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¿Dónde escribiría hoy Chaves Nogales?

Portada de "El hombre que estaba allí".

Gumersindo Lafuente

Un periodista decente. Conmueve ver a Manuel Chaves Nogales, en la única imagen en movimiento que se conserva de él, aplaudiendo a Niceto Alcalá Zamora, recién proclamado presidente de la República. Era el 11 de diciembre de 1931 y en la secuencia, grabada a las puertas de las cortes, se adivina un ¡Bravo! quizá impropio de un periodista tan conocido entonces como ignorado luego durante casi sesenta años.

Después de tan largo silencio, Chaves, fallecido en el exilio en Londres en 1944, está hoy de moda. Se reeditan sus libros, se recompone su figura y hasta se hacen documentales de su vida y su obra, como el que acaban de presentar Daniel Suberviola y Luis Felipe Torrente y que se acompaña de un interesante libro de entrevistas en torno a la figura de uno de los mejores periodistas españoles del siglo XX.

Nos impresiona tanto su vitalidad de reportero cosmopolita como la capacidad de ver y anticipar las consecuencias de los hechos históricos que presencia. Se espanta cuando visita la Unión Soviética y se espanta cuando entrevista a Goebels en la Alemania nazi en 1933.

“Todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario”, dice en el prólogo de “A sangre y fuego”, un texto dolorosamente clarividente escrito en la primavera de 1937 ya en su exilio francés y que se convierte en una explicación de por qué al final de su vida y durante tanto tiempo después de muerto ni los unos ni los otros tuvieron ningún interés en recordarle.

“Tenía las ideas bastante claras y siempre dijo lo que pensaba”, asegura, desde sus más de 90 años, su hija mayor, Pilar Chaves Jones. Y ante su obra, tanto como reportero como dirigiendo periódicos, en un oficio que vive momento delicados, la pregunta es inevitable: ¿En cuál de los grandes diarios españoles podría trabajar hoy Chaves Nogales?

Republicano convencido, el monárquico ABC queda descartado. En La Razón, casi por su propio nombre (y por todo lo demás), tampoco encajaría. Seguro que en El Mundo le dejarían escribir una columna, para eso su director siempre estaría disponible, pero manteniéndole en casa, lejos de la redacción central, evitando el peligro de un excesivo protagonismo ¿Y en El País? Parece que ese sería su sitio. Imagino a un Chaves en plena forma a los mandos de esa nave...

¡Qué difícil encontrar hoy un sitio para un ser tan excepcional! Así lo describe Antonio Muñoz Molina en el documental: “Una persona dotada de las cualidades normales que hacen memorable a un ser humano: la inteligencia, la bondad, el espíritu crítico, la soberanía personal, la decencia”.

La decencia. Malos tiempos, si, para la decencia. Y a pesar de todo, creo que muchos suscribimos el lamento de Soledad Gallego-Díaz en el prólogo del libro-documental “El hombre que estaba allí”: ¿Cómo es posible que un periodista como él fuera prácticamente desconocido para los profesionales de mi generación?

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