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El profeta Rajoy ha hablado

Lluís-Anton Baulenas

“Si la mayoría de los catalanes no les siguen, ¿cómo se atreven a hablar en nombre de Catalunya a la hora de proclamar la independència?” He aquí las palabras solemnes de Rajoy en Barcelona este fin de semana. Ninguna novedad. Se insiste una y otra vez por parte del PP en que “sólo” dos millones doscientas mil personas dieron cuerpo al proceso participativo del nueve de noviembre. Ya hicieron lo mismo, hace unos años con las votaciones festivas por la independencia que comenzaron en Arenys de Munt.

En ese caso, como el proceso apenas se iniciaba, se burlaron mucho. Ahora ya no se atreven, pero es una línea argumental flojísima que deja atónitos a muchos observadores internacionales. De la misma manera que se niegan a hacer ningún movimiento porque la constitución no lo prevé (como si no se pudiera tocar). Es obvio que el 9-N votó menos de la mitad de la población catalana. Es cierto que votaron segmentos de población que no podrían hacerlo en unas elecciones legales. Pero una vez más, despreciar el esfuerzo y la voluntad de más dos millones de personas, de todas clases y edades, de todas condiciones, de llevar a cabo un acto cívico de esta magnitud, es ser corto de entendederas, suicida y, sobre todo, cínico. La gente hizo kilómetros, hizo esfuerzos personales muy grandes para mostrar su punto de vista.

Es obvio que no era una votación sino un gran acto de afirmación política, cívica y de dignidad. ¿Qué esperaban? ¿Que fueran cuatro millones de personas? Acudió quien estaba concienciado, entre otras razones, para mostrar a todos lo demás que la fuerza y la ilusión continuaban firmes. Y mostrar este esfuerzo hecho realidad, señor Rajoy, impresiona. Y los cálculos no le saldrán bien si no espabila. Usted y otros observadores se dan cuenta de que hay una realidad tozuda en los últimos resultados electorales catalanes y en las últimas encuestas: El espacio independentista total crece poco. Hay un traslado de votos de CiU a Esquerra y un aumento lento, pero progresivo de la CUP (que no deja de ser minoritaria). Es cierto, no hay un montón de votos nuevos. Por eso no paran con el mensaje de que “sólo” votaron una minoría de catalanes. Precisamente aquí es donde se debe trabajar. Mucho más cuando a partir de ahora, un tanto por ciento del voto puramente descontento se irá hacia Podemos.

Pero a partir del esfuerzo de los más de dos millones, hay que explicar bien y convencer a unos cuantos cientos de miles de personas más. La reflexión que hacen en el PP y, en parte, también en el PSOE es: “Los andaluces y los extremeños, los aragoneses y los murcianos, etc. se quedaron en casa, no les interesa. Y si hay una votación por la independencia, se volverán a quedar quietos”. El error es mayúsculo porque parte de bases erróneas. No entienden nada. Desprecian a la masa de población nacida fuera de Catalunya (los hijos y nietos no los contamos, porque muchos ya votan ERC), que mantiene su amor por sus orígenes, evidentemente, pero que tienen un sentimiento de catalanidad adquirido a lo largo de los años mucho más sólido del que parece. Y miran hacia el futuro. Los cambios de orientación en el voto en comarcas mayoritariamente castellanohablantes indica que algo se está moviendo.

Los andaluces, extremeños, murcianos, aragoneses, etc. de Catalunya no son bolsas de compatriotas sobreviviendo en tierra hostil o extraña (como los españoles en Alemania o Suiza en los años sesenta). La cosa es mucho más compleja y alguien se lo debería explicar (no a ellos, que lo tienen clarísimo, sino a los del PP y el PSOE). Por lo tanto, si todos los ases que tienen en su juego es jugársela a que en una posible votación por la independencia, toda la población castellanohablante votaría que no, o no iría a votar, a parte de muy arriesgado, significa que siguen sin entender nada. Por otra parte es un punto de vista que tiene, incluso, toques elitistas de soberbia.

Uno, que es de barrio trabajador y que ha convivido con gente todas procedencias desde siempre, ya les puede decir que mucha gente nunca votaría contra sus orígenes, pero tampoco contra Catalunya. Rajoy y los suyos, basándo todo su juego en la insistencia que el 9-N “sólo” votó una parte minoritaria de catalanes se la están jugando a una sola baza. Es posible que ganen, no digo que no. Dentro el pensamiento de muchos independentistas entra la posibilidad de perder un referéndum por 52/48. Pero atención porque también podría ser lo contrario y que la independencia ganara por 52/48. Y entonces, ¿qué?

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