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Pedro Sánchez, el candidato encapsulado

Pedro Sánchez en una visita oficial a una empresa en Murcia.

Irene Castro

Las encuestas sonríen a Pedro Sánchez y la estrategia del candidato-presidente pasa por no arriesgar en la campaña electoral mientras sus rivales en la derecha se enzarzan en mil polémicas. Los socialistas se ven por primera vez en una década ganadores de las elecciones y la máxima es no cometer ningún error que puedan pagar caro en las urnas. Moncloa y Ferraz han optado por una campaña de poco riesgo con formatos cerrados en los que consiguen colocar sus mensajes sin posibilidad de que se desvíe la atención. El presidente es el candidato encapsulado.

Pablo Casado concede entrevistas constantemente y se prodiga con los periodistas en la mayoría de sus actos públicos. De esas comparecencias a menudo salen polémicas, como las que ya ha tenido que atajar sobre el aborto o el feminismo. Albert Rivera, cuyo partido está en caída libre en los sondeos, también aparece ante los micrófonos, sin llegar a la hiperactividad de Casado. A la vuelta de su permiso por paternidad, Pablo Iglesias ha cogido carrerilla y ha pasado ya por varios platós de radio y televisión.

Mientras tanto, Pedro Sánchez opta por no exponerse. La última entrevista que concedió fue hace más de un mes: el 18 de febrero en el Telediario de TVE con motivo del adelanto electoral. Tres días antes, el presidente dio una rueda de prensa en Moncloa en la que aceptó preguntas de los periodistas, aunque inicialmente no estaba previsto.

A pesar de haber tenido agenda pública prácticamente diaria desde entonces, Sánchez escapó de los micrófonos hasta la semana pasada, cuando tuvo que enfrentarse a ellos en la rueda de prensa posterior al Consejo Europeo sobre el Brexit. Esos encuentros con los periodistas son obligados para los mandatarios europeos según los usos y costumbres de las instituciones comunitarias.

Sánchez, que en ese formato suele aceptar solo cinco o seis preguntas, también se acercó a la prensa en dos 'canutazos' –una suerte de ruedas de prensa improvisadas, de pie, en las que quienes las protagonizan tienen más fácil escabullirse cuando no quieren contestar alguna cuestión–. En estas últimas, Sánchez habló de asuntos europeos y también de la polémica de los lazos amarillos prohibidos por la Junta Electoral en las instituciones públicas catalanas. Una de las quejas generalizadas de los corresponsales en Bruselas es que los asuntos internos copan los eventos informativos que allí se celebran con los presidentes españoles por su escasa presencia ante los medios en España. El peso de la respuesta del Ejecutivo recae en la portavoz del Consejo de Ministros, Isabel Celaá, los viernes y en los portavoces que conceden entrevistas de radio o televisión durante la semana.

“¿Por qué tenemos que arriesgar?”, se pregunta un alto cargo de Moncloa en conversación con eldiario.es sobre la campaña alejada de las preguntas de los periodistas que está llevando a cabo el presidente. Sánchez ha rechazado acudir a El Hormiguero (Antena 3), un espacio informal donde se somete a los invitados a bromas y chascarrillos varios, y que sí han probado Rivera e Iglesias esta semana y al que Casado acudirá este martes.

De sobredosis mediática a imagen presidencial

En anteriores contiendas electorales, cuando ejercía de aspirante, el dirigente socialista sí frecuentó este tipo de formatos más distendidos: estuvo en el programa de Pablo Motos, participó en Planeta Calleja y hasta llamó por teléfono a Sálvame. En su libro Manual de Resistencia defiende aquella llamada a Jorge Javier Vázquez: “Estoy pensando en Sálvame, aunque fuera verdad que solo lo ven mujeres mayores e incultas, ¿cuánto vale su voto?”, se pregunta el presidente en esas memorias.

“Sánchez está, por aquello de la ley del péndulo, en el extremo opuesto que cuando empezó. Entonces tuvo una sobredosis de presencia mediática que se explicaba porque era un líder poco conocido y uno de los primeros cometidos que tiene un líder poco conocido es que le conozcan”, explica Toni Aira, director del máster en Comunicación Política e Institucional de la Universidad Pompeu Fabra, que recuerda que la llamada del socialista a 'Sálvame' fue entonces muy criticada: “Los políticos han de estar donde está la gente. No se puede menospreciar ninguna audiencia”, agrega.

