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España, en alerta mientras los contagios se disparan en Europa

Dos personas frente a la Puerta de Brandemburgo, en Berlín.

Sofía Pérez Mendoza / Icíar Gutiérrez

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Europa atraviesa una nueva ola de casos de COVID que ya iguala el pico de contagios registrado hace justo un año, el peor hasta el momento, y ha situado al continente de nuevo en el epicentro de la pandemia. Muchos países están batiendo récords de infecciones, y varios están volviendo a introducir medidas para frenar la transmisión y evitar sobrecargar sus sistemas sanitarios. España observaba hasta hace pocos días la escalada con distancia. “Estamos en condiciones óptimas para tener acorralado al virus a diferencia del entorno europeo”, dijo la ministra de Sanidad, Carolina Darias, dos semanas atrás. Sin embargo, la preocupación empieza a crecer al ritmo que lo hacen los contagios en nuestro país.

La velocidad de ascenso se ha acelerado y, aunque los hospitales de momento están a salvo –la vacuna protege frente a la enfermedad grave–, los expertos ven posible que haya que retomar algunas restricciones en las próximas semanas. “No es verdad que el virus circule y no pase nada, aunque haya menos personas que terminan en el hospital o en la UCI por estar vacunados. Ya sabemos que vamos a ver un aumento de la incidencia y de los casos hospitalizados, lo que nadie puede pronosticar con exactitud es lo grave que será”, avisa José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Dónde se sitúa el techo de esta ola es la gran incógnita para los expertos.

Los pacientes ingresados y en la UCI por COVID-19 empezaron a crecer a principios de mes, lenta pero sostenidamente. Según los últimos datos, hay 2.260 personas hospitalizadas por el virus, un 19% más que hace una semana; y 443, un 10% más, en camas de cuidados intensivos. Pese a la subida, es importante entender los datos en su contexto: en junio, con un nivel de incidencia similar y menos población vacunada, había casi 1.000 pacientes más en los hospitales (3.089) y el doble de ingresados en UCI (853). Además, el porcentaje de hospitalizados con COVID-19 respecto a los totales sigue por debajo del umbral del 2%. El de UCI justo toca el límite: la ocupación ha llegado al 5% este jueves. 

El virus entró en marzo de 2020 por el sur de Europa. Cuando España tenía ya una situación insostenible, otros países europeos todavía contaban con tiempo para imponer medidas estrictas antes del descontrol. Desde entonces, los ciclos de España y el resto de Europa han ido desacompasados. También en esta nueva ola, en la que los países del centro y del este se han adelantado. 

¿Eso significa que España vaya a escaparse de ella? “No es posible prevenir a largo e incluso a medio plazo en esta pandemia, así que no lo sabemos, pero anticiparnos siempre es beneficioso y las estrategias de reducción de riesgos siempre son bienvenidas si pueden ayudar a evitar intervenciones más severas”, dice Antoine Flahault, director del Instituto de Salud Global de la facultad de Medicina de la Universidad de Ginebra. Para el experto, que contesta a las preguntas de elDiario.es por escrito, “España debería, al menos, anticipar que podría no salvarse”. 



El estallido de contagios en Europa se ha atribuido a varios factores, desde el aumento de la interacción social y la llegada del frío –cuando la gente pasa más tiempo en interiores–, al levantamiento de las restricciones y normas como la obligatoriedad del uso de mascarillas, pasando por una cobertura vacunal en ocasiones insuficiente y un contexto de variantes más transmisibles, como la delta. Se espera que el aumento de la transmisión conlleve presión en el sistema sanitario en los países con niveles de inmunización más bajos o con una cantidad significativa de personas vulnerables sin vacunar.

A preguntas de elDiario.es, una portavoz de la OMS Europa señala que precisamente la buena cobertura vacunal (79%), el mantenimiento de la mascarilla y los factores climáticos –más personas pueden verse en el exterior porque no hace tanto frío– explican que España tenga mejores datos que otros países del entorno. “Pero ningún país puede permitirse bajar la guardia”, añade. 

