El cumpleaños de Daniel en la UCI: “No hay dinero que pague el esfuerzo humano que se hace en la Sanidad pública”
“Hola Papá. Cuando leas esto ya habrá pasado lo peor. Todos estamos pensando en ti y mandándote toda nuestra fuerza y energía. Siempre he pensado que eras muy valiente, pero ahora con esto no me queda ninguna duda”. Ainhoa Fernández le mandó un Whatsapp a su padre con la intención de que lo viera nada más despertar. Confiaba en que Daniel Antonio Fernández volvería a estar consciente después de haber ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital 12 de Octubre de Madrid por una neumonía causada por el coronavirus. El mensaje permaneció en 'no leído' 25 días, hasta el pasado 28 de octubre.
No saben dónde ni cómo se contagiaron, pero a finales de septiembre tres de los cuatro miembros de su familia comenzaron con síntomas. Después de varios días de espera para que les realizaran una PCR que resultó positiva, Daniel empezó a fatigarse y a tener dificultad para respirar. “Llamamos, pero nos dijeron que no había ambulancias y que le teníamos que llevar. Yo estaba contagiada, pero claro no podía hacer otra cosa y cogí el coche. La médica nos dijo que tenía unas pequeñas manchas en el pulmón y que podía irse a casa con un tratamiento, pero que habían aprendido mucho de la primera ola y que le iban a dejar en observación. Esa decisión le salvó la vida”, cuenta Ainhoa en conversación con eldiario.es.
El empeoramiento de su estado hizo que le dejaran ingresado en planta, pero como las visitas no están permitidas, se pasaban el día hablando por Whatsapp, relata su hija. Hasta que el 3 de octubre por la mañana dejó de responder; su último mensaje había sido “no respiro bien”. Pasadas unas cuantas horas de angustia, Ainhoa recibió la llamada del hospital para comunicarle que su padre había sido ingresado en la UCI y que debían esperar al menos una semana para ver cómo iba respondiendo. Ese, dice la joven, “ha sido el peor momento de todo el proceso porque se te pasa por la cabeza que puede ser el final. Nunca imaginas que te va a tocar a ti, y hasta que no lo vives no ves de verdad la dureza de esto”.
Este jueves Daniel ha salido de la UCI. Se fatiga al hablar y su voz está cansada, pero nos coge el teléfono desde su habitación de la planta de Neumología del hospital. De fondo se escucha el sonido de la máquina que le mide las constantes vitales. Hace escasas horas que abandonó el área de pacientes críticos, a la que no se acuerda cómo llegó: “Cuando me ingresaron no me preocupé porque no pensé que era para tanto. Lo que empecé a notar es que cada vez respiraba peor y me faltaba oxígeno. Llamé al médico y me dijeron que ingresaría en la UCI. A partir de ahí no recuerdo nada, solo salir de la habitación de camino”, cuenta. Al igual que su hija, tiene un mensaje para la gente: “Yo creía que no me iba a pasar. No te lo imaginas. Tomaba las medidas, el gel, la mascarilla...Debemos tomárnoslo en serio”.
Lejos, pero cerca
Todos los días, los sanitarios llaman a su familia para informarle de cómo está. En los meses de mayor tensión en los hospitales, en marzo y abril, a veces la sobrecarga hacía imposible la comunicación diaria, pero ahora es casi una regla no escrita. Y es que la incertidumbre, la angustia y la ansiedad habituales, se redoblan para las familias en esta situación, que no pueden acudir en ningún caso a ver al paciente. Solo lo hacen si va a fallecer. Paco Blázquez ha sido uno de los enfermeros que ha tratado a Daniel en la UCI y explica que su evolución “ha sido lenta, pero ha ido mejorando”: “Casi el 80% de estos pacientes llegan a la UCI para intubar. Necesitan soporte respiratorio y ventilación y acaban en 'decubito prono' –dados la vuelta– para mejorar la ventilación. A él le hizo falta un ciclo, solemos tenerlos 48 horas”.
