¿Qué es ser de izquierdas y de derechas?

Es una pregunta que me he hecho toda mi vida y, mira por dónde, ahora ya tengo mi respuesta y ha sido gratificante, la verdad.

Para mí ser de izquierdas es sencillamente pensar que todas las personas en este mundo somos iguales a nivel de oportunidades, derechos y obligaciones. Ser de derechas es pensar que las personas somos distintas y hacer todo lo posible para que así sea y se mantenga.

Tengo claro que las personas somos distintas y, sobretodo, que tenemos un instinto de supervivencia innato que hace que toda nuestra vida estamos en lucha con nuestros semejantes. Pero eso es un instinto, y la evolución nos ha dado el raciocinio. En ese nivel está la definición política de la que escribo.

Por eso los partidos de izquierdas creen en la sanidad y en la educación pública, en el reparto de la riqueza a través de los impuestos, aceptan la diferencia de razas, condiciones sociales, sexuales... La derecha quiere segregar a la sociedad, más de lo que la propia naturaleza humana lo hace. Los políticos de derechas crean sus escuelas, hospitales, clubs sociales o deportivos para educar a sus hijos, curar a sus familiares y mirar desde arriba al “pueblo”, al que ellos consideran inferior. No quieren que los niños de los estratos inferiores convivan con los suyos y, en vez de pagar los impuestos proporcionales a sus ingresos, organizan fiestas de caridad para donar lo que les sobra y “ayudar”.

Si hubiese leído El Capital de Karl Marx lo hubiese entendido antes, probablemente.