La polémica del órgano que rompió la paz del convento
Las clarisas de Santa Inés intentan que su rutina prosiga entre rezos y despachando por el torno los dulces que anuncia el olor a canela de la calle Doña María Coronel de Sevilla. Pero el teléfono de la priora y el timbre del convento no dejan de sonar, con periodistas o gente que llama para mostrarles su simpatía u ofrecerles ayuda, desde que se supo que la Junta de Andalucía les ha abierto un procedimiento sancionador de 170.000 euros por encargar sin permiso la restauración del órgano que inspiró la leyenda Maese Pérez el organista de Gustavo Adolfo Bécquer.
El procedimiento contra ellas se incoó el pasado 2 de noviembre por infracciones tipificadas en la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía, dado que esta restauración exige notificación a la Junta de Andalucía por estar el instrumento, obra de Francisco Perez Valladolid de finales del XVII, catalogado como un bien de interés cultural (BIC), como lo es este edificio eclesiástico desde 1983.
Pese a que el proceso se inició en septiembre, según confirman desde la Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deportes, y el aviso no les llegó hasta la pasada semana, lo cierto es que el órgano lleva fuera del convento desde enero sin haber avisado. Se desmontó para, por un lado, encargar la reparación del instrumento a Abraham Martínez, organista y fundador de Alqvimia Musicae, y por otro, de la madera a Jorge Anillo, que tiene su taller en Alcalá del Río (Sevilla) y está terminando esta última parte.
Tampoco es que el asunto se hubiera llevado en secreto. Alqvimia Musicae, que se encarga de hacerlo “de forma altruista” con Abraham Martínez a la cabeza, firmó el convenio con las monjas para ello y lo publicitó en su propia web. Para lo que resta del arreglo, un cartel anuncia desde hace semanas una cita benéfica el próximo domingo en el Real Club de Golf de Sevilla. La convocatoria es para un comida, a 25 euros el cubierto (10 para niños) y con conciertos y otras propuestas, con la que pretenden completar lo que cuesta la restauración del mueble, 19.000 euros. Ya tienen una buena parte recaudada gracias a donativos de “numerosas entidades y particulares”, como explican desde Alqvimia Musicae.
El permiso ya lo tienen
Pero tras tener conocimiento del tema en la Junta de Andalucía, saltaron las alarmas. De cualquier movimiento de un patrimonio de esta importancia debe quedar constancia para evitar situaciones como cuando hace cuatro años terminaron en la casa de subastas de Sotheby’s dos capiteles de la época islámica que desaparecieron de Córdoba o hace casi una década, cinco vigas de su mezquita.
El expediente se inició después de que se constatara por parte de los técnicos que no estaba en su habitual ubicación en el coro de la iglesia del convento. Cuando preguntaron a las monjas, éstas contaron que estaba en restauración, un trabajo que está previsto que concluya en diciembre para que vuelva a sonar, tras más de cuatro décadas de silencio, la nochebuena de este año.
El resultado ha sido el aviso de multa: 20.000 euros por el traslado sin previa notificación y 150.000 por la restauración igualmente sin autorización, igual que la obligación de “paralizarla de forma inmediata” hasta que, en su caso, se conceda el permiso. Este último, llevado el pasado miércoles a la comisión provincial de patrimonio, fue concedido, al constatar que el órgano estaba donde decían y en buenas manos. Todo ello se quedaría entonces en 102.000 euros por pronto pago. “¿Pero de dónde sacan más de 100.000 euros unas monjas que viven de vender dulces”, se pregunta el ama de llaves que revolotea por el convento. Desde la Junta de Andalucía argumentan que el proceso está abierto a alegaciones.
De momento, el abogado Joaquín Moeckel se ha hecho cargo de este caso, que ha despertado la sensibilidad en un parte de la sociedad civil que cree excesiva la sanción a las monjas. No les cobrará por ello, como explican las propias religiosas, que tienen 10 días para recurrir. De hecho, como apuntan desde la Consejería de Cultura es probable que la sanción se vea notablemente reducida, entre otras cosas porque, “una vez comprobada la solvencia” del taller que está terminando el trabajo en la madera, se les ha dado el permiso para terminar con la restauración como la habían empezado.
En cualquier caso, el delegado territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Manuel Girela, insiste en que hay que respetar la ley. Y eso va también para las monjas.
Inversión en el convento
En este contexto, las clarisas y la propia fundación que ha sufragado el 75% del coste para evitar la muerte del órgano lamentan que la Consejería de Cultura no haya invertido en la conservación del convento. Lo ha hecho: un informe de la Delegación Territorial de Cultura cifra en cinco millones de euros lo invertido en Santa Inés hasta 2007, casi “el triple” de lo que se comprometió a emplear entre 1990 y 1993 gracias a un convenio que firmó con las religiosas entonces y a cambio de poder habilitar para exposiciones las antiguas naves de los dormitorios situadas en dos plantas por un periodo de 50 años.
El grueso de la inversión se fue precisamente para habilitar esta parte de uso público, igual que se ha invertido algo también en el paño de azulejos del claustro, las pinturas del torno o la cúpula de una sala, pero buena parte del convento continúa apuntalado como se puede comprobar sólo accediendo hasta el torno para comprar unos dulces. En respuesta del Gobierno de Andalucía a una pregunta escrita del PP se dejó claro que “de momento” no se plantean nuevas inversiones. Y por tanto, el órgano había quedado olvidado hasta que Abraham Martínez, que acudía invitado por las monjas a su concierto navideño, reparó en el estado de la joya. En este punto, los actores implicados ya han puesto sobre la mesa la posibilidad de revisar dicho convenio, cosa que no se hace desde hace más de 25 años.
El caso es que fue la fundación la que se movilizó para recuperar el órgano e incluso abrió una cuenta corriente en busca de mecenas. El nombre de todos los que aporten quedará inscrito en pergaminos, a su vez introducidos en los fuelles del órgano. “Para que cuando el órgano ya restaurado cante por medio de los casi 400 tubos que tiene en su interior acaricie cada uno de los nombres de todos sus mecenas antes de que este viento se transforme en sonido”, apuntan los promotores de la reparación.
Tarea nada fácil la de encontrar mecenas para una empresa de este tipo. Máxime con una Ley del Mecenazgo en espera desde hace más de tres años y que hace sólo una semana el Gobierno de Andalucía reconocía que tenía dificultades para rescatar con la ambición que la había planteado sin un marco desde la Administración General del Estado (AGE).
Eso sí, no ha sido la única vez en la que las monjas han contado con apoyo de amantes del patrimonio. En junio, fueron tres arquitectos los que, gratuitamente, aportaron su trabajo y animaron a un constructor a encargarse, igualmente de forma solidaria, de unas obras de emergencia para evitar daños mayores en este convento fundado en 1374. “Esto es sólo una punta del iceberg de lo que necesita ser restaurado y puesto en valor de todo el patrimonio que hay en el convento, y que, evidentemente, las clarisas, de economía muy pobre, no pueden acometer”, exponían entonces desde la fundación Alqvimia Musicae a la agencia Efe.