo: “democratización”. De hacer colas, de pergeñar logos.
Fiverr es una plataforma para autónomos –dice- y freelance que ofertan sus servicios. De todo. Programación, diseñadores, “expertos de alto nivel”. Incluye la locución por ejemplo. Aquel trabajo especializado, de los mejor pagados, pasa a devaluarse en varias webs a precios irrisorios, al nivel de hacer colas. La oferta tiene previsto lo que se busca al detalle: ¿Una voz femenina o masculina? ¿En qué idioma lo necesitas? ¿Cuál será la difusión del proyecto? ¿Cuál será su duración aproximadamente? ¿Quieres una voz aniñada o prefieres fuerte?
¿Y ese surtido de famosos añejos negacionistas de las vacunas, del virus, de la inteligencia?
Lo que ha entrado en rebaja notable es la democracia. Con mucho fraude en las etiquetas. Nos venden fascistas por constitucionalistas, diputados por agitadores, periodistas o tertulianos por comerciales de pianos sin teclas. Acuerdos por cesiones insoportables. Machismo por letra de cambio lícita. Democracia plena por ordeno y mando y por qué no te callas. Verán, en tiempos como los actuales, la democracia y cuanto conlleva se defiende con rotundidad o no sirve para nada. No valen las rebajas y las componendas. El mal menor no entra cuando está en peligro, hay que tomarla entera, sin degradar. Leo en La Vanguardia la defensa radical de una de las cabezas más portentosas de la historia, la de Albert Einstein, quien llegó a renunciar a la nacionalidad alemana por la llegada al poder de Adolfo Hitler. Su alegato antinazi, antifascista, aspiraba a que un día se recordara a los que “defendieron con éxito aquello que nos ha aportado todos los avances en el conocimiento y la invención: la libertad del individuo, sin la cual ningún ser humano que se precie encuentra la vida digna de ser vivida”.
La democracia, como la justicia y el amor, como la vida, no admiten rebajas, ni descuentos.
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