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Denuncian el incremento alarmante de aves protegidas y abatidas a tiros en la campaña de caza

Operan a una cigüeña de los impactos que recibió. Centro de AMUS en Villafranca de los Barros

Jesús Conde

La imagen se repite con demasiada frecuencia. Cada semana llegan nuevos casos, hasta convertirse en una rutina desalentadora. El número de aves protegidas tiroteadas en el campo ha crecido de manera alarmante en la provincia de Badajoz con motivo de la época de caza.

Se trata de pájaros acribillados a balazos, con escopetas. Así sin más. Hasta el hospital que gestiona la asociación conservacionista Acción por el Mundo Salvaje (AMUS) en Villafranca de los Barros no paran de llegar nuevos casos.

Algunos con las alas o patas rotas, otros literalmente comidos por balines de plomo. Hay ejemplares que logran sobrevivir. Otros no soportan los impactos o llegan demasiado tarde.

Las agresiones no pueden vincularse directamente al mundo de la caza, aunque AMUS sí confirma que un crecimiento exponencial de aves abatidas coincide con la apertura de la veda. Es decir, el aumento de casos llega justo cuando los cazadores acuden al campo.

Acción por el Mundo Salvaje denuncia de hecho que cientos de especies protegidas son abatidas cuando llega el fin de semana. Una verdadera catástrofe según relata Sara Díaz, de AMUS, que explica el caso de una águila perdicera que llegó el pasado año con 45 impactos de plomo.

El último paciente en ser atendido en el centro, un águila calzada, una especie migratoria de gran envergadura alcanzada por los tiros. Pero hay otros muchos casos, como búhos reales y cigüeñas, incluso un aguilucho o un avefría.

El pasado fin de semana por ejemplo una cigüeña fue disparada en otra localidad de la provincia desde un edificio cuando estaba tranquilamente posada junto a su nido en una iglesia. También han atendido a una hembra de aguilucho pálido, que presentaba numerosa munición según desveló la radiografía.

¿Son disparos a conciencia?

Para AMUS no cabe la menor duda de que sí. Que detrás hay interés de hacer daño a los animales.

Y la evidencia es que un ave con una docena de impactos a lo largo de todo su cuerpo no ha sido herido de manera casual. “Y por qué no decirlo, tenemos voluntarios que en las conversaciones de bar han escuchado a cazadores en corrillo decir que no van a parar hasta que se quiten ese pajarraco de en medio”, transmite este colectivo.

Casos hay muchos, y es evidente que no se puede criminalizar a todos los cazadores. Pero sí que es coincidente la fecha. “Las evidencias nos muestran a gente que  tiran a las especies salvajes que se topan en su camino, sin más”, añade la representante de AMUS.

Animales víctimas de los cazadores

En algunas ocasiones pueden ser ejemplares que tienen localizados, o simplemente animales que les llaman la atención y optan por dispararles.

En lo que a ataques se refiere, se puede hacer incluso un mapa con ‘zonas calientes’ en la provincia. Un mapa que muestra enclaves como la zona de la Campiña Sur (entorno de dehesas de caza menor, como liebres o perdices); la zona de la Sierra de Hornachos (caza mayor); o las Vegas Altas, en los alrededores de Don Benito.

Por otro lado AMUS pone de manifiesto que estas acciones están tipificadas en el Código Penal, y van y acompañados de sanciones en el caso de ser sorprendidos por el Seprona. Unos delitos que se unen a otros de violencia animal en el mundo de la caza, como son los casos de galgos abandonados, o directamente asesinados por no servir para el “arte” de la caza.

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