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Controles técnicos y humanos hacen “imposible” el fraude en el voto por correo que airea la derecha mediática

Un hombre es atendido en una oficina de Correos.

Elena Herrera

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La teoría de la conspiración en torno a un posible fraude a gran escala ha revivido en la precampaña de las elecciones en Madrid del próximo 4 de mayo. En este caso, alentada por comunicadores vinculados a los terminales mediáticos situados más a la derecha, que llevan días insinuando en columnas de opinión y mensajes en redes sociales la posibilidad de una manipulación del voto por correo que propicie una victoria de la izquierda en los comicios del 4 de mayo. A esta estrategia —que emula la seguida por Donald Trump, quien centró su última campaña en tildar de fraude el voto por correo— se ha apuntado también el exdiputado de Ciudadanos Marcos de Quinto. 

Esta campaña de desprestigio sin pruebas pivota, principalmente, sobre dos elementos: la celebración de las elecciones en un día laborable y en plena pandemia, lo que ha llevado a los partidos, no solo del ámbito de la izquierda, a promover especialmente el voto por correo ante una previsible caída de la participación; y el hecho de que el presidente de Correos sea Juan Manuel Serrano, que fue jefe de gabinete de Pedro Sánchez cuando estaba en la oposición y al que se está colocando en el centro de un plan para manipular votos de forma masiva. A la luz de los los controles técnicos y humanos que existen y la gran cantidad de personas que participan en el proceso, una alteración masiva del resultado es “imposible”, según los expertos consultados por elDiario.es. 

Pero periodistas como el veterano Luis María Anson siguen abonando la teoría de la conspiración sembrando la duda sobre la limpieza del proceso. Este miércoles, en un artículo en El Mundo titulado “¿Correos contra Ayuso?” afirma que “parece claro” que Serrano “está dispuesto a poner toda la gigantesca maquinaria de Correos al servicio directo del presidente del Gobierno” y augura que “dentro de unos días los partidos que pretenden desazonar a Isabel Díaz Ayuso de su cabalgadura presidencial alentarán a las madrileñas y a los madrileños a que voten por correo”. Obvia, sin embargo, que el PP de Madrid también está haciendo campaña en este sentido. 

“No voy a hacer especulaciones sin pruebas que las justifiquen. Pero ¿se pondrá el servicio nacional de Correos, con todos sus gigantescos recursos, en contra de Ayuso para evitarle a Sánchez el ridículo de perder Madrid, entreabriendo las puertas de Moncloa a Pablo Casado? El lector bien informado responderá a esta pregunta cuando conozca lo que ha hecho el político incondicional colocado por el César al frente de Correos”, prosigue el también miembro de la Real Academia Española. 

También el escritor Fernando Sánchez Dragó, quien tras militar en su juventud en el PCE ha ido evolucionando hacia posiciones más conservadoras hasta acercarse a Vox, ha sembrado dudas sobre el voto por correo. “Stalin dijo que no importa a quién se vote, sino quién cuenta los votos. 4 de mayo… No voten por correo. Recuerden lo de Trump”, escribió en su Twitter el pasado 16 de marzo.

Otros comunicadores con predicamento en la audiencia conservadora también llevan días contribuyendo a sembrar las dudas sobre el sufragio a distancia remitiéndose a la figura del presidente de Correos. “Hay que huir del voto por correo. Hay un tramposo al frente”, publicó Alfonso Ussía en un tuit el 16 de marzo. “Los que van a votar por correo al PP o a Vox, tienen que saber que más de la mitad de sus votos, se perderán. Voto presencial”, recoge otro de sus mensajes de ese mismo día. “No valen los lloriqueos. Lo advierto de forma clara. El que vote por Correos. Es como si no votara”, advirtió días después en otro tuit. Ussía, con más de 260.000 seguidores, acumula con estos mensajes miles de interacciones. 

Entre quienes alientan las sospechas de un supuesto amaño con el voto por correo está también el citado Marcos de Quinto. “Una razón más para votar presencialmente”, respondió el exparlamentario y exvicepresidente de Coca-Cola a un tuit en el que el secretario general de FACUA, Rubén Sánchez, informaba de que ya estaba disponible la solicitud del voto por correo en la Comunidad de Madrid. 

