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Portmán, entre la desolación y la esperanza

Los residuos de la Bahía de Portmán no son las únicas huellas de su pasado minero / Foto: Rafa López

Rafa López

Portmán —

A la orilla del Mediterráneo se presenta uno de los mayores retos de la historia medioambiental de la Región de Murcia y de España. La regeneración de la Bahía de Portmán pasa no sólo por retirar los millones de toneladas de hierro y plomo, entre otros materiales, que en forma de residuos se han ido depositando sobre sus playas, sino también por recuperar una pequeña pero imprescindible parte del paisaje natural de la Región.

El nombre de Portmán es de origen romano: Portus Magnus. Desde antiguo la bahía fue puerto natural de especial actividad por encontrarse a los pies de una sierra minera. Era, además, una herradura perfecta y un paisaje de valor excepcional. Así se mantuvo durante siglos, hasta que en los años 50 de la centuria pasada, la empresa francesa Peñarroya llevó a cabo la explotación de las minas a cielo abierto.

En un reportaje publicado por el diario El País en marzo de 2014, un extrabajador de Peñarroya, Pedro De la Hoz, trataba de explicar la situación en la que se encontraban los empleados, que sin tener responsabilidad en las decisiones de la empresa, siguieron las instrucciones de sus superiores y ejecutaron a la bahía con el “chorro”, la conducción que a modo de enorme grifo vertió a diario sobre la arena y el mar toneladas de fango con metales pesados. Y así durante 30 años hasta colmatar el lugar, e incluso arrasando el entorno submarino a lo largo de 12 kilómetros mar adentro. Peñarroya cerró la explotación en 1987 y dejó su huella en forma de residuos. El debate público y la polémica sobre la regeneración de la Bahía de Portmán es un clásico en la historia reciente de la Región de Murcia y no ha faltado en las semanas previas a cada cita con las urnas.

La bahía 28 años después

La imagen actual de Portmán es desoladora. Una histérica mezcla de belleza y destrucción cubierta por el rojo de la blenda y el amarillo del azufre tras décadas de vertidos, han transformado una playa paradisíaca en un desierto resignado al olvido y a la curiosidad de los extraños. 40 millones de toneladas de desechos que han pesado demasiado en un pueblo que quiere ver cómo su patrimonio natural se recupera. La posibilidad de reutilizar con fin industrial los materiales depositados abrió tímidamente la puerta a la esperanza, como fruto del posible interés de compañías privadas por hacerse cargo de los costes de su extracción.

En el año 2011, tras casi dos décadas de lucha de la localidad de La Unión y del mismo pueblo de Portmán, así como de asociaciones medioambientales como Greenpeace, ANSE o Ecologistas En Acción, por fin se aprobó un proyecto de reforma que cubriría las exigencias emitidas. Sin embargo, el cambio de Gobierno que se produjo a finales de dicho año dio un giro al proyecto, que finalmente nunca salió a subasta.

Enrique Ayuso, miembro del Partido Socialista de la Región de Murcia y conocedor de la situación de la Bahía de Portmán, asegura que el proyecto que surgió hace cuatro años era “el más indicado y en el que todas las partes que se veían involucradas estaban de acuerdo, desde los habitantes de la zona hasta la Comunidad Autónoma”. Incluso, añade que ya se puso en marcha la permeabilización de la mina de San José, la cual albergará parte de los residuos estériles que se extraigan de la bahía. “Aquello supuso un coste de 10 millones de euros que el nuevo proyecto se ha ahorrado, y por lo tanto el coste del presupuesto actual es más reducido”, confirma Ayuso.

Este año se ha puesto de nuevo en marcha la maquinaria administrativa para tratar de dar una solución al proyecto medioambiental: Una nueva subasta salió a la luz en los últimos días de julio y el propio Ayuso es optimista al respecto, aunque asegura que el proyecto es “un calco de lo que se aprobó en 2011, con algunos ajustes de presupuesto”. Además, afirma que esto deja en evidencia la actuación del Gobierno en los últimos cuatro años, tiempo que considera “perdido”.

David Fernández, miembro de Izquierda Unida-Verdes y activista involucrado en la regeneración de Portmán, asegura que el Gobierno regional no ha atendido todas las demandas de las diferentes asociaciones ecologistas y de los vecinos del pueblo: “No creemos que el proyecto actual cumpla, ahora mismo, los criterios medioambientales que exigimos. No se va a recuperar la totalidad de la costa y se ha dado prioridad a la creación de un puerto deportivo, por lo que tampoco se pretende destinar a los usos tradicionales que ha tenido la bahía, como la pesca. A los vecinos de Portmán les robaron una parte muy importante de su patrimonio, y si se le devuelve, qué menos que intentar dejarlo como estaba”.

Por ello, el miembro de IU-V se posiciona de manera más escéptica respecto al nuevo acuerdo: “Además, no le damos todavía toda la credibilidad al proyecto, porque no sabemos cómo se van a garantizar ciertas medidas de seguridad y tampoco se han hecho los estudios necesarios sobre la posible contaminación que tiene el agua de la bahía”. “Al final, parece que se da demasiada prioridad a la creación de un futuro puerto deportivo, que no es una mala opción para ayudar a contribuir a la regeneración de la zona, pero que no tiene que convertirse en un fin en sí mismo”, asegura Fernández.

Con la mente en la estafa de la empresa ARIA

En junio del año pasado, la empresa ARIA SL adquirió un nuevo contrato por valor de 69 millones de euros para los derechos de regeneración de la bahía. Era un negocio redondo, puesto que la empresa de origen alemán aseguraba que cubriría la totalidad de los costes de rehabilitación y que además no sólo serían 250 metros de playa los que se recuperarían, sino que la situación volvería a encontrarse como 50 años atrás, con hasta 500 metros más de agua del Mediterráneo

El socialista Enrique Ayuso ya se mostró muy escéptico respecto a la postura de ARIA SL, porque los estudios llevados a cabo por técnicos de la Universidad de Murcia aseguraban que no se podría rehabilitar la totalidad de la bahía, y que extraer los residuos de unos terrenos tan contaminados hubiera supuesto un coste mayor que el impacto económico del mismo desastre ambiental, por el perjuicio ecológico que conllevaba. “La empresa ARIA trabajaba de manera muy sospechosa, y esto lo descubrimos antes incluso de ser declarada en quiebra, pues pretendían utilizar los estudios de impacto ambiental para 250 metros de bahía cuando su pretensión era la de regenerarla por completo. No tenía sentido”, explica Ayuso.

Al parecer, en esta ocasión es muy poco probable que una empresa como la alemana sea la que definitivamente se haga cargo de la puesta a punto de Portmán. Enrique Ayuso es optimista, y coincide en que el nuevo proyecto se asemeja lo suficiente a la realidad y mantiene un “equilibrio entre lo que se demanda y lo que la Comunidad puede permitirse llevar a cabo”. Entretanto la Bahía de Portmán sigue muda e inmutable, viendo pasar los años como sombra de lo que fue.

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