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Libros prohibidos cerca de iglesias y con avisos de '+18': así aplica Hungría la ley anti-homosexualidad de Orbán

Dorottya Rédai sujeta el libro 'Un cuento de hadas para todos', que fue blanco de ataques homófobos y motivó la Ley de Propaganda anti-LGTBIQ.

Marta Borraz

Budapest (enviada especial) —
30 de junio de 2025 22:23 h

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Tres niños pequeños de unos cuatro años toquetean cuentos, señalan dibujos y pasan las páginas ayudados por dos mujeres que han acudido con ellos a una gran librería del centro de Budapest. Están en la sección infantil de la tienda, que se extiende a lo largo de una de las paredes repletas de todo tipo de libros, salvo de unos: si estos niños quisieran ojear o comprar un cuento en el que aparezcan personajes homosexuales o trans, no podrían encontrarlo en esta sección, sino en otra diferente encabezada por la palabra “Crianza” destinada a adultos.

Es una de las consecuencias prácticas que tiene en Hungría la Ley de Propaganda antiLGTBIQ aprobada por el Gobierno ultra de Viktor Orbán en 2021. Esta fue la norma utilizada por Fidesz para prohibir el Orgullo de Budapest que se ha convertido finalmente en el más masivo de su historia, pero su aplicación va mucho más allá y ha restringido la representación LGTBIQ en el espacio público a menores de 18 años, entre otros lugares en las librerías.

La norma y el decreto que la desarrolló después obligan a las tiendas a separar del resto los libros infantiles que “representen o propaguen divergencias con respecto a la identidad propia como el cambio de sexo o la homosexualidad”. También los cuentos deben estar envueltos en plástico para evitar lo máximo posible que sean abiertos. A veces lo hacen las propias librerías y en otras ocasiones, vienen así de la editorial o la distribuidora. El pretexto es “la protección de la infancia” y la lucha contra “los delincuentes pedófilos”, según reza el título oficial del texto, que reforma otras cinco leyes, entre ellas la de protección a la infancia, la de protección a la familia y la de educación. La ley está actualmente en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que se espera que no tarde en tomar una decisión.

El libro '¡Qué familia!' plastificado y en la estantería destinada a personas adultas de la librería Libri, en Budapest.

En esta tienda perteneciente a la gran cadena húngara Libri solo hay un puñado de cuentos de este tipo, entre ellos ¡Qué familia! sobre un niño con dos madres y una niña con dos padres, o Cuentos de Buenas noches para niñas rebeldes 2, que entre su cien historias de mujeres inspiradoras incluye la de la niña trans Coy Mathis. “Debemos tomar estas medidas”, resume una dependienta que prefiere no dar su opinión personal. En la estantería hay también libros sobre sexualidad dirigidos a niños. “Estos también deben estar ahí”, añade la mujer haciendo referencia a que la ley veta además el “contenido pornográfico o que represente la sexualidad de forma gratuita”.

De las restricciones tampoco se libran los volúmenes para adolescentes, situados en la planta de arriba de la tienda. También muy pocos y también envueltos en plástico, estos están además etiquetados con advertencias: una señal de +18 –solo para adultos– está impresa, por ejemplo, en la serie Coleccionista de estrellas, que aborda la historia de amor de Fynn y Nico. La edición en húngaro del cómic Heartstopper, convertido en una exitosa serie de Netflix, también viene con aviso: “¡No es un libro para niños!”, reza una pequeña inscripción en la contraportada acompañada de un símbolo arcoíris.

Hay otras medidas que deben aplicar las librerías: estas obras no pueden exponerse en escaparates y tampoco pueden venderse a menos de 200 metros de una iglesia o una escuela, según especifica la ley, lo que hace difícil que las librerías de ciudades o pueblos pequeños puedan directamente tenerlos en sus tiendas. “En 2021 se aprobó la ley y no pasó nada, pero en 2023 las autoridades empezaron a hacer inspecciones directamente en las librerías. Incluso a veces llegan a medir físicamente la distancia que hay entre la tienda y las iglesias o los centros educativos para asegurarse de que cumplen la legalidad”, cuenta Dorottya Rédai, directora de la asociación húngara Labrisz Lesbian.

Uno de los libros de la serie 'Coleccionista de estrellas' envuelto en plástico y con la advertencia '+18'.

El libro que lo empezó todo

Envuelto en plástico está también en Libri Un cuento de hadas para todos, un libro que no es uno cualquiera en Hungría por haberse convertido en la mecha que prendió la llama de la homófoba legislación de Orbán. El volumen, impulsado por Labrisz Lesbian, está formado por 17 historias, seis de ellas con personajes LGTBIQ, aunque no solo. También hay relatos sobre discapacidad o población migrante y gitana. “El objetivo era acercar la diversidad a la infancia, sin embargo, lo enviamos a varias librerías y no despertó mucho interés hasta que la extrema derecha se fijó en él”, cuenta Rédai.

