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El impacto de la tercera ola demuestra que es imposible convivir con el virus y contener la pandemia

Una imagen del encendido de las luces de Navidad en Vigo

Mónica Zas Marcos

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Entre calles anegadas por la nieve, poblaciones incomunicadas y una racha de temperaturas bajo cero a consecuencia del temporal Filomena, la pandemia vive un repunte de contagios que no ha llegado a su pico. Aún queda lo más “complicado” de enero. Así lo ha confirmado este martes el ministro de Sanidad en rueda de prensa, donde sin embargo, ha descartado autorizar el confinamiento domiciliario que ha pedido Castilla y León y sugerido Murcia. “Ya sabemos cómo doblegar el crecimiento de casos con la estrategia vigente”, ha espetado Salvador Illa, recurriendo a las medidas ejecutadas en “la segunda ola”.

No obstante, el panorama actual de España es algo distinto al de hace dos meses. Este fin de semana ha registrado el peor dato de contagios desde el comienzo de la pandemia, la incidencia acumulada alcanza los 454 casos por 100.000 habitantes y está en marcha una campaña de vacunación que depende en gran medida de una situación epidemiológica estable. Por eso, los expertos en Salud Pública miran con recelo las consecuencias de “convivir” con el virus en la “nueva normalidad” sin tomar grandes restricciones para atajar la transmisión.

“No existe convivencia posible y armónica con el virus”, asegura Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria de la OMS. “Es una guerra activa, la COVID-19 no deja de contagiarse por más que haya festejos navideños, vacaciones o veranos”, piensa en referencia al pico que se ha registrado tras el periodo estival, los puentes, el Black Friday o la Navidad. “La única forma de convivir con él es haciendo uso de la mascarilla, respetando la distancia de seguridad adecuada, limitando la movilidad y reduciendo reuniones”, resume.

López Acuña lee los datos con resignación, ya que muchos epidemiólogos como él advirtieron durante el pasado diciembre las consecuencias de la tercera ola si no se tomaban las medidas adecuadas. “Se le puede poner otros adjetivos, como desastroso o catastrófico, pero para nada es sorprendente”, dice Pilar Serrano, secretaria de la Asociación Madrileña de Salud Pública (AMaSaP) y miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). “Lo asombroso hubiera sido lo contrario contando con las miles y miles de reuniones navideñas”, comprende.

La razón para ella radica de nuevo en la convivencia normalizada con el virus. “La gente pensaba que con el amor de la familia y de los seres queridos era suficiente para poner una pantalla de protección, pero si se baja la guardia en las medidas estrella, como mantener la distancia o llevar la mascarilla, nos vamos a contagiar”, explica. Aunque no duda de los efectos positivos para la salud mental, cree que hoy estamos pagando la distensión en las reuniones familiares celebradas en espacios cerrados. “El panorama pinta feo en casi todos los lados”, prevé Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

Respecto a la incidencia media en 14 días, Extremadura ha superado este martes el millar de casos con 1.076, seguido por Madrid y Baleares, con 621 y 600, respectivamente, y Castilla La Mancha con 595. Son datos que nos retrotraen a mediados noviembre, cuando la segunda ola de la pandemia alcanzó su pico, algo que aún no ha ocurrido en el caso de la tercera, según los epidemiólogos. Además, hay que tener en cuenta que las comunidades hicieron un 20,9% menos de pruebas diagnósticas en la última semana de 2020 y que la cifra no ha remontado mucho en lo que llevamos de año.


¿Cómo evoluciona la epidemia y cómo estamos respecto a la 3ª ola?

Evolución de los casos y las muertes notificadas, los hospitalizados y los ingresados en UCI cada día, la variación en los últimos 7 días y la comparación con el pico de la 3ª ola de la pandemia

Fuente: Ministerio de Sanidad


Aunque la incidencia es el baremo principal para medir el estado epidemiológico, no se pueden descuidar otros indicadores como la ocupación hospitalaria, la de las camas UCI o la positividad de las pruebas. Respecto a esta última, que según los criterios de Salud Pública no debería superar el 5%, la Comunitat Valenciana registra un 29%, Castilla La-Mancha un 27%, Murcia un 22% y Madrid un 19%. Por su parte, preocupa la presión asistencial de las UCI en Valencia (con un 43,3% de ocupación) y en Catalunya (el 41,2%). Les siguen Baleares, Madrid y Castilla La-Mancha, muy por encima del 20% que los expertos han fijado como umbral de riesgo.

