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Pantoja, Paquirrín, Belén Esteban y Andrea Janeiro: ¡Qué asco de televisión pública!

Estudios de Televisión Española en Madrid

Gumersindo Lafuente

Isabel Pantoja ha cumplido 61 años recibiendo en Cantora a su prole diversa y televisiva. Paquirrín aprovecha para hablarnos de su dieta y el resto de la muchachada entra y sale de la finca bajo un espectacular despliegue de reporteros. Puyol, el ex del Barcelona, y su novia, Vanessa, pasean a sus dos hijas pero, ¡qué pena!, sin campanadas de boda. Banderas, un hombre vital, en el trabajo y en el amor, tiene un problema: no le funciona bien la patata (el corazón). A pesar de que ya no fuma y sale a correr a diario, se tendrá que operar. Eso sí, sus cosas con la moda y los complementos le van de cine. Luis Fonsi triunfó en Marbella y sí, no se lo van a creer, Nino Bravo habría cumplido 73 años tal día como hoy. Indudablemente se marchó antes de tiempo. Pero no hay que preocuparse, Eugenia, Martínez de Irujo es feliz. Y no es para menos, nos presentan a su nueva pareja: ¡un directivo del mundo de la música! ¿Está enamorada, Eugenia?, le preguntan sin cortarse. Entre risas y ditirambos prosigue Corazón, el programa de La 1 de RTVE que precede al Telediario y que presenta sin sonrojarse Anne Igartiburu. Es su trabajo.

Lo que ya no es tan comprensible es que todo este hilo de estupideces se pague con dinero de nuestros impuestos. Y eso que el programa de ayer, antes descrito, fue con todo bastante plano. Hay que tener mucha paciencia para no lanzarse a incendiar Prado del Rey después de ver perseguir a los reporteros alcachofa en mano a Maria José Campanario (sí, la mujer de Jesulín, en tratamiento en una clínica malagueña), o, hace unos días, a la misma tropilla destapando el rostro, ahora sí, de Andrea Janeiro, en su mayoría de edad, tan llorada y celebrada por su madre, Belén Esteban, la reina del pueblo.

En fin, siento la parrafada, pero es que si los informativos de la tele pública están en la picota día sí día también por su parcialidad, el resto de la programación no le va a la zaga. No se entiende de ninguna manera que, una vez suprimida la publicidad, la tele pública sea tantas veces tan ramplona, cursi, soez y prescindible como la mayoría de las privadas.

Ya sé que campeones de la insensatez los hay por todos lados, un ejemplo reciente nos lo daban en El Español con su exclusiva sobre la novia de Miguel Ángel Blanco. Hay que ser canalla (periodísticamente hablando) para dedicarse a hurgar en la intimidad de personas anónimas que tuvieron la mala fortuna de sufrir tanto hace tantos años. Pero al final, serán los accionistas y el oficio los que carguen con el baldón de tamaño despropósito.

No ocurre lo mismo con los medios públicos. Creo que una tele nacional pagada con nuestros impuestos es necesaria, pero si se dedica a hacer buena televisión. Si no, es muy prescindible. En 2017 RTVE nos va a costar casi 1000 millones de euros y es una estafa que se gasten en perseguir a vagos y maleantes (muchas de las “estrellas” de estos corazones han pasado por la cárcel) en vez de dedicarse a hacer con talento programas de utilidad pública. Estoy seguro de que hasta la propia Anne Igartiburu lo agradecería mucho. 

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