El largo y tortuoso camino que le espera al PP
El PP se enfrenta a la mayor crisis que haya podido padecer desde su fundación, el 20 de enero de 1989. El futuro del partido, que ha liderado la derecha española durante más de 30 años, dependerá de cómo pueda y cómo sepa desenvolverse en los próximos meses. Se avecina una tormenta larga e intensa.
Los sucesivos juicios que se irán encadenando, en relación a la corrupción sistémica que parece que ha formado parte de su existencia desde hace años, van a tener lugar mientras diferentes acontecimientos políticos se irán sucediendo. De momento, el próximo domingo se enfrenta a la amenaza de que Vox pueda superar a los populares en la trascendental convocatoria electoral catalana. A la vez, la figura amenazante de Luis Bárcenas sobrevuela en círculos sobre la sede de Génova.
La comunicación política en la hoja de ruta
Al tratarse de procedimientos judiciales, una de las mayores incertidumbres es la de no saber qué sentencias civiles y penales pueden concluirse, ni a qué personas o instituciones pueden afectar. Es imposible por tanto determinar hoy las responsabilidades políticas que puedan derivarse. En cualquier caso, nada bueno puede sacar el PP de lo que tiene por delante. Su reto es el de intentar que le afecte lo menos posible a su futuro. Hay quienes opinan, incluso dentro de la propia formación, que podemos vivir el final de su existencia, una obligada reconversión bajo otras siglas o su absorción por parte de Vox en caso de debacle.
La comunicación va a ocupar un papel de especial relevancia en los próximos meses dentro de la actividad política de Pablo Casado y su equipo, dirigido por Teodoro García Egea. Semana a semana tendrán que plantear diferentes movimientos estratégicos para hacer frente a cada nueva incidencia que vaya surgiendo. Estos últimos días, coincidiendo con el final de la campaña electoral en Cataluña, hemos asistido a giros de comunicación históricos como la declaración de Casado contra la actuación de Mariano Rajoy el 1 de octubre de 2017.
Una crisis de gran calado
Con el fin de analizar el fenómeno, hemos pedido opinión a dos especialistas en comunicación política que conocen muy de cerca el funcionamiento del PP. Jordi Rodríguez Virgili, profesor de comunicación política en la Universidad de Navarra, mantiene que “no es solo una crisis de imagen, es una crisis más a fondo. Supone un desgaste muy sensible en la reputación del PP. Esto no es nuevo, en gran parte está amortizado, pero dificulta y pone un palo en la rueda a ese nuevo PP regenerado desde dentro que quiere construir Pablo Casado”.
Además, es evidente que el PP va a contar con poco apoyo más allá de su habitual entorno mediático. Enrique Cocero, consultor y CEO de 7-50 Strategy, considera que es “una crisis importante porque la corrupción es una losa que es muy difícil quitarse de encima. PSOE y Podemos, desde un altavoz como es el Gobierno, pueden amplificar mucho la crítica. A todo lo que se enfrenta el PP de Casado tiene un riesgo grande”.
Definir las responsabilidades políticas
La cuestión final, desde la perspectiva política, es la imposibilidad de determinar las responsabilidades que debe asumir la actual dirección del partido. Para Rodríguez Virgili, “en realidad, ya se han depurado responsabilidades políticas, porque no hay que olvidar que la moción de censura de Pedro Sánchez salió adelante por este motivo que se va a juzgar ahora. Políticamente, les ha costado el Gobierno, ¿qué más les puede costar?”. Ese es el problema, que pueda llegar a correr peligro incluso la propia subsistencia del partido.
No es fácil juzgar la labor de comunicación que están desempeñando los portavoces populares en esta fase. Han recibido todo tipo de críticas, aunque hay voces como la de Rodríguez Virgili que cree que “Maroto y el propio Casado están dando la cara, no están rehuyendo las explicaciones. Esto lo están haciendo bien, pero gestionar estas crisis de corrupción dentro de los partidos es muy complicado”.
