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Sortu se quiebra por dentro por la estrategia sobre los presos de ETA

Sortu otorga un nuevo papel a los presos de ETA, ligado a la independencia

Aitor Guenaga

“¿Pero qué es lo que quieren estos ahora: que los presos sigan en la cárcel toda la vida? pues que vayan ellos a prisión. No se entiende nada de lo que plantean”. Quien habla es un expreso de la organización terrorista ETA que hace muchos años dejó la obediencia debida a la dirección etarra. Pero expresa con claridad el sentir mayoritario de las bases de la izquierda abertzale aglutinadas en torno a Sortu -el partido heredero de la ilegalizada Batasuna- en torno al proyecto que la disidencia de Sortu presenta este sábado en Bilbao.

No hay riesgo alguno de que la organización terrorista ETA vuelva a matar, asesinar y extorsionar, esto es algo que admiten todas las fuentes consultadas, desde las gubernamentales hasta las del brazo político que participó en esa estrategia político militar que incluía la eliminación del adversario político. Ese periodo al que se ha referido Hasier Arraiz este viernes en su última participación en el Parlamento vasco después de ser inhabilitado por dos años tras pactar una pena que incluye admitir su integración en ETA y reconocer el daño causado a las víctimas.  En un discurso autocrítico ha reconocido que cuando ETA actuaba “se deshumanizó al adversario” político y que la convivencia necesaria en Euskadi ya no va a ser posible para todos porque “faltan demasiadas personas a consecuencia de las diferentes violencias que se han sufrido”. “Lo peor que tuvo aquel escenario político es que llegamos a quitar al adversario la categoría de persona y sus derechos humanos dejaron de ser imprescindibles y así nos deshumanizamos nosotros mismos también. Eso es lo que no tiene que volver a suceder nunca”, ha apuntado 

Pero no es ese el problema interno que arrastra Sortu desde su fundación meses después de que ETA decidiera abandonar definitivamente su estrategia terrorista el 20 de octubre de 2011. Lo que explica el surgimiento del Movimiento Pro Amnistía (antes ATA, Amnistia Ta Askatasuna) y rebautizado ahora como es el futuro de los 400 presos que aún penan en las cárceles españolas y francesas por sus delitos terroristas o por su vinculación con el mundo ilegal de Batasuna, un centenar largo de ellos con condenas de larga duración por delitos de sangre.

La cristalización de un movimiento crítico en las entrañas de Sortu y la izquierda abertzale que nunca ha condenado a ETA era solo cuestión de tiempo. En el último proceso interno realizado por las bases de Sortu y denominado Abian -ahora lideradas por históricos como Rufi Etxeberria, Arnaldo Otegi, Pernando Barrena o jóvenes promesas que trabajan en el frente legal como  Amaia Izko, ya se dieron a conocer y la dirección admitía en un documento oficial el riesgo de que esto pudiera pasar. Fue en febrero pasado: “Ha habido un intento de escisión desfigurando el debate político sobre la amnistía”, apuntaban en el documento presentado entonces por Sortu en San Sebastián por Marije Fullaondo, dirigente de Sortu, e Igor Arroyo, del sindicato LAB. “Personas que se mostraron en desacuerdo con la actual estrategia decidieron priorizar el uso de esa reivindicación”, indicaba en el documento, que aludía sin mencionarlo al Movimiento Pro Amnistía (ATA).

Ese riesgo es una realidad palmaria, con una base muy precaria en cuanto a ascendencia en el movimiento abertzale aunque algunas de las personas que participarán en el acto de este sábado en Bilbao haya tenido en su momento relevancia en el mundo de ETA dentro del sector más duro e intransigente con una salida desde la legalidad penitenciaria al problema que a día de hoy son los presos etarras para Sortu y, sobre todo, por la carga que entre sus familiares tienen los reclusos de la organización terrorista.

