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Laird Hunt y la mujer en la Guerra Civil de EEUU

El escritor Laird Hunt en Barcelona. Foto: Cecilia Díaz Betz

Carmen López

Constance cogió su petate y se alistó en el Ejército de la Unión en la Guerra Civil de EEUU (1861-1865) bajo el nombre masculino de Ash. Cambió su identidad de género para llegar a la primera línea del frente y vivir experiencias a las que nunca habría accedido como mujer. Ella es la protagonista del último libro de Laird Hunt titulado Neverhome y que acaba de publicarse en España por la editorial Blackie Books, traducido por Isabel Ferrer y Carlos Milla. Esta edición incluye el subtítulo en castellano Ella era más fuerte.

Hunt, además de escritor y traductor, es profesor de escritura creativa en la Universidad de Denver. Su anterior novela, Kind One, publicada en castellano bajo el título La Benévola también por Blackie Books en 2013, ganó el premio Premio Anisfield-Wolf y fue finalista del Pen/Faulkner. El autor, que ya había estado en Barcelona hace ocho años –su libro Ray Of The Star podría estar ambientado en la ciudad–, volvió a la capital catalana para presentar su reciente novela.

La protagonista de Neverhome es una mujer que luchó en la Guerra Civil de EEUU. ¿Por qué ese personaje y ese contexto?  Neverhome

Hace unos 20 años mi mujer me regaló un libro increíble: una colección de cartas de una mujer llamada Sara Wakeman que hizo exactamente lo mismo que mi personaje. Fue a la guerra y luchó como Lyons Wakeman, su nombre de guerra. Durante dos años estuvo enviando cartas a su familia llenas de descripciones de las batallas hasta que se murió de una enfermedad en un hospital, todavía como Lyons, en su uniforme. Durante estas dos décadas estuve dándole vueltas a esta historia, me parecía muy interesante pero no sabía qué hacer con ella. Y el año pasado publiqué otro libro protagonizado por una mujer más o menos en la misma época y me hizo recordar esta otra historia. Y entonces esa voz en mi cabeza empezó a decirme muy alto: “Quizás ha llegado el momento de hacer algo con ello”.

En la bibliografía del libro aparecen varias referencias a otros libros que hablan sobre las mujeres en dicha guerra. ¿Cómo fue el proceso de documentación?

Fue duro pero muy interesante. Y bueno, en nuestro país la Guerra Civil es un tema que se ha tratado mucho. Cada librería tiene su sección dedicada. Suelen ser historias centradas en los grandes nombres, los generales, las batallas... todo contado desde la distancia. Pero a mí me interesaba totalmente lo contrario, es decir, hacer algo que se fijase en los detalles, lo que se podía oler u oír. Para eso pasé un montón de tiempo leyendo cartas y memorias escritas después de la guerra. En sus cartas, Sarah detallaba sus vivencias, preguntaba sobre lo que estaba pasando en su casa, decía cosas como “tuvimos una gran batalla ayer y en la lucha murieron unas 200 personas” pero además contaba lo que había comido ese día o que posiblemente moriría al día siguiente.

Además de estas cartas, encontré otras dos memorias escritas por mujeres que también lucharon en la contienda. Una del Norte y otra del Sur. La historia de la segunda es incluso más interesante en este contexto: se llamaba Loreta Velázquez y venía de una familia cubana muy rica que se había mudado a Louisiana. Decidió ir a la guerra después de la muerte de su segundo marido. Se alistó en el ejército de los confederados del Sur y luchó durante muchos años, hizo de espía, corrió un montón de aventuras... en otras palabras, pasé un montón de tiempo escarbando en materiales como estos.

¿Se sabe un número aproximado de mujeres que lucharon en la contienda?

Sí, sí se sabe. Hay bastantes investigaciones muy interesantes sobre este tema. Fueron unas 400, aunque después de dos décadas de años de estudio creo que se han contabilizado unas 600 o 700. Por ejemplo, en este periodo de investigación se han descubierto ejemplos como una carta escrita por un soldado negro durante el final de la guerra en la que le contaba a su mujer: “Estamos todos muy sorprendidos porque ayer nuestro general dio a luz a un bebé”. Así, por ejemplo, se supo que en ese batallón había una mujer.

