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Tecnologías que dan más miedo que un capítulo de 'Black Mirror'

David Sarabia

Black Mirror ha vuelto. Fue el “pelotazo” del invierno en 2011: tres historias nos situaban en un futuro distópico donde la tecnología jugaba un papel fundamental en la vida de los seres humanos, normalmente para mal. En 2013 vinieron otros tres capítulos y más tarde un especial de Navidad. Después, silencio.

Y así se mantuvo hasta que hace algo más de un año Netflix anunció que había comprado los derechos de la serie, hecho que se materializó este viernes con el estreno de seis nuevos capítulos en la plataforma de VoD. Ya hemos comprobado cómo la ficción creada por Charlie Brooker es capaz de llevar al extremo el poder de los mass media, convertir nuestra obsesión por la imagen en una cuestión de puntos, anticiparse a las lentillas del futuro o a la chica que consiguió devolver a su mejor amigo a la vida mediante un chatbot.

“Black Mirror tiene una capacidad única para crear un mundo que no es de este mundo y aún así parece muy relevante”, decía Bryce Dallas Howard (la actriz protagonista del primer episodio de la T3) en el tráiler promocional de la serie. Y es que precisamente reside ahí, en la manera de relacionar nuestra sociedad con otra similar no tan lejana en el tiempo que ha incorporado los últimos avances tecnológicos en materia de IA, biométrica o nanotecnología a la vida cotidiana, donde reside el secreto del éxito de Black Mirror.

Es tan conocido que da miedo. Y da miedo precisamente porque en la serie ocurren cosas que están pasando ahora mismo en el mundo real pero, de momento, en menor medida y a un nivel de desarrollo más bajo. He aquí algunas de ellas.

IA y machine learning

machine learningTuvimos constancia en marzo con AlphaGo, la máquina de Google que ganó al campeón mundial de Go, Lee Se-dol. Desde aquel el día, no hemos dejado de verlo: robots que conforman el jurado de un concurso de belleza, máquinas que hacen las veces de jueces, un software que reconoce rostros incluso después de haber sido pixelados o un algoritmo basado en machine learning que identifica quién tuitea bajo la influencia del alcohol.

Las máquinas piensan gracias a las redes neuronales con las que trabajan quienes las diseñan. Pensemos en el cerebro humano, donde la información viaja a través de las neuronas mediante impulsos eléctricos. En el deep learning se intenta imitar la estructura cerebral sustituyéndola por un conjunto de algoritmos que funcionan en base a un proceso de capas. Esas capas serían las neuronas. Así que, cuantas más capas, redes más complejas.

Hipervigilancia

La semana pasada, la EFF alertaba sobre los peligros que conlleva la tecnología de reconocimiento facial. Un think thank de la Universidad de Georgetown, en Washington, alertaba de los peligros para la privacidad y fue quien puso las cifras: más de 117 millones de estadounidenses (uno de cada dos adultos) tienen sus caras registradas en alguna base de datos gestionada por la Administración de Obama. En al menos 26 estados, las autoridades utilizan el reconocimiento facial, además de las fotos del carné de conducir para identificar a sus ciudadanos.

En 2013 supimos que la NSA estadounidense nos había espiado gracias a las filtraciones de Edward Snowden. Con el proyecto PRISM, el gobierno de EEUU tuvo acceso a los servidores de Google, Facebook, Apple, Yahoo o Microsoft, entre otros, desde algún día de 2007 hasta que el exagente de la agencia de inteligencia lo denunció.

Pero las amenazas a la privacidad continúan. También el BND, el equivalente alemán de la NSA, espió a su población saltándose hasta 18 leyes por el camino. En España, la AEPD investiga a WhatsApp y Facebook por la última actualización de los términos de contrato del servicio de mensajería instantánea.

Hackeo de recuerdos

Como en el tercer episodio de la primera temporada de Black Mirror (Tu historia completa), los recuerdos también se puede hackear y no necesariamente mediante implantes cerebrales. Al menos así lo aseguraba la doctora Julia Shaw en Motherboard: “Utilizo la ciencia de la memoria para hacer pensar cosas que nunca ocurrieron”. No ha sido la única. Ya en 2015, científicos franceses demostraron que, a través de la excitación de ciertas zonas del hipocampo, podían introducir recuerdos artificiales en ratones dormidos.

En febrero, un documental de NOVA titulado Memory hackers, presentó a un grupo de científicos que decían ser capaces de borrar y editar los recuerdos. “Solo entendemos la punta del iceberg en lo que a la memoria humana se refiere”, asegura uno de los investigadores que participa en el estudio. En la cinta, de una hora de duración, también se reseña a la doctora Shaw, que aparece implantando un recuerdo falso a una persona.

Nanotecnología

La Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de los EEUU (DARPA), ya hablaba en 2006 de crear insectos-robot. Fue un encargo que le hizo a la asociación de científicos estadounidenses para que estos les enviasen “propuestas innovadoras para desarrollar tecnologías para crear ciberinsectos”. DARPA no hizo otra cosa que iniciar uno de los grandes retos científicos de nuestros tiempos.

Uno de los proyectos financiados fue el desarrollo de una mosca robótica. Según informó entonces la revista del MIT Technology Review, el objetivo era que esta investigación condujese a la creación de “robots espía sigilosos” tanto “en los campos de batalla como en los núcleos urbanos”.

Ahora, la agencia trata de dar un tono más 'amable' al fin de sus proyectos con ciberinsectos. Hace unos días presentaban un nuevo programa con el que pretenden crear “insectos aliados” de plantas mediante la modificación genética. “Los insectos se alimentan de plantas y son ellos los que transmiten la mayoría de virus”. Lo que pretende DARPA es desarrollar unos genes especiales en las plantas que, al ser transmitidos a los insectos en forma de virus, estos luego devuelvan a otras plantas y ayudándolas a crecer más rápido, ser más resistente o sanarse.

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