En los próximos días y semanas Sánchez empezará a prodigarse por algunos medios, pero en su equipo miden al dedillo sus apariciones mediáticas. “Ha pasado al extremo opuesto, que es darle un aire presidencial que lo eleva por encima del bien y del mal y sobre todo por encima del resto de candidatos”, señala Aira.

En ese análisis coincide el consultor de comunicación política Luis Tejero: “Sánchez ha aprendido la lección de 2015 y 2016, cuando Rajoy hizo la campaña de jugar parado, es decir, que sean los demás los que se equivoquen”. “Tiene a su favor el BOE, Moncloa y su posición presidencial”, asegura el experto, que subraya que “una jugada arriesgada te puede hacer ganar tres puntos o te puede hundir”.

En ese sentido, ve acertado que Sánchez no se haya expuesto ante la polémica suscitada por unas palabras de Miquel Iceta de las que podía deducirse que los socialistas se abrirían al referéndum o a la independencia de Catalunya si aumenta el porcentaje de ciudadanos favorables. “Si entra en esa u otra polémica le va a dar una repercusión mucho mayor. Hoy solo pueden poner esas palabras en boca de Iceta; si entra ya lo pueden poner en boca de Sánchez”, explica Tejero, que considera que el PSOE debe dar la orden a sus portavoces de alejarse lo máximo de los micrófonos porque “tienen más que perder que ganar”.

El formato de los actos tanto institucionales como de partido que el socialista ha multiplicado desde que convocó las elecciones es cerrado sin posibilidad de que los informadores puedan entrar en contacto con el candidato. Con esa estrategia consigue colocar el mensaje que quiere sin que nadie lo desvirtúe. “Le puede beneficiar alejarse del día a día”, reconoce Tejero, que considera que esa estrategia le permite dirigirse al votante de centro izquierda recordándole la actuación del Gobierno en estos últimos meses.

El jefe del Ejecutivo está recorriendo las provincias con agenda de Gobierno por la mañana y aprovecha los desplazamientos para encajar mítines del PSOE por la tarde. Con esa estrategia, Sánchez ha estado en Cantabria, Asturias, Cádiz, Málaga, Segovia, Salamanca, Murcia, Alicante... solo en las últimas semanas. “¿Cuántas provincias hemos visitado y cuántas les quedan a ellos?”, se preguntan en Moncloa en referencia a sus rivales. Además, esas actividades tanto de Gobierno como de partido tienen una importante repercusión en la prensa regional.

Ambos expertos coinciden en que esa campaña de perfil bajo en la que Sánchez está dejando que sean otros los que “hagan ruido” sin bajar “al barro” puede beneficiarle, pero también destacan los posibles efectos adversos. “Eres el presidente con mayúsculas y el resto son los que disputan quién puede competir contigo y es positivo; pero a la vez puedes tener un disgusto como le pasó a Susana Díaz en las andaluzas, que optó por una campaña conservadora en las andaluzas, no arriesgó, quería una campaña plana pero las campañas no son nunca lo que quiere un partido –reflexiona Aira–. Sánchez ha hecho el cálculo de que eso no le pasará”. No obstante, advierte de que los electores también penalizan si no encuentran “espíritu ganador o hambre de poder”.

Pero los efectos positivos de la táctica son mayores y encuentran otros dos argumentos: por un lado, el profesor de comunicación subraya que Sánchez está consiguiendo que todos hablen de él y le sitúen en el centro del tablero –de los pactos postelectorales, por ejemplo– “sin despeinarse”. “En las elecciones pasadas había más batalla en la izquierda mientras que ahora la batalla está más centrada en la derecha: le conviene que la pelea siga siendo entre esos tres partidos”, agrega Tejero.

El PSOE, que presentará este martes el segundo lema de su precampaña, pretende seguir con esa estrategia presidencialista con la que evita meterse en problemas mientras ve cómo los demás se cuecen con su sobredosis mediática. Sánchez, que empezará a hacer algunas entrevistas la próxima semana, se lo juega todo con un doble objetivo: no cometer errores y agitar el fantasma de la extrema derecha para mantener la movilización de su electorado.

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