Cruz Roja ha tenido que volver a repartir comida en España
El paro golpea duro. En 2008, Cruz Roja atendió a unas 900.000 personas, la mayoría inmigrantes. Cuatro años y dos recesiones después, en 2012, la organización ha atendido a cerca de 2,4 millones de personas. La mayor parte de esa diferencia se debe a personas que se han visto afectadas de una u otra forma por la crisis y que son, sobre todo, de procedencia española.
“Es muy grave, ahora la gente está más preocupada por tener ingresos que por su salud. En 2006, el principal factor de vulnerabilidad era la salud, que ha sido progresivamente desplazada por la economía”, dice Antoni Bruel, coordinador general de Cruz Roja, que presenta el miércoles su informe sobre vulnerabilidad social entre 2011 y 2012. El documento confirma el peso del paro como un “fuerte factor generador” de vulnerabilidad. El 71,3% de la población activa atendida por la organización se encuentra en situación de desempleo.
Bruel explica que el perfil de la población atendida ha ido cambiando. Si antes era fundamentalmente inmigrante, en los últimos dos años son españoles que proceden de niveles económicos medios y acomodados. El 33% no tiene ningún ingreso. Este aumento de la vulnerabilidad social ha hecho que la organización recupere con fuerza programas que hace cuatro años estaban prácticamente en desuso. Es el caso del programa de distribución de alimentos o de las unidades de emergencia social.
La baja cualificación, vivir en una vivienda temporal o tener hijos a cargo son también factores que condicionan la vulnerabilidad social de las personas. No obstante, buena parte de las personas atendidas por Cruz Roja tiene estudios superiores: más del 43% de los usuarios tiene estudios secundarios, y un 8,3% incluso formación universitaria. La mayoría de las personas atendidas –el 56%– son mujeres.
No poder poner la calefacción cuando el termómetro marca tan sólo unos pocos grados o no poder darse una ducha caliente en invierno son también consecuencias de esta creciente vulnerabilidad. En 2011, Cruz Roja constató que el 43% de las dos millones de personas que atendió ese año tenía problemas para atender sus necesidades energéticas. Aunque no hay cifras cerradas, la impresión de José Javier Sánchez Espinosa, responsable de programas de la organización, es que este colectivo ha aumentado aún más durante 2012.
“Son personas que no tienen los suficientes recursos para afrontar los gastos del suministro de su hogar, el gas, la luz, la calefacción. Es algo que además tiene otras repercusiones, por ejemplo, en el estudio de los menores, o en la salud”, explica. Buena parte del programa sobre pobreza energética de la organización consiste en la prevención a través de medidas de ahorro: repartir bombillas de bajo consumo y larga duración, dispositivos de ahorro en el consumo del agua, o trucos para gestionar la caldera. Otros de sus programas, como el de alimentos o el de apoyo escolar, también buscan que la gente pueda dedicar su gasto a la energía. En casos extremos, Cruz Roja se hace cargo de las facturas de los beneficiarios.
El coordinador general apunta también a una tendencia que han observado: cada vez hay más personas mayores a cargo de otros mayores y dependientes. “Era una población más o menos estable porque aunque tienen pocos ingresos son estables. En cambio ahora con esos ingresos tienen que vivir más personas”, señala Brunei.