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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Arriba y abajo

Igualdad, según conservadores y liberales

Raúl Gay

Hace unos días leí este artículo sobre educación y personas con discapacidad mental escrito por @MelisaTuya en su blog Madrereciente. Ahí defiende la educación inclusiva... pero con matices. En ciertos casos, argumenta, lo mejor para el niño es estar en un colegio específico. Ella lo dice con conocimiento de causa, pues su hijo es autista.

Uno de los comentaristas escribió (las erratas y faltas de ortografía corren de su cuenta):

Hay cosas que nos de deben obviar, y son las realidades y la naturaleza, cosa que ultimamente se esta obviendo y sobretodo justificando.

Trataré de explicarme: La sociedad no es un ente infinito, con recursos infinitos, bondad infinita y responsabilidad infinita, y si llegamos a asumir -y creo que eso hoy nadie lo duda- que via impuestos hemos decidido ayudar a las minusvalias, discapacidades, o como se quiera definir, que tal como esta la cosa, cualquier definición pudiera ser malinterpretada y haber alguien que se sintiera insultado, pero en el fondo todos nos entendemos.

Lo dicho, que la sociedad hemos decidido proteger a esas personas, con pequeñas pensiones, ayudas, y ciertos derechos, cosa que no se pone en cuestion casi nunca, bien pues si esto está asumido, y reconocido, a partir de ahi no se puede pretender seguir acumulando derechos, que pudieran interpretarse como privilegios.

Si interpretamos al ser humano como especie, que tiene que supervivir y competir, cual es la motivación real que nos diga que la situación ideal es la inclusión, interpretando esta como la asucion obligatoria de sobrecostes y sobresfuerzos inclusores, despues de garantizar con los impuestos la supervivencia y seguranza de esas personas?

Si los recursos son limitados, y su destino tiene que ser en pos de la mejora general de la especie humana, que razón hay para querer hacer “el mas dificil todavia”, yo entiendo que todos tenemos derechos y los debemos tener pero una vez que la sociedad con lo antes referido ya puso eses “privilegios” meredos, a partir de ahi, las minusvalias y discapacidades tienen que competir y demostrar igual que todos, porque ¿un analfabeto de barrios escluidos, no son de alguna forma disminuidos? ¿quien tiene mas posibilides un disminuido físico de barrio rico o un hijo de pobre en extraradio?

Todo es interpretable, asi que yo no entenderia que una escuela tenga que integrar en una clase normal a alumnos con dificultades, y jamas trataria de trasladar a los chavales responsabilides que no les pertenecen, ni reducir el ritmo de formación de unos para que otros se sientan incluidos y llamarle a eso el gran éxito. porque sea como sea los que fueron frenados, a la postre serán los que paguen los impuestos que permitiran a los incluidos poder seguir viviendo.

La primera vez que lo leí pensé que era un derechista de cuidado. La segunda que era un discurso de los años 60. Ahora lo releo y pienso que, en realidad, no se aleja mucho del modelo que nos intentan vender... aplicado a los retrones. Y eso es grave.

Argumenta que no hay recursos infinitos, que hay que elegir dónde gastar… Llevamos escuchando lo mismo un par de años. A juzgar por las políticas de este Gobierno, es verdad que la sociedad ha decidido sacrificarse y dar “pequeñas pensiones, ayudas, y ciertos derechos”. Lo es porque las pensiones son míseras, las ayudas no bastan y los derechos no nos equiparan a los bípedos. Y ésto, a regañadientes, como una limosna, algo que generosamente nos dan; no como algo lógico y necesario para llevar una vida digna. Casi diría que está describiendo una situación.

Eso sí, no se puede pasar de “acumular derechos” a que es conviertan en “privilegios”. Muy grande. Es el discurso neoliberal contra los trabajadores aplicado a la discapacidad. ¿Recuerdan cuando se decía que los pilotos eran unos privilegiados... y los profesores y los mineros y los médicos…? Hace ya unos meses tuiteé: “Llegará el día en que también a los retrones se nos tachará de privilegiados”. Pues bien, ha llegado.

Después se pone darwinista social e interpreta que la especie humana debe competir y sobrevivir. La ley del más fuerte. Los débiles se quedan atrás. Hay que dejarlos atrás, por el bien de la especie. No son útiles, con permitirles que sobrevivan y tengan cierta seguridad, es suficiente. Podría argumentar que nunca se sabe quién va a ser o no útil, que hay sorpresas, que con cierta ayuda cualquiera puede convertirse en un hombre de provecho... Pero no hay que aceptar su premisa.

La sociedad no funciona según la ley del más fuerte. O no debería. Pensar en las personas en función de su utilidad rezuma a fascismo. Recuerda a los nazis (sí, ya he caído en la ley de Godwin) separando a judíos según sus capacidades para el trabajo. Las personas no somos herramientas, partes de la sociedad que cumplen una función. Esto debería haber quedado claro hace ya un par de siglos, cuando Kant escribió:

El ser humano, considerado como persona, está situado por encima de cualquier precio, porque, como tal, no puede valorarse solo como medio para fines ajenos, incluso para sus propios fines, sino como fin en sí mismo; es decir, posee una dignidad (un valor interno absoluto), gracias a la cual infunde respeto a todos los demás seres racionales del mundo, puede medirse con cualquier otro de esta clase y valorarse en pie de igualdad.

Y más sintético:

Lo único que es un fin en sí mismo es el hombre, nunca puede ser utilizado como medio.

Por cierto, en realidad Darwin no dice que la selección natural sea la ley del más fuerte: sobrevive quien mejor se adapta a los cambios. En este caso, el comentarista no se ha adaptado bien a los nuevos tiempos, piensa como se pensaba hace décadas. Quizá sea él quien no sobreviva…

Sigo con sus palabras: “las minusvalias y discapacidades tienen que competir y demostrar igual que todos”. Para hacerlo tenemos que partir del mismo sitio. No vale “competir” desde diferentes puntos de partida. Eso es trampa. ¿Cómo se logra? Dando más ayudas a quien lo necesita. Sólo así es posible alcanzar la igualdad de oportunidades.

Casi al final, insiste en que los que pagan impuestos permiten a los retrones “seguir viviendo”. Vaya, creía que yo también pagaba impuestos… Acabo de comprar unos libros y juraría que me han cobrado el IVA... ¿A qué se referirá? También olvida que gracias a nuestros impuestos se financian, entre otros, autopistas ruinosas y bancos en quiebra.

En realidad, este señor sigue pensando en las personas con discapacidad como seres recluidos que no pueden hacer nada con su vida más que esperar a la caridad de la sociedad. No entiende que para que esa situación (que todavía se da) cambie, hacen falta precisamente que los colegios acepten a todos, que se pongan los medios para que nadie quede atrás por circunstancias no elegidas (físico, renta familiar…). No entiende... o no quiere que esa situación cambie.

Da la impresión de que se siente superior, que piensa que él es parte de la élite, los que pagan impuestos para que otros sobrevivan. Ay, no se da cuenta de que mañana puede sufrir un accidente o engendrar un hijo con problemas físicos. Pura inconsciencia. Hybris, casi. Esa sensación de soberbia que precede a la caída. Conozco más de uno…

Por fortuna cada vez hay menos personas que piensan así. Pero no hay que relajarse: de tanto repetir que la vaca no da para todos, podemos volver al pasado, a pensar que quien no “aporta” no tiene derecho a vivir.

Termino con un poema de José Agustín Goytisolo que viene al pelo: Me lo decía mi abuelito.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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