Lo dijo Fernando Simón este lunes cuando presentó los datos del impacto de las vacaciones: “Lo hemos pasado mejor de lo que deberíamos estas navidades”. No obstante, los epidemiólogos Pilar Serrano y Pedro Gullón están en contra de “cualquier mensaje punitivo y culpabilizador hacia la ciudadanía”. “La mayoría de la gente ha hecho lo que se les dijo que podían hacer, como reunirse con 6 o 10 allegados o acudir a bares y restaurantes, que estaban abiertos”, defiende la portavoz del AMaSaP. “Hubo mucha confusión en los mensajes”, comparte Gullón. Se refiere a las comunidades autónomas, como Andalucía o Catalunya, que empezaron sus desescaladas poco antes de la Navidad, aunque después tuvieron que interrumpirlas abruptamente.

“En diciembre ya se empezó a ver este cambio de tendencia por las compras navideñas, las reuniones sociales y el frío, que hace más difícil permanecer en exteriores”, indica el experto. No está de acuerdo con la teoría de que se tendría que haber cancelado la Navidad, sino que opta por la de “impedir las actividades sociales y económicas no esenciales”. Salvador Illa ha asegurado este martes en rueda de prensa que “los españoles han hecho lo que tenían que hacer en estas fiestas”, evitando la culpabilización, aunque, en su caso, también la autocrítica.

No opina lo mismo el exdirector de la OMS, Daniel López Acuña, para quien los mensajes del ministro y del director de Alertas y Emergencias Sanitarias resultan contradictorios: “Pública y socialmente nos hemos equivocado con esa permisibilidad. No se debió autorizar la movilidad ni la apertura de las burbujas familiares”, rebate. A su entender, los poderes públicos “no entienden la severidad” de una situación que pudo haberse “controlado o al menos minimizado”. Tampoco está de acuerdo con comparar estas restricciones con las tomadas de cara al verano, cuando la incidencia media era de 25 casos por cada 100.000 habitantes, antes de Navidad partíamos de 250 y ahora nos situamos cerca de los 500. Por eso, tampoco entiende “la cerrazón ante la idea del confinamiento domiciliario” y apuesta por un nuevo estado de alarma que lo contemple.

La tregua Filomena y los confinamientos

Debido al decalaje entre las fechas clave en el aumento de casos y los datos que ofrece Sanidad, todavía quedan un par de semanas para constatar los efectos de la Nochevieja y la noche de Reyes en la pandemia. Lo que también puede afectar de forma sorpresiva –y para bien– es el paso de Filomena por regiones con mucha incidencia, como Madrid y Castilla La-Mancha. “Veremos una bajada fruto del confinamiento impuesto por la naturaleza”, opina Pilar Serrano, que calcula que se observará del 22 al 24 de enero.

Daniel López Acuña piensa que, si bien “es bueno que la adversidad climática nos haya llevado a una restricción de las salidas”, no se puede comparar con un “confinamiento total” como el que él propone. “Filomena va a durar menos de una semana y para que se viese un impacto, el encierro debería durar de dos a cuatro semanas”, compara. Por su parte, el miembro de la Sociedad Española de Epidemiología Pedro Gullón se confiesa “reacio al confinamiento domiciliario, la restricción más extrema, cuando no se han implantado otras medidas antes”.

De hecho, cree que el efecto de Filomena no será por el confinamiento, “sino porque se han paralizado las actividades no esenciales”. Y, aún así, piensa que se han mantenido más de la cuenta, por lo que no cree que esta sea la opción por la que se decanten algunas comunidades como Madrid. “Si no han sido capaces de paralizar la actividad económica menos urgente ante una situación tan grave y catastrófica como la nevada del siglo, no creo que vayan a paralizar la vida de los madrileños por el coronavirus”.

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