Ventilar, restringir si hace falta y rastrear

¿Qué significa no bajar la guardia? Martínez Olmos menciona tres planos. Por un lado, no relajar las medidas “que dependen de nosotros” por una falsa sensación de seguridad al estar vacunados: ventilar interiores, mantener la distancia, lavar las manos y ponerse la mascarilla. “Está en nuestra mano, si cumplimos esto, la posibilidad de contagio es muy baja”, recuerda. 

Por otro, seguir con atención la subida de la incidencia y actuar imponiendo restricciones “cuando lo marque el semáforo COVID”, cuya revisión está en marcha. Las comunidades autónomas sopesan en estos días exigir un pasaporte de vacunación o prueba negativa para entrar en locales de ocio como forma de evitar medidas que afecten a toda la población, una herramienta que los expertos avisan de que tiene un efecto “limitado”. El epidemiólogo Martínez Olmos avanza también que será fundamental “hacer detección precoz y buen rastreo” en Atención Primaria, un talón de Aquiles para España. Los centros de salud llevan sobrepasados desde el inicio de la pandemia sin visos de mejorar. 

Pese a las diferencias entre países, la ola europea tiene características comunes: la tasa de notificación de casos es alta y aumenta con rapidez, mientras la tasa de mortalidad es baja pero en lento aumento, según el último informe de vigilancia semanal del ECDC. La agencia de la UE prevé que los ingresos hospitalarios y en las UCI aumenten esta semana y la próxima, aunque el panorama varía considerablemente entre los países. Aquellos con menor índice de vacunación siguen siendo los más gravemente afectados, decía el ECDC. En general, a pesar del elevado número de infecciones, el efecto de las vacunas para salvar vidas, previniendo la enfermedad grave y la muerte, se hace notar en las curvas.


Fuente: Universidad Johns Hopkins


Como se puede apreciar en el anterior mapa, los contagios están creciendo en todo el continente, pero las incidencias son especialmente elevadas en el centro y el este de Europa, además de Reino Unido y Noruega. España, junto a Suecia, y seguido por Portugal, Francia e Italia, figura entre los que tienen una incidencia menor de casos por cada 100.000 habitantes a 14 días, según el análisis de elDiario.es de los datos de la Universidad Johns Hopkins, que depende en gran medida de las pruebas efectuadas. 

De Alemania a República Checa

La situación es distinta en Alemania, que se encuentra en máximos de contagios. El país se encamina a unas Navidades “muy malas” si no se toman medidas, ha alertado un frustrado Lothar Wieler, director del Instituto Robert Koch (RKI), la autoridad sanitaria germana. “Hay una emergencia en nuestro país”, dijo.

Alemania lleva días pulverizando récords de contagios diarios y la situación en los hospitales está empeorando, según expuesto Wieler, que ha explicado que el número de enfermos graves de COVID está aumentando y en algunos lugares del país, las personas que han sufrido otras afecciones graves tienen que pasar hasta dos horas buscando una cama de cuidados intensivos libre. 

Según datos de la Asociación Interdisciplinar de Medicina Intensiva (DIVI), en 100 de 400 distritos alemanes solo hay una cama libre y hay 50 distritos que ya no tienen camas libres en cuidados intensivos. La ocupación de las camas disponibles en las unidades de cuidados intensivos para la población adulta es del 15,2%. La incidencia de hospitalización ha crecido hasta 5,3 casos por cada 100.000 residentes en los últimos siete días. En su punto máximo, durante la Navidad del año pasado, superó los 15. Las muertes se han duplicado en las últimas dos semanas, pero por ahora crecen de una manera menos pronunciada que en oleadas anteriores gracias a la vacunación. 