Aunque ninguno de los grandes partidos ha dado pábulo a estas teorías, lo cierto es que en las últimas semanas no han dejado de circular mensajes de este tipo, especialmente en las redes sociales y a través de redes de mensajería como WhatsApp. Se trata, según el politólogo Pedro Riera, experto en régimen electoral, de “ataques totalmente infundados”. “No hay ninguna base para estas teorías, el sistema del voto por correo está consolidado desde hace décadas. Un fraude a gran escala exige un nivel de coordinación tal que me parece que es imposible que pueda producirse”, sostiene este docente. 

De hecho, el voto por correo está regulado desde 1985 por la LOREG, que es el marco jurídico de todos los procesos electorales que tienen lugar en el territorio nacional. Y lleva sin modificarse de forma sustancial desde 1992, cuando a iniciativa de Izquierda Unida se introdujeron controles más severos después de varios casos de fraude registrados en las municipales de mayo de 1991. Por ejemplo, desde entonces, el elector tiene que firmar personalmente cuando recibe la documentación. 

El ciudadano tiene que acreditar su identidad hasta en dos ocasiones: cuando solicita las papeletas, un trámite que se puede hacer por Internet siempre que se posea un certificado digital oficial; y cuando las recibe en su domicilio. Es decir, suplantar la identidad de alguien para votar en su nombre es complicado y además existe el riesgo de que esa persona se presente en el colegio electoral pidiendo votar y se destape el fraude, pues una vez que la Oficina del Censo Electoral ha aceptado la solicitud de voto por correo no se puede votar en la mesa electoral. De hecho, aparecerá una letra “C” al lado de su nombre en la lista del censo o figurará en una “relación de electores de la Mesa que han solicitado el voto por correo”, que acompaña como apéndice a la lista del censo. 

Más rocambolesco parece todavía un fraude a gran escala en la siguiente etapa del voto por correo: la custodia en Correos. Una vez que se ha ejercido el derecho al voto desde el propio domicilio entregándole al cartero el sobre con el voto el día que ha llevado la documentación, o tras haberlo depositado en una oficina de Correos; esos sobres con la documentación son enviados a la unidad de reparto adscrita al colegio electoral correspondiente, en la que se depositan y se custodian en cajas de seguridad hasta su posterior entrega durante el día de las elecciones en las mesas electorales correspondientes, detallan en la empresa pública. 

“Dar el cambiazo en ese momento exige un nivel de coordinación entre multitud de personas que no está al alcance de nadie”, sostiene Riera. De hecho, todos los sobres con los votos por correo admitidos, además de la papeleta, incluyen el certificado de inscripción en el censo, lo que “garantiza la identidad del votante y del proceso”, explica un portavoz de Correos. Sin ese certificado, el voto no es válido y sería destruido al llegar a la mesa electoral. 

Además, cualquier sobre manipulado llamaría la atención en el escrutinio, donde se abren de uno en uno y previa comprobación de que incluyen dicho certificado y los sobres con las papeletas —que no pueden abrirse— y de que el votante está inscrito en el censo de la mesa, se introduce en la urna cada sobre de votación. El recuento es público y a él asisten el presidente y los dos vocales de la mesa electoral, que han sido elegidos por sorteo, y los interventores y apoderados de los partidos que fiscalizan el proceso. “Tampoco creo que en ese momento haya demasiado margen de maniobra. Una manipulación a nivel masivo es inviable, totalmente impensable”, insiste Riera. 

El recuento de las papeletas no lo lleva a cabo ninguna empresa, es una tarea que corresponde a los ciudadanos que forman las mesas electorales, informan en la Junta Electoral. La administración encargada de la organización de los comicios contrata a una empresa tecnológica para que procese los datos provisionales y se puedan ir haciendo públicos en la misma noche de las elecciones, lo que requiere de cierta infraestructura. Es decir, esta compañía no se encarga del recuento, sino de trasladar a una página web de acceso público el resultado que le transmite un responsable de la Administración. 

El pasado enero, cuando el fantasma del fraude en el voto por correo circuló en relación a las elecciones catalanas, Ismael Peña-López, director general de Participación Ciudadana y Procesos Electorales de la Generalitat de Catalunya, explicó en un hilo de Twitter por qué veía imposible un fraude a gran escala que supusiera una alteración masiva del resultado.

“El voto por correo son dos sistemas separados: la lista la tiene la Oficina del Censo Electoral, el envío lo hace Correos. Deberías controlar ambos sistemas, simultáneamente y de forma masiva. Esto en la práctica es imposible de hacer. Se podría conseguir con un sobre. Pero no con los 400.000 que esperamos tener”, escribió. Al final, votaron por correo algo más de 265.600 personas. En la Comunidad de Madrid, la solicitud puede realizarse hasta el 24 de abril. 

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