Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Peinado multiplica los frentes del ‘caso Begoña’ sin lograr avances significativos
El miedo “sobrenatural” a que el cáncer vuelva: “Sientes que no consigues atraparlo”
OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada
Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

Ignacio Jurado - @ignaciojurado

José Fernández-Albertos - @jfalbertos

Leire Salazar - @leire_salazar

Lluís Orriols - @lluisorriols

Marta Romero - @romercruzm

Pablo Fernández-Vázquez - @pfernandezvz

Sebastián Lavezzolo - @SB_Lavezzolo

Víctor Lapuente Giné - @VictorLapuente

Luis Miller - @luismmiller

Lídia Brun - @Lilypurple311

Sandra León Alfonso - @sandraleon_

Héctor Cebolla - @hcebolla

Las consecuencias morales del desempleo

Laboratorio en Córdoba donde se realizó el experimento para el estudio

Luis Miller

Las consecuencias económicas y sociales del desempleo son devastadoras. El desempleo suele venir acompañado de una importante pérdida de poder adquisitivo de las personas que lo padecen y supone uno de los mayores gastos sociales para un estado. Además, el desempleo ha sido relacionado con problemas de salud como el estrés, la depresión, la ansiedad o, comparando países, con un aumento de los suicidios, los homicidios o las muertes relacionadas con el alcohol. Y el desempleo no solo se padece en primera persona, sino que también tiene efectos sobre la salud física y mental de otros miembros de la familia.

Por si fueran pocos todos estos efectos negativos, recientemente los científicos sociales han puesto su lupa sobre otra consecuencia del desempleo: un cambio de los valores o preferencias sociales y políticas de las personas que lo sufren. Lo que economistas, politólogos y sociólogos, entre otros, han empezado a preguntarse es si, al quedarse desempleadas, las personas cambian sus valores morales y sus demandas políticas. Un estudio reciente realizado en EEUU muestra que tras quedarse desempleadas las personas demandan más políticas sociales. Sin embargo, se trata de un efecto pasajero. Cuando la situación laboral de las personas mejora, éstas vuelven a apoyar las políticas sociales que apoyaban antes de quedarse desempleadas.

¿Por qué se produce este cambio de preferencias? ¿Por qué el desempleo hace que las personas demanden más políticas sociales? Hay al menos dos posibles respuestas a estas preguntas. La primera es que los desempleados experimentan una pérdida de poder adquisitivo y por tanto necesitan más al Estado. Y hasta cierto punto esto es lo que han asumido los economistas hasta tiempos recientes. Pero hay una segunda posibilidad: puede que al quedarse desempleadas, las personas cambien sus preferencias o valores más allá de su propio interés. Claro, simplemente preguntándoles a las personas, incluso a lo largo del tiempo, sobre sus opiniones políticas no podemos distinguir entre las dos explicaciones planteadas. Es en estos casos donde los científicos sociales hemos comenzado a utilizar experimentos conductuales, similares a los que desde hace décadas se llevan a cabo en psicología, para intentar distinguir entre diversas explicaciones de un fenómeno social.

En un estudio experimental reciente intentamos diferenciar el efecto del desempleo sobre la necesidad o el propio interés, de un cambio de los ideales de justicia distributiva de las personas. Este tipo de estudios tienen dos dificultades. Una es cómo medimos los valores, al menos hasta que la neurociencia nos permita escanearlos directamente. Un segundo problema es cómo medimos el cambio de valores. En nuestro estudio, intentamos salvar la primera dificultad con un experimento conductual bastante simple y, la segunda, haciendo que los participantes tomen parte en el estudio dos veces, antes y después de quedarse desempleados. Si solo las que se han quedado desempleadas cambian sus valores diremos que el desempleo es el causante. Pero antes de contar qué resultados obtuvimos, vamos a detenernos un poco en qué consistía ese experimento que pretendía medir los valores de las personas.

