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La estrategia de campaña de Casado a favor de la recentralización y de ruptura con el PSOE incomoda a barones del PP

Casado y Feijóo, durante la Convención Nacional del PP de enero.

Iñigo Aduriz

El plan del presidente del Partido Popular, Pablo Casado, para la campaña de las generales, que incluye propuestas recentralizadoras y retrocesos en el Estado de las autonomías, así como la ruptura de cualquier relación con el PSOE, no ha gustado a algunos de los principales barones autonómicos del partido. Este martes dos de ellos volvieron a reivindicar el actual modelo territorial y sus respectivas competencias cedidas a lo largo de los últimos años por la administración central.

El presidente de la Xunta de Galicia y líder de los populares gallegos, Alberto Núñez Feijóo, o el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, además de los populares vascos, defienden, además, el diálogo y los acuerdos entre diferentes y, en concreto, las conversaciones de dirigentes socialistas y populares.

La estrategia de Casado, que se enmarca en el giro a la derecha emprendido por él desde su triunfo en las primarias, pretende hacer frente a la posible huida de votos de su partido hacia Vox y Ciudadanos –fuerzas con las que mantiene desde hace meses una batalla por el electorado más de derechas–, y lo ha llevado en las últimas semanas a asumir algunas de las propuestas de ambas formaciones que suponen retrocesos en el Estado de las autonomías.

Este domingo Casado presentaba en Toledo un plan de reforma de la administración en el que a pesar de defender “el pleno ejercicio de las competencias que tienen atribuidas las comunidades autónomas, que son de titularidad estatal y cuya administración es transferible”, abogaba por una “moratoria de transferencias de competencias”, además de plantear “reforzar la presencia del Estado” en las comunidades, impulsando las delegaciones y las subdelegaciones del Gobierno.

Las “singularidades” de Euskadi

Las medidas propuestas por Casado, que en septiembre también planteó devolver al Estado las competencias en Educación, chocan, en cambio, con la postura defendida históricamente por el PP vasco, que reivindica los derechos forales de Euskadi recogidos en la Constitución, así como el Estatuto de Gernika que reconoce para el País Vasco decenas de competencias entre las que hay 37 que aún no han sido transferidas a las instituciones vascas y que reclaman todos los partidos de la comunidad.

Ante el planteamiento del líder nacional del PP, este martes, la secretaria general de los populares vascos, Amaya Fernández, se veía forzada a asegurar en una entrevista en Radio Euskadi que si su partido llega a la Moncloa y, por tanto, Casado se convierte en el próximo presidente del Gobierno se realizarán las transferencias pendientes “desde la legalidad y la lealtad”.

A juicio de la número dos de Alfonso Alonso –el líder del PP vasco que en las primarias apoyó a la rival de Casado, la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, y que ha reivindicado en varias ocasiones la moderación en el partido criticando los posibles acuerdos con Vox–, pese a las declaraciones del presidente de los populares, éste “cree en el autogobierno y en las singularidades” de Euskadi.

Además de las propuestas recentralizadoras, la táctica electoral de Casado le ha llevado también a negarse a llegar a cualquier acuerdo con el PSOE o el Gobierno de Pedro Sánchez incluso en materias de Estado –como la renovación de los órganos constitucionales– en las que tradicionalmente se han logrado pactos entre socialistas y populares, sobre todo después de que el jefe del Ejecutivo decidiera en octubre romper relaciones como respuesta a la declaración en que el líder del PP le culpaba de ser “partícipe del golpe de Estado en Catalunya”.

“No pactar nada” con el PSOE

Tras el fiasco en la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) pactada en noviembre por PP y PSOE, y que los populares hicieron saltar por los aires tras descubrirse un mensaje de WhatsApp su portavoz en el Senado, Ignacio Cosidó, presumiendo del control que iba a tener su partido del Tribunal Supremo, la orden de Casado es clara: “No se aprueba nada más con los socialistas. No vamos a pactar nada”, apuntaban fuentes de su entorno.

Esta estrategia de ruptura total con los socialistas no es compartida, en cambio, por barones del peso de Alberto Núñez Feijóo o Juan Vicente Herrera que este martes no han tenido reparos en compartir el protagonismo de un desayuno informativo con el presidente de Asturias, del PSOE, Javier Fernández, uno de los dirigentes socialistas que más se empeñó en que su partido facilitase la investidura de Mariano Rajoy. El acto ha sido toda una declaración de intenciones a favor del entendimiento entre socialistas y populares y del diálogo entre ambas fuerzas políticas. 

Más allá de la reivindicación de infraestructuras e inversiones, el presidente gallego destacaba este encuentro como una forma de rechazar las líneas rojas y reclamar los teléfonos rojos. “La política española precisa de muchos teléfonos rojos que se descuelguen precisamente para defender a España. No deberíamos estar nunca fuera de cobertura o con el terminal apagado cuando se trata de defender a nuestro país ante desafíos que afectan a la misma esencia de la nación, y por ende al bienestar de los ciudadanos que nos otorgaron su confianza”, remarcaba.

Frente a las opiniones de partidos como Vox y Ciudadanos a los que intenta imitar Pablo Casado, que aseguran que la estructura territorial debilita al Estado, Feijóo aseveraba, por el contrario, que el modelo autonómico refuerza al país. “Nada agradaría más al separatismo que tener enfrente un centralismo absoluto que  confirmase su falacia de que España no puede albergar la diversidad”, apuntaba, incidiendo en que quienes desafían la unidad nacional también tendrán enfrente a “las autonomías leales” que ayudan a preservar el equilibrio y la justicia en el Estado.

“El eje en positivo”

En la misma línea y apenas un día después de que Casado planteara retrocesos en el Estado autonómico, el presidente castellano leonés, Juan Vicente Herrera, defendía el actual modelo territorial a pesar de las desigualdades que a su juicio padece España, porque a su juicio este sistema fue una “gran innovación” de la Constitución Española de 1978 y constituye una “realidad viva que debe evolucionar y no involucionar”. 

“El PP es la garantía de que España no se rompa y haya oportunidades para todos: ese es el eje en positivo de la campaña”, aseguraba este mismo martes Casado durante su último discurso ante el Grupo Parlamentario Popular antes de la disolución de las Cortes, el próximo martes.

Dentro del partido, sin embargo, ya han surgido las voces que frente a las iniciativas anunciadas en los últimos días por el líder de los populares consideran que para que “España no se rompa” es necesario que el PP refuerce su apuesta por el actual modelo territorial y no asuma las pulsiones recentralizadoras de Vox y Ciudadanos, sus principales competidores en las urnas.

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