Un youtuber hace paso a paso 3 recetas españolas de hace más de 300 años: ¿saben igual que ahora?

Cocido madrileño en el restaurante que frecuenta Felipe VI

Adrián Roque

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La historia culinaria de España es rica en sabores y tradiciones que han evolucionado a lo largo de los siglos. Sin embargo, algunas recetas, aunque muy conocidas hoy en día, han cambiado profundamente desde sus orígenes. Un youtuber ha decidido hacer un experimento gastronómico único: recrear tres recetas españolas de hace más de 300 años. ¿Sabrán igual que ahora? Vamos a descubrirlo paso a paso.

1. Gazpacho sin tomate: el antecesor del famoso plato andaluz

Mucho antes de que el tomate llegara a Europa, el gazpacho no existía como lo conocemos hoy. En lugar de tomate, el plato que hoy reconocemos como una mezcla fresca y deliciosa de verduras, era un ajoblanco. El ajoblanco, precursor del gazpacho, nació en Al-Ándalus y se hacía sin necesidad de fuego, convirtiéndolo en una opción nutritiva y fácil de preparar.

Receta original: Para recrear este ajoblanco histórico, se remojaba pan duro, se escurría y se añadían almendras, ajo, vinagre, agua, sal y aceite de oliva. El resultado era una sopa fría que no contenía tomate, pues este no llegó a España hasta el siglo XVI. El ajoblanco era un plato refrescante y energizante, muy popular entre las clases campesinas y ganaderas.

¿Sabe igual que ahora? Al probarlo, el sabor era sorprendentemente diferente al gazpacho moderno. Más suave y con una textura cremosa, el ajoblanco ofrecía una frescura deliciosa, pero no esa explosión de tomate que caracteriza al gazpacho contemporáneo.

2. Alboronía: el precursor del pisto

Otro plato que se remonta a la época medieval es la alboronía, precursor del pisto, una receta que ya dejaba claro el uso de ingredientes de la huerta española, como las berenjenas, calabazas y garbanzos.

Receta original: Para hacer la alboronía, se salteaban berenjenas en dados, calabaza en dados, cebolla picada y ajocon aceite de oliva hasta que quedaban bien blanditas. Después, se añadían garbanzos y un toque de comino y canela, para dar sabor al guiso. Este puchero sin tomate era un festín de verduras que reflejaba la cocina medieval española, antes de la influencia del tomate en la gastronomía.

¿Sabe igual que ahora? Aunque carece del color vibrante del pisto moderno, la combinación de sabores era increíblemente rica. La canela y el comino le daban un toque cálido y especiado, mientras que las verduras estaban cocidas a la perfección, creando una textura suave y reconfortante.

3. Olla podrida: la precursora del cocido madrileño

La olla podrida, un guiso medieval, se considera el antecedente de nuestro querido cocido madrileño. El nombre viene de “poderida”, pues hace referencia a la cantidad y la variedad de ingredientes que se añadían al plato, lo que lo convertía en un manjar contundente que te llenaba de poder.

Receta original: Para esta receta se cocían múltiples tipos de carnes, como pescado, cerdo, ternera y aves, junto con garbanzos, judías y verduras de la huerta, como col, apio y zanahoria. El guiso resultaba cargado de sabores intensos, y su nombre no era un eufemismo, sino una referencia a lo “poderoso” del plato, que llenaba a los comensales de fuerza.

¿Sabe igual que ahora? Al probarlo, el sabor era reconfortante, y aunque no se sentían las mismas influencias de la cultura moderna, la potencia de los ingredientes daba la sensación de estar degustando un plato ancestral que, aún hoy, podría servir como base de un cocido madrileño de lujo.

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