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Las empresas de encuestas reconocen que no consiguen tomar la medida al votante de Podemos

Mitin de cierre de campaña de Unidos Podemos en Madrid.

Gonzalo Cortizo

Las encuestas no consiguen entender a Podemos. En las elecciones precedentes, todos los sondeos habían infravalorado sus posibilidades y ahora se van vuelto a equivocar pero por el motivo contrario. Nadie supo medir la circunstancia de que un millón de votos con destino a Pablo Iglesias se quedaría finalmente en casa.

“Estamos en un sistema de partidos nuevos con un territorio muy inestable para el análisis”, señala la responsable de MyWord, Belén Barreiro. “Lo sucedido con el voto de Unidos Podemos requiere explicaciones sofisticadas. Puede estar ocurriendo que a la hora de hacer entrevistas la gente de UP tenga más ganas de hablar que los de los otros partidos”.

Pese al error generalizado de todas las encuestas, Celeste-tel firmó uno de los sondeos con menor margen de desviación. José Ramón Lorente es el analista principal de esta empresa que realiza los sondeos que publica eldiario.es: “No hemos sabido detectar la burbuja de Podemos y ya se están tomando medidas para que ese error no se repita. Las dos últimas elecciones generales han sido un reto para los que nos dedicamos a la elaboración de encuestas”.

El sociólogo y responsable de GAD3, Narciso Michavila, insiste en la misma idea: “Las encuestas decían que los votantes de Podemos acudirían a las urnas. Si hemos fallado es por nuestra falta de capacidad de análisis. No hemos sido capaces de detectar ese movimiento”.

Según los sociólogos, cuando se realiza una encuesta es fácil conocer el deseo de los entrevistados pero muy difícil delimitar si ese deseo se convertirá en acción.

El director de investigación y análisis de Sigma Dos, José Miguel de Elías, apunta que si Unidos Podemos ha perdido apoyo es porque su “brillantez” de la primera campaña se truncó con la imposibilidad de pactar un Gobierno tras el 20D.

Acostumbrados a trabajar con tablas históricas interminables y con la facilidad del bipartidismo, los sociólogos consultados se enfrentan a un nuevo escenario formado por cuatro partidos y unos niveles de abstención que la sociología parece no entender del todo.

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