Daniel, dueño de un taller de coches “de toda la vida” que abrió su padre en el barrio madrileño de Usera, es uno de los 60 pacientes de media que entraron en críticos en España durante esa misma semana. Entonces, un 18% de las camas para los más graves se usaban para enfermos de COVID, hoy ya son tres de cada diez. Es también uno de los enfermos que estaba ingresado en la UCI del Hospital 12 de Octubre cuando elDiario.es la visitó. Su hija leyó el reportaje y le reconoció cuando Iris Bautista, supervisora de Enfermería de la unidad, señala a uno de los ingresados y exclama: “El otro día fue su cumpleaños y ayer por fin pudo hacer una videollamada con su familia. Eso lo tenemos muy presente”. Daniel había evolucionado bien, el tratamiento había funcionado y llevaba desde el día anterior despierto.
Por muy poco no había podido celebrar su cumpleaños con los suyos aunque fuera a distancia y mediante una pantalla. Había cumplido 57 años días antes, el 25 de octubre, cuando aún estaba dormido y conectado al respirador. “Nunca habíamos estado separados y yo tenía que felicitarle, así que me puse a navegar por Internet y encontré un proyecto del Hospital sobre humanizar la UCI en el que venía una dirección. Les escribí y les mandé una carta para que se la leyeran”, cuenta Ainhoa al otro lado del teléfono. Los sanitarios le propusieron también grabar un audio porque “recibir sonidos conocidos y agradables suele ser muy positivo”, le dijeron.
“Buenos días papá. Hoy es un día muy especial. Muchas, muchas felicidades”, comienza hablando ella. Le sigue su madre, con un “estamos deseando que vuelvas a casa” y su otro hijo, quien le manda ánimos: “Sigue así, que ya queda menos”.
Una vez lo escuchó dormido, la otra ya despierto. A Daniel, los sanitarios le volvieron a poner el audio una vez estaba consciente. “Me hizo una ilusión bárbara. En esos momentos no tienes ganas de nada y te da ánimos para seguir”. De las primeras cosas que hizo fue una videollamada con su familia, algo que no ha dejado de hacer ningún día desde entonces. El hombre confiesa estar “muy muy cansado”, pero ánimos tiene “todos los del mundo”. ¿Y qué es lo primero que quieres hacer al salir? “Ver a mi familia. He estado al borde de la muerte y te dejan de preocupar muchas cosas; ni el trabajo ni nada...No me preocupa nada más que ver a mi familia”.
Pero si hay algo con lo que se quedan Daniel y su familia es, sin duda, con la atención de los sanitarios, que afrontan una segunda ola del coronavirus extenuados tras meses de sobrecarga y tensión. “Es increíble lo que hacen. No hay dinero en el mundo para agradecer su labor”, exclama el hombre. Ainhoa, que lleva hablando con ellos diariamente desde hace más de un mes, lo comparte: “No olvidemos que detrás de esos trajes, y esas gafas que apenas nos permiten ver sus ojos, hay personas que arriesgan cada día su salud y la de sus familias para cuidar a los nuestros”. Por eso, considera que casos como el de su padre “ilustran el esfuerzo médico y humano, el trabajo, la calidad y el cariño del personal de la sanidad pública” y reivindica que la sociedad “lo valore” porque “no necesitan aplausos, sino que se les reconozca su labor y les demos nuestro apoyo”.
Lo más importante para ellos no solo ha sido el cuidado médico que Daniel ha recibido, sino el cariño y la cercanía que, dice, le han brindado, con la posibilidad de que su familia, estando lejos, estuviera lo más cerca posible. “Estando casi al completo aún sacan tiempo para dar la mano a los pacientes o cantarles el cumpleaños feliz. Y todo eso estando agotados”, concluye Ainhoa, que acaba de terminar de hablar con su padre mediante videollamada de Whatsapp. En la descripción de usuario del canal de mensajería se lee: “Fuerza papá. Te quiero”.
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