El origen de “la curiosidad mató al gato”: un dicho anglosajón que primero culpaba a otra cosa y no hablaba de un felino real
Un gato se había encaramado al alféizar de una ventana abierta, atraído por el movimiento de unas palomas que picoteaban migas en un tejado cercano. En un descuido, avanzó sobre la repisa exterior y quedó suspendido en una postura inestable, con las patas traseras apoyadas de forma precaria.
El salto hacia la cornisa contigua no salió como esperaba y acabó precipitándose a un patio interior de varios metros de altura. Escenas así, o similares, se repiten en muchos hogares, ya que los gatos muestran con frecuencia conductas de exploración que implican riesgos reales.
La frase inglesa sobre el gato cambió con el tiempo y modificó su advertencia original
Los casos de este tipo han alimentado la fama de los gatos como animales curiosos, un rasgo que se ha usado para construir advertencias populares. Entre ellas destaca la expresión inglesa curiosity killed the cat, que se utiliza para alertar sobre los riesgos de indagar o experimentar sin valorar las consecuencias.
Según recoge el dramaturgo Ben Jonson en 1598 en su obra Every Man in His Humour, la formulación original no hablaba de curiosidad, sino de preocupación, con la frase care killed the cat, donde care aludía a la inquietud o la tristeza.
La misma idea fue utilizada por William Shakespeare alrededor de 1599 en la comedia Much Ado About Nothing, donde incorporó un verso que mantenía el sentido inicial. Ese formato se mantuvo durante varios siglos y llegó incluso al Dictionary of Phrase and Fable del reverendo E. Cobham Brewer en el siglo XIX. En esa publicación se añadía que el agotamiento derivado de la preocupación podría acabar con las nueve vidas atribuidas a los gatos - los anglosajones le suman dos vidas extra a los felinos -, reforzando así la moraleja.
La transición hacia la forma moderna empezó a documentarse a mediados del siglo XIX. En un periódico irlandés de 1868 ya aparecía la fórmula con curiosity, y en 1873 el compilador James Allan Mair la incluyó en su A Handbook of Proverbs como refrán irlandés. Su presencia en recopilaciones y en titulares de prensa a finales del XIX y principios del XX contribuyó a su difusión, hasta convertirse en una advertencia ampliamente reconocida.
Algunos medios estadounidenses de principios del siglo XX recogieron una versión ampliada que suavizaba la advertencia inicial. En diciembre de 1912, The Titusville Herald publicó la frase Curiosity killed the cat, but satisfaction brought it back, que aludía a la idea de que la curiosidad podía conllevar un riesgo, aunque la recompensa obtenida compensara el peligro. Esta variante convivió con la original y llegó a incorporarse en publicidad y en referencias culturales diversas.
A lo largo del tiempo, el refrán ha conservado su utilidad como llamada de atención frente a conductas imprudentes, pero su tono ha variado según la versión. La forma primitiva se centraba en las consecuencias del desasosiego constante, mientras que la actual pone el acento en la tendencia a investigar o intervenir en lo que podría resultar perjudicial. En ambos casos, el gato funciona como ejemplo de un comportamiento que, llevado al extremo, acaba provocando un desenlace fatal.
Ese tipo de accidentes, ya sea al precipitarse desde un balcón al intentar atrapar un pájaro, al quedar atrapados en un conducto de ventilación o al esconderse en el motor de un coche para buscar calor, son los que han dado fuerza a un refrán que hoy se entiende en medio mundo.
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