¿Alguna vez esas mujeres recibieron algún tipo de reconocimiento por parte del gobierno?

Hay un caso muy interesante sobre una inmigrante irlandesa muy joven, Jenny Houches. Tenía 17 años y prácticamente salió del barco e inmediatamente se alistó en el Ejército. Se puso como nombre Albert, luchó durante toda la guerra, consiguió condecoraciones. Cuando terminó la contienda le fue concedida una pensión del Gobierno pero como hombre, porque nunca volvió a ser Jenny sino que fue Albert el resto de su vida.

Cuando tenía unos 70 años tuvo que ser hospitalizada y se descubrió que era una mujer -fue a finales del siglo XIX aproximadamente- así que inmediatamente le hicieron cambiarse los pantalones y ponerse un vestido, después de casi 50 años viviendo como un hombre. Y, además, le retiraron su pensión después de que se publicase un artículo sobre su historia y se convirtiese en un personaje público. Algunos de sus camaradas de la guerra se pronunciaron diciendo que había sido la más valiente, la que nunca huyó y se quedó siempre en la línea del frente. Sostuvieron que era inconcebible que le retirasen su paga. Y, de hecho, el Gobierno se la devolvió.

Desgraciadamente ha habido muchos casos como este ya que, después de todo, lo que estaban haciendo era ilegal. Muchas de ellas volvieron a recuperar su antigua identidad después del fin de la contienda. Regresaron a sus vidas anteriores pero no podían hablar de lo que habían hecho con su familia o amigos. Así que el de Jenny Houches es el caso más representativo.

Hay otro muy interesante y es el de una mujer negra que llegó a ser un oficial que no solo luchó como un hombre, sino que además pasó como blanca, ya que a los negros no les estaba permitido alistarse al principio de la guerra. Fue extraordinaria y sí obtuvo reconocimiento después de la contienda con honores y una pensión. No sé por qué, creo que depende de cada Estado. Pero es que su historia es increíble, merece su propia novela.

¿Cómo es posible que el resto de soldados no se diesen cuenta de que eran mujeres? Por su físico o su voz tuvo que ser complicado.

La Guerra Civil fue excepcional en este aspecto y, de hecho, fue lo que lo hizo posible. Por ejemplo, casi nunca se hacían reconocimientos físicos a las personas que se alistaban. O si los había, no estaban regulados. Cuando los jóvenes se presentaban les pedían que les enseñasen los dientes y si a los responsables les parecía que estaban bien, entraban, sin más. En algunos casos les hacían un reconocimiento del pecho, entonces ahí las mujeres optaban por otro regimiento en el que no lo hiciesen. Pero la mayoría del tiempo ni se hacían.

Eso por una parte. Por otra, los uniformes cubrían todo el cuerpo, no estaban ajustados a la talla de cada persona. Y, por supuesto, las mujeres trataban de esconder su cuerpo, comprimiendo sus pechos, etcétera. La gente dormía vestida, con sus uniformes y no se cambiaban durante días o incluso semanas. El tema del baño tampoco era muy frecuente. Y además estamos hablando de la época victoriana y durante aquel tiempo la gente era bastante pudorosa, mantenían su cuerpo en la privacidad.

La cuestión por la que he preguntado frecuentemente es acerca de la menstruación. ¿Qué pasaba durante esos días de la regla? Para esto hay dos respuestas. Una es que la gente estaba muerta de hambre y físicamente destrozada, así que en muchas ocasiones las mujeres dejaban de tener su menstruación. Y por otro lado, estaban en la guerra, así que la sangre era algo habitual. Mucha gente me pregunta por qué no trato este tema en la novela y es que en el siglo XIX la mayoría de las mujeres no hablaban de su periodo. Así que todos estos aspectos lo hicieron posible.

En su anterior novela, Kind One, las protagonistas también son mujeres con caracteres muy fuertes y muy independientes. ¿Se definiría a sí mismo como feminista?Kind One

Diría que soy feminista, por supuesto. Aunque en los libros en los que mis protagonistas son mujeres no parten de la idea de apoyo a las mujeres, es decir que no es la principal motivación. Por supuesto siempre intento apoyar a las mujeres en mi vida cotidiana, fuera de mis libros. Pero mis obras parten de otras preocupaciones: una frase o algo que me llama la atención. Aunque después me dé cuenta de que de nuevo mi protagonista es una mujer.

