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El dilema naranja

Albert Rivera

Antón Losada

El apoyo independentista a la moción de censura le abrió a Ciudadanos un espacio para devorar al PSOE desde el centro izquierda jacobino, como ya había hecho con éxito en Catalunya. La estrategia de Pablo Casado de intentar cortar el paso a Vox copiándole la agenda de derecha extrema le ha abierto a Ciudadanos un espacio para devorar al Partido Popular desde el centro derecha liberal. Todo serían buenas noticias y resultaría perfecto si no mediara un pequeño inconveniente: no se puede ir a por ambos nichos electorales a la vez, igual que uno no se puede mover al mismo tiempo hacia la derecha y hacia la izquierda. Ciudadanos debe elegir y las opciones son mutuamente excluyentes.

Para crecer a costa del PP necesita poder acordar y gobernar con los populares. Para medrar a costa del PSOE necesita poder acordar y gobernar con los socialistas. El problema es que ambos rivales lo saben y ambos le van a forzar a elegir: o uno u otro. Ni populares ni socialistas le van suministrar gratis total una especie de bufé libre de alianzas, donde los naranjas puedan comer cuánto quieran, dónde quieran y siempre que les apetezca.

Si Rivera y los suyos optan por crecer a costa del PSOE necesitan, además, recuperar el tono más sensible en lo social y más intervencionista en lo económico que les llevó a definirse incluso como un partido socialdemócrata. Si, en cambio, prefieren ir medrar a costa de los populares, van a tener que reforzar aún más un discurso económico liberalizador. O bajas los impuestos o mejoras los servicios públicos, ambas cosas al tiempo ya no cuelan. La bandera de España puede tapar muchos dilemas programáticos, pero no todos.

El teatrillo que los naranjas andan representando en Andalucía, resistiéndose a retratarse con Vox como si estos fueran Trolls y ellos inocentes hobbits en apuros, se explica desde la urgencia de un dilema que implica elegir también un camino con difícil marcha atrás si sale mal. Forzar al PSOE a una abstención en Andalucía, con el argumento de parar a la derecha extrema, le abriría la puerta a acuerdos de futuro con los socialistas, acercándoles al tan deseado votante de centro izquierda.

Llegar al gobierno en Andalucía con el PP y con Vox en la fotografía ataría a Rivera al mástil de los pactos con la derecha, además de obligarle a dar muchas explicaciones a unos socios europeos que han renunciado a acordar con sus derechas extremas. Al PP le da igual salir en la foto con Vox porque ya no podía pactar con casi nadie antes, pero para Ciudadanos implica correr el riesgo de perder uno de sus mayores activos: su versatilidad para pactar.

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