El porcentaje de población con pauta completa en Alemania se ha estancado por debajo del 70%, una aceptación relativamente inferior a la de otras partes de Europa Occidental. A ello se refirió el destacado virólogo alemán Christian Drosten en una entrevista con Der Spiegel, quien dijo que España podría dejar atrás la pandemia en primavera gracias a su alto porcentaje de vacunación. “Nosotros estamos muy lejos del fin de la pandemia. En cuanto (la variante) delta se imponga con toda su fuerza, los hospitales se verán saturados. (...) En cambio, en países con índices de vacunación altos como España y Portugal la pandemia podrá ser superada definitivamente en primavera”, dijo Drosten, partidario de restringir contactos y acelerar la campaña de vacunación en la población adulta.

El Gobierno federal alemán y los estatales han acordado este jueves que la llamada “regla 2G”, que permite la entrada solo a los vacunados y recuperados a actividades de ocio, se introducirá en áreas con una tasa de más de tres pacientes ingresados por cada 100.000 personas.

La vecina Austria, que había adoptado un polémico confinamiento para los no vacunados, ha anunciado este viernes un confinamiento general a partir del lunes. El país registra una de las tasas de casos más altas del continente (y del mundo), en su mayor oleada desde el inicio de la pandemia. Los contagios se han disparado hasta los 1.653 por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas. Las muertes también están en aumento, pero en una proporción menor a la del peor pico hasta ahora, el del pasado otoño. El Gobierno ha anunciado este viernes la vacunación obligatoria general a partir de febrero de 2022. El nivel de inmunización, del 64% –comparativamente bajo respecto a sus vecinos de Europa Occidental–, ha sido calificado como “vergonzoso” por las autoridades del país.

Junto a Austria, los países europeos con peores incidencias de casos en los últimos 14 días son Eslovenia, Croacia, Eslovaquia y República Checa, según el análisis de elDiario.es. Todos tienen algo en común: están a la cola en vacunación en la UE, por debajo del 59% de población inoculada con la pauta completa. 

Las infecciones se han disparado en República Checa hasta contabilizar 1.372 casos por cada 100.000 personas en las últimas dos semanas. Los fallecimientos y las hospitalizaciones están creciendo. El número de pacientes ingresados, alrededor de 4.500, es aproximadamente la mitad del pico de marzo. El país ha anunciado que solo permitirá a personas vacunadas y recuperadas de la COVID-19 acceder a restaurantes o ciertos eventos. La vecina Eslovaquia, con 1.555 casos por cada 100.000 habitantes en dos semanas y la tercera tasa de vacunación más baja de la UE, también ha optado por el camino de decretar restricciones similares para los no inmunizados para tratar de alentar a más personas a inocularse y aliviar la carga de los hospitales.

Bélgica también está registrando en este momento una incidencia muy elevada, 1.293 casos por cada 100.000 habitantes. Su cobertura vacunal, sin embargo, es mucho más alta, entre las mayores de la UE, con cerca de 75% de los ciudadanos completamente inmunizados. Pero el número de infecciones, ingresos hospitalarios y pacientes en cuidados intensivos casi se ha duplicado en las últimas dos semanas. Para evitar la sobrecarga del sistema sanitario y reducir el número de contactos, ha extendido el uso de mascarillas y ha hecho el teletrabajo obligatorio cuatro días a la semana hasta el 13 de diciembre.

Las autoridades holandesas han dicho que están al máximo de su capacidad para efectuar pruebas de COVID-19, mientras los Países Bajos registran las cifras más altas de contagios desde que comenzó la pandemia. En los últimos 14 días ha contabilizado 1.159 casos por cada 100.000 habitantes. La presión hospitalaria está creciendo, razón por la cual el Gobierno holandés decidió la semana pasada, entre otras medidas, adelantar el cierre de la hostelería y las tiendas no esenciales a las 20:00 horas y a las 18:00 respectivamente, así como prohibir la presencia de público en los eventos deportivos. Alrededor del 73% de la población está completamente inmunizada. 

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