Por contra, hay extendidas opiniones que mantienen que el PP se equivoca en no ofrecer un discurso más firme para desvincularse de todo lo ocurrido. Según Enrique Cocero, “el argumentario de somos otro PP o el de atacar al PSOE con los ERE no creo que sean las líneas de defensa más efectivas. Es necesario desligarse, pero deberían ser más agresivos e ir a por Bárcenas. Decir que no tiene nada y que lo único que hace es intentar salvarse. Tirar por ese argumento”.
Fijar el destino del viaje
Uno de los consejos prácticos claves que pueden darse en el mundo de la comunicación política es el de entender que se trata de una actividad que debe tener una trayectoria continua. Todo plan de comunicación debe tener un destino final y luego debe intentar solventar las incidencias que puedan surgir en el camino. El mayor error que puede cometerse es el no saber cuál es el punto de llegada. La consecuencia suele ser la pérdida de rumbo permanente y la incapacidad de determinar cómo se debe reaccionar ante cada acontecimiento que pueda surgir.
En este caso, da la sensación de que la actual dirección del PP no tiene claro cuál puede ser realmente el final de este accidentado viaje. Cabe suponer que debería ser el de su subsistencia como partido y, a la vez, no perder su electorado en el camino. De ser así, el PP debería empezar a considerar los diferentes escenarios por los que va a tener que desenvolverse. Por ejemplo, qué hacer ante una severa condena en el actual proceso. Para Jordi Rodríguez Virgili, “cuando llegue la sentencia, si es condenatoria, no deberían tratar de tapar o acoger a aquellas personas que podrían estar afectadas. Y, como partido, deberían hacer un propósito de enmienda y reconocer que se han cometido errores de vigilancia y que han fallado los controles internos”.
La virtud de ponerse en lo peor
Trabajar sobre la base de los más negros augurios imaginables puede sonar desmoralizante, pero acaba por ser lo más efectivo. Desde el punto de vista de la moral de la tropa, se puede trabajar con la convicción que ya nada va a ir peor de lo previsto. Además, facilita el análisis en frío de qué estrategias podrían tener que adoptarse en situaciones límite. En esas coyunturas extremas, es muy complejo reaccionar con un mínimo control de la situación.
Todas las organizaciones que trabajan en servicios de emergencias fundamentan su acción en los protocolos de actuación previamente diseñados. A nadie, en su sano juicio, se le ocurre entender que ya verán cómo se enfrentan a los problemas cuando sucedan.
En el caso de catástrofe final, el profesor Rodríguez Virgili asume que “vería factible el cambio si hubiese una unión de partidos de centroderecha, con Ciudadanos, pero, si solo es una refundación del Partido Popular para limpiar las culpas y desvincularse, ese viaje no compensa”.
Cataluña, primera estación
Cataluña va a ser un primer test del futuro que a corto y medio plazo le espera al PP. Aunque no guarde relación directa con el asunto de la corrupción, el resultado electoral va a influir decisivamente en el estado de ánimo de los dirigentes populares. Virgili asume por anticipado que “en las catalanas, debido al alto número de indecisos, podría haber un trasvase importante de votos entre los partidos constitucionalistas, entre Vox y PP o entre Ciudadanos y PP”. Según su punto de vista, parece evidente que el hecho de “que caiga el inicio del juicio oral en plena campaña electoral catalana no ayuda”.
Al final, la noche del domingo va a tener uno de los focos de mayor atención en la posibilidad, que diversas encuestas anuncian, de que un Vox emergente pudiera superar a un PP en declive. Para Enrique Cocero, “Vox va a aprovechar todo lo que pueda para posicionarse. Su discurso es muy denunciador, pero muy poco propositivo, así que todo lo que pueda atacar lo va a hacer. Están para recolectar el voto de la indignación y descontento de lo que haya podido hacer mal el PP”.
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