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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Una de las personas multadas con 6.000 euros en Olocau relata los hechos y las agresiones sufridas

Un toro es embolado en la provincia de Castellón.

El caballo de Nietzsche

La noche del pasado 5 de diciembre un grupo de activistas por la defensa de los derechos animales acudimos al pueblo castellonense de Olocau del Rey con la intención de impedir que un ser inocente fuera torturado colocándole bolas de fuego en su cabeza, algo que fuera de las fronteras de este país se considera inconcebible, como es lógico para cualquier mente civilizada.

Sin la presencia de un solo miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (algo que, ante la 'celebración' de un 'evento' de este tipo, no se entiende y supone una irregularidad, si no una ilegalidad), a las 22:15 horas todos nos unimos alrededor del pilón que usan para inmovilizar al toro mientras le prenden fuego.

Nadie se encadenó, como asegura la denuncia que nos están haciendo llegar. Eso no es cierto. Habrá que preguntar a los cuatro o cinco agentes de la Guardia Civil (que llegaron más de una hora después, sobre las 23:30) a quién tuvieron que desencadenar y con qué cizallas. Lo único que se hizo es que unx de lxs compañerxs metió un candado-pitón en el agujero que atraviesa el pilón (que es por donde meten la soga que ata al toro), con la idea de inutilizar el 'artefacto'.

Al parecer, estos agentes de la Guardia Civil vinieron del puesto de Vinarós, a gran distancia de Olocau, como prueba lo que tardaron en llegar (y eso que, según su propias palabras, hicieron el viaje “quemando los coches”), lo que constituye un notable despropósito y una presunta ilegalidad, pues se supone que debe haber presencia de agentes de la autoridad mientras se perpetra semejante canallada legal contra un animal, aunque solo sea para vigilar que las vidas humanas no corran peligro (que es lo único que cuenta para mucha gente).

Allí estuvimos todo ese tiempo, soportando los escupitajos y la violencia verbal y física de muchos vecinos que ahora, como suele ser habitual, van de víctimas, acusándonos de insultarlos. Nuestra acción fue del todo pacífica (y hay imágenes que lo atestiguan), mientras que, por ejemplo, el cámara y la reportera de La Sexta tuvieron que salir corriendo de allí a los pocos minutos a consecuencia de las amenazas que vertieron sobre ellxs, algo de lo cual podrían dar testimonio.

También tenemos constancia de que estuvieron a punto de sacar al toro del camión con nosotrxs concentradxs en el pilón. De hecho, llegaron a bajar del vehículo el cajón en el que lo llevaban. Finalmente, alguien ajeno al pueblo puso algo de cordura, advirtiéndoles de que eso podría ser considerado como un intento de homicidio, y en el último momento desistieron de hacerlo.

Esos pocos agentes de la Guardia Civil nos identificaron con el objeto de denunciarnos, como así ha sido. Aguantamos donde el pilón hasta las 00:00 horas, momento en el que expiraba la autorización para torturar al animal, así como el seguro de responsabilidad civil que están obligados a contratar para sus oscuros menesteres. La Guardia Civil nos invitaba a irnos de allí y, cuando tuvimos la seguridad de que esa noche ya no podrían torturar a nadie en ese lugar, lo hicimos de forma pacífica y voluntaria (por su número, los agentes allí presentes no podrían habernos obligado a marchar, ni tampoco habernos sacado a la fuerza).

La salida del pueblo fue dantesca. La ira de los lugareños fue en aumento desde que se dieron cuenta de que no podrían llevar a cabo su siniestro propósito, de manera que, con la endeble protección de esos cuatro o cinco guardias civiles, acabamos por tener que salir corriendo de allí. Yo mismo tuve que montar a lxs cuatro compañerxs de mi coche con el vehículo en marcha porque la gente del pueblo había empezado a cortar la carretera de salida. Hubo en ese momento agresiones que están denunciadas con parte de lesiones (la mía entre ellas), vehículos de compañerxs apedreados, con lunas rotas y desperfectos varios.

Este es el país en el que vivimos, donde se protege e incluso subvenciona la tortura de un ser vivo inocente, mientras se trata de “ejemplarizar” con sanciones astronómicas a quien lucha y se opone a estas canalladas. A veces tengo la sensación de que el mundo ha perdido el norte, creo que hay gente que no sabe el significado de la palabra “ejemplo”. Pero nosotrxs no pretendemos ser ejemplo de nada, simplemente estuvimos donde sentíamos que teníamos que estar.

Por cierto, el alcalde de Olocau viene a decir, leídas sus últimas declaraciones, que fuimos unxs cobardes buscadores de protagonismo, al llevar a cabo nuestra acción en un pueblo de 110 habitantes en vez de hacerlo en cualquier otro más grande. Lo que seguramente este tipo no podrá entender nunca es que para nosotrxs una vida es una vida, ya sea en Olocau o en el centro de Madrid.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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