Lo que sabemos por estudios anteriores es que las personas tienden a distinguir entre dos tipos de desigualdades: aquellas que no estamos dispuestos a aceptar bajo ningún concepto y aquellas que consideramos que aceptamos hasta cierto punto. Entre las primeras se encuentran todas las desigualdades que hoy en día consideramos arbitrarias e injustas, como las diferencias salariales entre hombres y mujeres, entre personas de distinto origen étnico, etc. Entre las segundas se encontrarían desigualdades que hasta cierto punto aceptamos al estar relacionadas con el mérito o el esfuerzo, como que un médico gane más que un enfermero o que la estrella de un equipo de fútbol gane más que el utillero. Lo que hacemos en el laboratorio es generar de forma artificial estos dos tipos de desigualdades. ¿Cómo? Pues primero hacemos que todos los participantes realicen una tarea productiva y, después, les pedimos que decidan cómo quieren repartir lo producido en grupos de cuatro personas. El truco (experimental) está en que en algunas sesiones del experimento, los participantes se han ganado lo que van a repartir luego y en otras lo que tiene cada uno nada tienen que ver con el desempeño en la tarea productiva.

Lo que observamos es que cuando las personas no se han ganado los recursos de los que disponen, la inmensa mayoría de los participantes proponen un reparto igualitario. La diferencia viene cuando nos fijamos en la condición experimental en la que se transmite un cierto sentido de que las personas se lo han ganado. En este caso es donde encontramos nuestro resultado principal: las mismas personas que estando empleadas o estudiando respetaban hasta cierto punto lo que cada uno se había ganado, pasan a proponer distribuciones igualitarias después de quedarse desempleadas. Lo importante del resultado es que es la misma persona la que pasa de reconocer lo que otras se han ganado a no hacerlo tras quedarse desempleada. Además, el diseño de este experimento permite ver si las personas se han vuelto más egoístas, simplemente observando si se quedan con más dinero en el reparto tras quedarse desempleadas. Y esto no es así. Los nuevos desempleados realizan repartos más igualitarios, sin que esto suponga quedarse con más dinero respecto al año anterior. Nosotros interpretamos este hecho como un cambio genuino en los valores de las personas, que pasan de reconocer y recompensar el esfuerzo a proponer repartos más igualitarios una vez que se han quedado desempleadas.

¿Qué efectos prácticos tiene el cambio de valores que hemos identificado? Aquí podemos distinguir entre efectos directos y efectos indirectos. De forma directa, este cambio de valores implicaría la pérdida de una de las motivaciones para buscar trabajo, en concreto, la pérdida de la motivación de trabajar por el hecho de ganarse el sustento con tu propio esfuerzo, más allá de la compensación material que te da el trabajo. Sin esta motivación es probable que la reincorporación al mercado de trabajo sea más lenta y menos efectiva. Esto es algo que ya estamos estudiando, analizando el efecto que tienen sobre los valores las intervenciones públicas, como las acciones de orientación o el coaching. Entre los efectos indirectos, y aunque es algo que va mucho más allá de nuestro estudio, siempre acabamos dándole vueltas a los efectos del cambio de valores identificado sobre la participación política. Un reciente artículo nos hace pensar que el cambio de valores que provoca el desempleo, la pobreza y la desigualdad tiene también su reflejo en la arena política. Sobre esto todavía queda mucho que investigar y que decir.

Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

Ignacio Jurado - @ignaciojurado

José Fernández-Albertos - @jfalbertos

Leire Salazar - @leire_salazar

Lluís Orriols - @lluisorriols

Marta Romero - @romercruzm

Pablo Fernández-Vázquez - @pfernandezvz

Sebastián Lavezzolo - @SB_Lavezzolo

Víctor Lapuente Giné - @VictorLapuente

Luis Miller - @luismmiller

Lídia Brun - @Lilypurple311

Sandra León Alfonso - @sandraleon_

Héctor Cebolla - @hcebolla

Etiquetas
stats