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La hora de los que fueron golpeados por la Policía y la Guardia Civil

El abogado Andreu Van den Eynde, en la sesión del juicio del martes.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Durante semanas, los defensores de los acusados en el juicio tuvieron que aguantar los testimonios de decenas de policías y guardias civiles que contaron lo que ocurrió el día del referéndum del 1-O desde su punto de vista y que habían sido convocados por la fiscalía. Insultos, agresiones, amenazas, el “muro humano”. Ahora toca lo contrario. Son los ciudadanos que acudieron a votar ese día en respuesta al llamamiento de la Generalitat los que han comenzado a detallar las agresiones que sufrieron a manos de las fuerzas de seguridad. El otro muro humano, este de uniforme y armado con porras y escudos. La otra cara de la moneda.

Los testigos que comparecieron el martes lo fueron a instancias de Andreu Van den Eynde, abogado de Oriol Junqueras y Raül Romeva. Algunos eran cargos electos de Esquerra. Dos de ellos, parlamentarios. Jordi Salvador, diputado del Congreso, recordó que ha sido secretario general de UGT en Tarragona y que ha presenciado numerosas movilizaciones en la calle. “Nunca en mi vida he visto una situación así”, dijo sobre la actuación policial. Tanto él como la senadora Laura Castel se identificaron como parlamentarios ante los agentes. No sirvió de mucho. “Estaba haciendo fotos y me pegaron por detrás, sin tener capacidad de respuesta ni protección”, denunció Castel.

Los testimonios más valiosos para la defensa eran los que procedían de personas sin responsabilidades concretas. En cualquier caso, todos votaron en la consulta y manifestaron que lo hicieron porque tenían derecho a votar, que eso no podía ser delito. 

“No esperábamos que llegara la Guardia Civil”, dijo Joan Pau Salvador, uno de los votantes de Sant Carles de la Ràpita, Tarragona. Contó que al ver llegar a los agentes se limitaron a levantar las brazos, pero que la respuesta fue violenta: “Nos apalearon, nos pegaron en la cabeza”. “Me acuerdo perfectamente del ruido de las porras cuando les abrían la cabeza. Vi a amigos del pueblo, carniceros, pescadores, vi gente llorando, con mucho miedo, desesperada”, dijo en el testimonio más emotivo.

Salvador es de los votantes que pensaban que el referéndum sería como la consulta del 9N, la que convocó la Generalitat de Artur Mas. Es decir, sin incidentes. A preguntas de la fiscalía, admitió que sabía que la cita en las urnas había sido suspendida por el Tribunal Constitucional. “Para mí, era el voto más importante de mi vida”.

La impresión que dieron los testigos confirmó una vez más que el pronóstico hecho por la cúpula de los Mossos se terminaría por cumplir y que se producirían incidentes violentos de todo tipo. Pero la eficacia de una acción policial quedó cuestionada, porque esas cargas, desproporcionadas o no, sólo sirvieron para interrumpir la llegada de votantes durante un tiempo. El fiscal preguntó a uno de esos testigos si votó, y este respondió que sí: “Voté después de que se fuera la policía”. ¿Siguieron votando pese a que la policía se incautó de material?“, inquirió algo sorprendido el fiscal. ”Sí“, fue la respuesta. 

En su turno, los fiscales preguntaron por los ataques que los agentes habían denunciado en sus testimonios anteriores. Nadie vio nada de eso. “¿Vio si alguien arremetía contra la policía?”, preguntó el fiscal. “La gente estaba protestando. Estábamos indignados, pero no vi ninguna actuación de ese tipo”, fue la respuesta de Julià Fernandez i Olivares, que fue teniente de alcalde de Sabadell por Esquerra hasta 2017. “A mí me pegaron un golpe en la mejilla. Me arrastraron y luego me dieron dos patadas en la espalda”, alegó.

Un puñetazo en la cara

Ferran Soler declaró que “en ningún momento” la gente tuvo una actitud violenta a diferencia de los agentes en una escuela de Dosrius, Barcelona. “Tuve un puñetazo en la cara directo de un sargento de la Guardia Civil y me tuvieron que dar puntos de sutura en el entrecejo”, dijo. Tenía tantas ganas de declarar que no fue una buena idea para la fiscalía que le preguntara si había escuchado insultos.

Fiscal: “¿Escuchó insultos como hijos de puta, asesinos, fuerzas de ocupación?”.

Soler: “Sí, escuché algunos de esos insultos y también a un guardia civil que dijo no sé si ratas o perros y 'os vamos a dar hasta en el carné de identidad'”.

Los fiscales también intentaron que los testigos dijeran que habían ido a votar en respuesta al llamamiento a las urnas realizado por la Generalitat o por algunos partidos o asociaciones. Los testigos se lo pensaron muy bien en algunos casos para que la acusación no se apuntara un tanto. Respondían que se habían desplazado a los colegios voluntariamente. “Acudí por criterio propio, por convicción. Nadie me presionó ese día”, afirmó Emili Gaya. 

Los ciudadanos que votaron no querían perjudicar a los acusados de la misma forma que los policías tampoco desearon dañar en su momento los intereses de la fiscalía. Corresponderá al tribunal decidir a quién cree más, aunque para llegar a ese punto antes tendrá que examinar los vídeos disponibles en la causa. 

Hay 121 testigos convocados para el mes de mayo y la inmensa mayoría de ellos son personas que votaron el 1-O. Están agrupados en siete jornadas entre el 6 y el 20 de mayo, momento en que se espera que acabe la fase de declaración de testigos. Los fiscales van a tener que probar la misma medicina que tuvieron que tomar las defensas en grandes dosis: escuchar multitud de testimonios que contribuyen a desmentir su tesis sin poder hacer mucho al respecto.

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