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Aznar agita la bronca interna en el PP en mitad de la tregua por la campaña de Castilla y León

El expresidente del Gobierno José María Aznar, con su esposa, Ana Botella, y con Alfonso Fernández Mañueco, este sáBADO en Valladolid.

Aitor Riveiro

31 de enero de 2022 22:40 h

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La tregua entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso en la pugna por el control del PP de Madrid decretada por las elecciones de Castilla y León del próximo 13 de febrero saltó por los aires este fin de semana. Una quiebra protagonizada por quien fuera padrino de ambos: José María Aznar. “A veces oigo que hay que ganar para llevar a alguien a Moncloa o para llevarlo a tal sitio o a un convento, pero, oiga, la pregunta es ¿para hacer qué?”, dijo el expresidente del Gobierno en un mitin junto a su propio candidato, Alfonso Fernández Mañueco. Una frase que rápidamente se leyó en clave interna como un recado a Casado y, por tanto, un respaldo a Ayuso. Fuera o no así, las reacciones posteriores no han hecho más que recordar que la pax madrileña de la derecha está lejos de ser una realidad.

No fue la única frase que sonó a reproche en boca de quien ha hecho de la regañina su forma de hablar en público. “Se gana para construir”, dijo. “Construir es integrar, no fraccionar. Es sumar, no restar. Es unir fuerzas, no dividir”, añadió. El próximo día 13, el PP se juega seguir gobernando con los votos de la ultraderecha sin tener que ceder asientos en los consejos, como hasta ahora, o que Castilla y León sea el primer Ejecutivo de coalición con Vox, tal y como reclaman los de Santiago Abascal. Sobre esto, Aznar también tenía algo que decir en Valladolid: “Hay muchos que se agarran a supuestas soluciones baratas y mágicas, a populismos mentirosos o falsos, porque no tienen un referente fuerte en el que confiar”. Fue con Casado al frente del PP cuando Ciudadanos y Vox obtuvieron sus mejores resultados electorales.

La bronca saltó del mitin del sábado en Valladolid a los medios de comunicación con tal virulencia que la dirección nacional del PP tuvo que salir al paso. Menos de 24 horas después Aznar estaba en los micrófonos de la Cope matizándose a sí mismo. “Tengo cierto rubor en decirlo por si se considera necesario, yo apoyo a Pablo Casado y deseo que Pablo Casado tenga éxito y deseo que sea presidente del Gobierno de España porque creo que es mejor para España”, dijo el expresidente en la radio de los obispos.

La explicación de Aznar, que bien podría haber planteado el mismo sábado durante su mitin, habría bastado para zanjar el tema si la coprotagonista no fuera Isabel Díaz Ayuso. La presidenta madrileña decidió no echar agua al incendio. Tampoco optó por dejar que se extinguiera solo. Echó más leña a un fuego que, si las encuestas no mienten, le beneficia. El 63% de los votantes del PP prefieren a Ayuso como candidata, según el estudio demoscópico publicado hace unos días por elDiario.es.

Ayuso dijo este lunes que no creía que Aznar hubiera mandado “recaditos” a Casado desde la tribuna del primer gran acto de campaña de Mañueco. “Si quiere decir algo a las claras, lo hace”, aseguró en una entrevista tras se preguntada por las palabras del expresidente que, si de algo adoleció el sábado, fue de claridad, habida cuenta de su propia matización. Ayuso añadió que ella no tiene que ver “con cada cosa que ocurre en política en este país”. “Creo que esto no va conmigo”, añadió, para cerrar con un halago al hoy jefe de Faes: “El presidente Aznar no es un florero, es un político que ha sido presidente de este país, que ha unido al centro derecha en las mayores mayorías absolutas que ha tenido nunca, uniendo a más de 11 millones de españoles y que, por lo tanto, es un referente político para el PP y para el centro-derecha en general”, informa Fátima Caballero.

Los 11 millones de votos los rozó en realidad Mariano Rajoy en 2011, siete años después del adiós de Aznar, que logró medio millón de sufragios menos que su sucesor en su mejor resultado. Pero la presidenta madrileña le devolvía así el favor después de que el expresidente dijera en la Cope que la crisis de Madrid “no debería haber existido nunca” y que debía “zanjarse cuanto antes”. “Y creo que se zanjará. Es un asunto menor que se debe cerrar cuanto antes”, dijo, apuntalando la tesis de avanzar el calendario de la propia Ayuso. Eso sí, obvió que fueron precisamente sus prisas las que abrieron la guerra por el control del partido en Madrid.

La polémica coleó durante todo el lunes. Con Mañueco fuera de foco para preparar el primer debate televisado, Casado tomó el relevo como actor principal de la campaña. En una visita a un secadero de embutidos de Guijuelo (Salamanca), el líder del PP tuvo que responder sobre las palabras de Aznar, a quien Casado metió en un todo con Rajoy como “expresidentes”, y dejó claro que él, y solo él, será el próximo candidato a la Presidencia del Gobierno. “Agradezco que nos apoyen a Mañueco y a mí con sus aportaciones”, apuntó, para concluir que será él quien llegue a la Moncloa: “Nos tocará rescatar a España de una crisis brutal que deje el PSOE. Aznar lo consiguió, Rajoy lo consiguió. Esperamos llegar cuanto antes”.

La tregua tuvo su primera escenificación a principios de enero en un desayuno informativo de Ayuso. Al evento acudió el número dos del PP, Teodoro García Egea, con quien se personificó especialmente la bronca interna cuando se destapó que la presidenta madrileña le tenía bloqueado en su WhatsApp. Fue a él a quien, supuestamente, Esperanza Aguirre llamó “chiquilicuatre” en una entrevista en El Mundo que supuso la guerra abierta entre las dos facciones. “Lo que destrozó al PP de Madrid fue la corrupción”, respondió el secretario general.

La deriva interna tuvo su réplica en la Convención Nacional del PP y en los congresos autonómicos que se celebraron posteriormente. En todos ellos, Ayuso se hizo con el protagonismo absoluto. Hasta el punto de que la habitual mesa de presidentes autonómicos se suspendió en el cónclave de Aragón que aupó a Jorge Azcón, el pasado mes de octubre.

También en enero se produjo el último encuentro público de Casado y Ayuso, en Fitur. Inmersos ya en la campaña, quienes fueran grandes amigos y hoy rivales solo se encontrarán en el acto de cierre, el viernes 11 en Valladolid, acompañados del propio Mañueco y del resto de presidentes autonómicos.

Después llegará el momento de la verdad. El resultado del 13F marcará la decisión de Juan Manuel Moreno en Andalucía. Si adelanta las elecciones y se celebran antes del verano, la dirección nacional del PP podría posponer el congreso madrileño, que debería celebrarse en el mes de julio. Antes se tendrá que celebrar el de Extremadura, todavía sin fecha, y el resto de cónclaves de comunidades uniprovinciales, ya que Madrid será la última plaza antes del congreso nacional, previsto para julio. Será entonces cuando se desvele si realmente ha vuelto la paz interna al PP o si la guerra Casado-Ayuso se desata definitivamente.

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