En realidad, el núcleo de abogados que ha ensayado otro tipo de salidas desde que el colectivo de presos de ETA mostrara su disposición en diciembre de 2013, cuando los presos etarras agrupados en el colectivo EPPK admitieron en aquella declaración realizada el 28 de diciembre de 2013 admitieran en un pronunciamiento histórico que solo siguiendo las legalidad penitenciaria había alguna posibilidad de mejorar su situación carcelaria y, en algún momento, ser trasladados a las prisiones de Euskadi para cumplir sus penas.

En enero pasado un tótem como Rufi Etxeberria mostró el camino a seguir al enquistado 'frente de makos' que existe en las cárceles de ambos países y el que se ha seguido en todos los juicios que se han producido desde entonces, el último el que ha afectado al propio Arraiz. La lógica es clara: ningún militante de la izquierda abertzale va a entrar en prisión y el objetivo es “vaciar las cárceles”, como repite sin disimulo Pernando Barrena. Y todos saben ya que esto pasa por seguir la lógica de la legalidad carcelaria que han combatido desde décadas. Y justo ese es el discurso en el que se hace fuerte la disidencia de Sortuque ha convocado este sábado bajo el lema Askatasunaren Bidean (En el camino de la libertad) a los restos de la ortodoxia abertzale que antes encarnaban los que ahora defienden la vía legal. Un sector que considera que esa estrategia 'entreguista' ha “llevado al Movimiento de Liberación Nacional Vasco -justo el término que empleó en 1998 el entonces presidente José María Aznar en el proceso de Lizarra para referirse a ETA y autorizar los contactos con los terroristas- a una crisis grave debilitándolo profundamente e integrándolo en el sistema”.

La izquierda abertzale ya ha anunciado que combatirá los planteamientos de su disidencia, que considera “anclados en el pasado” y “profundamente equivocados”. Lo ha dicho el propio Arnaldo Otegi: “Queda una parte todavía de gente que sigue considerando que ésta es una estrategia equivocada, no es mucha, en términos políticos se puede decir que es de carácter marginal, pero es una parte que sigue anclada de un pensamiento más propio del pasado que del futuro”. Y han anunciado que la van a “combatir políticamente”.

Pero la batalla real no está ni en los actos políticos como el de este sábado, que también, el terreno de juego son las cárceles y los sujetos de esa pugna política son los 400 presos de ETA. Y ahí entra en juego tanto Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior como la Audiencia Nacional. De hecho, el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis de Castro, resolverá en breve sobre las primeras solicitudes individuales de progresión de grado y beneficios penitenciarios de reclusos etarras. El caso más avanzado, según fuentes de la Audiencia Nacional, es el del etarra Gorka Fraile.

La información no la ha difundido ni Sortu, ni las asociaciones de familiares de presos, ni el equipo de abogados habitual de los reclusos de la organización terrorista. Ha sido el magistrado José Luis de Castro quien ha revelado que tiene constatadas cerca de veinte peticiones de las cuales tres están en trámite en el Juzgado y ha destacado que es una importante novedad ya que los presos de ETA no se planteaban esta posibilidad y ahora lo están haciendo. En realidad se trata de tres casos, según las mismas fuentes, que de alguna manera van a servir de avanzadilla para ver cómo se resuelve la situación carcelaria inmediata de los presos de ETA.

El juez ha subrayado que para todos los beneficios hay unos requisitos como muestras de signos inequívocos de haber abandonado los fines y medios terroristas y de colaboración con las autoridades a las que puedan dar datos para averiguar los hechos, además del cumplimiento de al menos la mitad de la condena y haberse satisfecho la responsabilidad civil a las víctimas. Todo eso está encima de su mesa para decidir qué hacer con las solicitudes que están encima de su mesa.

Es la prueba del nueve y si el juez considera que existe realmente un alejamiento de la violencia de ETA y los signos de arrepentimiento son verificables abrirá la espita que, sin lugar a dudas, recorrerá el resto del colectivo de presos de la organización terrorista.

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