También es cierto que durante la mayor parte de mi infancia me crié con mi abuela en una granja de Indiana. Estábamos solo nosotros dos allí. Era una mujer muy bajita pero increíblemente fuerte. Y puede que el hecho de que yo llegase de una familia rota y ella me acogiese me acabase influyendo con el tiempo en mi interés por este tipo de personajes: mujeres como las que he conocido, como mi abuela, que era un huracán.

Hay un tema que me parece importante y es que en un principio la protagonista tiende a contar sus vivencias como un relato épico que a lo largo del libro va cambiando hasta explicar sus terribles estragos y a las enfermedades mentales a las que lleva. ¿Es una especie de llamada de atención sobre los desastres de la guerra? ¿Algo así como una llamada al pacifismo?

En la misma línea que el feminismo, estoy totalmente en contra de la guerra, especialmente cuando viene de parte de la historia de EEUU. Soy consciente de ello. Pero en el caso de la voz de mi novela ella empieza volviendo al inicio del inicio. Hay otra historia dentro de la historia. Debido a ese ímpetu de los jóvenes que comienzan la guerra le lleva bastante tiempo darse cuenta de lo que significa el sufrimiento. Y en este caso se inicia con las batallas, aunque ella también carga con ese dolor privado que forma parte de su conciencia interna, lo que le hace darse cuenta de que la guerra también está esperándola en su casa. Piensa que la guerra en la que está luchando es lo peor, pero el hecho es que no es el final. Ella no está contando la guerra para explicar que está haciendo algo increíble sino para confesar cuál es la razón principal para hacerlo.

Su novela Neverhome se adaptará al cine. ¿Tiene miedo a que se convierta en algo completamente diferente a lo que tenía pensado? ¿Qué actores le gustaría que diesen vida a sus personajes?Neverhome

He estado cenando en Londres con el guionista y el principal productor de Element Pictures hace poco. También conozco al director, estuvimos cenando juntos el año pasado, nos escribimos muchos emails y tenemos reuniones vía Skype. Se llama Lenny Abrahamson, ha hecho varias películas y ha ganado premios en festivales, es un tío genial. Como protagonista me gustaría Jennifer Lawrence, aunque se ha convertido en una actriz muy famosa. En su primera película, Winter's Bone, está realmente maravillosa. Aunque ahora sería completamente imposible: todo el mundo estaría pensando en si se ve bien como un hombre, ese tipo de cosas. Pero alguien como ella, como esta chica joven, Rose Leslie (Downton Abbey, Juego de Tronos)... O también he oído que a esta fantástica actriz francesa, Marion Cotillard, le gustaría interpretar a un hombre; así que probablemente estaría genial, aunque sea también muy famosa. Creo que sería mejor alguien que fuese relativamente desconocida. Pero, ¿quién sabe? Todavía no han hecho el casting y el guión se está escribiendo ahora.

Sobre si estoy preocupado... bueno, confío en esta gente. Podríamos haber trabajado con grandes estudios de Hollywood, pero Element Pictures querían hacer realmente la película y según las referencias que hemos recibido posiblemente hagan un gran trabajo. Seguramente no coincida del todo con la propia imagen que tengo de mi personaje pero cada lector tendrá también su propia interpretación.

Para terminar, una pregunta un poco manida. ¿Qué posibles influencias tiene como escritor?

Siempre es una combinación entre los grandes escritores a los que admiro. En este tipo de temas pueden ser Faulkner o Cormac McCarthy. Pero lo que me influye realmente son esas historias personales a las que no he puesto punto final. Y el hecho de vivir en este momento en concreto, como todos, que está marcado por una violencia continuada. En EEUU no hemos resuelto muchas de las cuestiones acerca de la Guerra Civil o la esclavitud. Si la policía sigue disparando a un joven negro al que han detenido por la calle por una razón insignificante demuestra que todos estos problemas no se han solucionado. Y aunque no esté hablando directamente acerca de estos asuntos me siento como si continuamente estuviese hablando de ellos. Solo hay que leer el periódico para darse cuenta de que estos temas siguen ahí fuera. El racismo o la desigualdad de las mujeres están muy lejos de haberse superado.

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