Rédai, directora de Labrisz Lesbian, durante la entrevista con elDiario.es.

El libro se convirtió poco después de su lanzamiento en blanco de ataques homófobos por parte de la ultraderecha. Ahí comenzaba a emerger con fuerza el argumento fundamental que ha utilizado Viktor Orbán para restringir los derechos LGTBIQ en Hungría en un proceso que países como Rusia o Estados Unidos han usado con el mismo objetivo: la supuesta protección de los niños y niñas. La número dos del partido Mi Hazánk, Dóra Dúró, se refirió al libro como “propaganda homosexual” y en una rueda de prensa pocos días después de que saliera a la venta comenzó a arrancar hojas del libro y a introducirlas en una trituradora con una pegatina. La formación de extrema derecha es precisamente la que había convocado una protesta para intentar boicotear el Orgullo de Budapest este pasado sábado.

“El vídeo se hizo viral y organizaciones de extrema derecha comenzaron a manifestarse contra el libro y a pedir su retirada y, de alguna manera, ahí estalló todo”, recuerda Rédai. Aquello escaló con rapidez y, solo una semana después, hasta el primer ministro Orbán reaccionó y dijo en la radio pública húngara: “Hungría es un país paciente y tolerante con la homosexualidad, pero hay una línea roja que no se puede cruzar: dejen a nuestros niños en paz”. “Fue una especie de grito de guerra y a partir de ahí se empezó a equiparar la homosexualidad con la pedofilia”, explica la activista. Solo unos meses más tarde, el Parlamento húngaro aprobaba la Ley de Propaganda LGTBIQ.

Sin embargo, el libro se convirtió también en un símbolo de resistencia y las ventas aumentaron exponencialmente, sonríe Rédai al recordar el efecto Streisand que provocó la extrema derecha. “Todo el mundo quería tener uno y saber qué había pasado, así que se convirtió en un éxito de ventas. Además, tuvo una gran atención mediática y a partir de entonces los medios internacionales comenzaron a prestar atención a lo que ocurría en Hungría con los derechos LGTBIQ”, sostiene la activista. El libro acabó traduciéndose a once lenguas, entre las que no está el español.

Rédai sujeta el libro 'Un cuento de hadas para todo el mundo'.

El miedo a las sanciones

Las ventas de Un cuento de hadas para todos disminuyeron con el tiempo, pero los efectos de la ley prosiguen en Hungría. Las multas a librerías por incumplir la legislación son una posibilidad y, de hecho, algunas impuestas a la librería Líra Könyv son conocidas. En 2024, ocurrió en el condado de Bács-Kiskun, donde fue sancionada por vender a menos de 200 metros de una iglesia Cuentos de Buenas noches para niñas rebeldes 2. Antes, en julio de 2023 en Budapest, había recibido otra multa por exponer en sus tiendas Heartstopper “sin envolverlo adecuadamente” y por “catalogarlo como libro juvenil” mientras que en Pest fue sancionada por ¡Qué familia! por haber cometido “una infracción porque estaba colocado junto a otros libros infantiles”, aseguró entonces el comisario del condado.

El aviso que reza '¡No es un libro para niños!' en el cómic 'Heartsopper'.

Dorottya Rédai explica que las librerías y editorial “en general cumplen” con la normativa. “Es especialmente un problema para las pequeñas e independientes porque temen que las multas puedan arruinar su negocio”, señala. “El objetivo del Gobierno es fomentar la autocensura mediante la intimidación, describe Eszter Mihály, abogada de Amnistía Internacional en Hungría, que ha documentado cómo la ley ”ha generado un ambiente de temor“ entre los medios y la industria editorial que acaba ”dejando a los jóvenes LGTBI sin apoyo ni recursos de afirmación“ al restringir su acceso ”a materiales educativos y libros“.

“Normalmente, las editoriales y distribuidores envían en los catálogos una breve descripción e imagen de portada indicando si tiene contenido 'poco convencional', que es una frase legal que significa que tiene un carácter LGTBIQ”, explica una persona vinculada a la librería Írók Boltja, situada a menos de un kilómetro de Libri, que prefiere no dar su nombre. En su opinión, que remarca que es “personal y no representa a la librería”, la ley “no es clara porque no define claramente qué se considera contenido poco convencional”, por lo que “las autoridades tienen un amplio margen de maniobra si desean iniciar una investigación”. “La ambigüedad de la ley no es casualidad”, resume.

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