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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

Ignacio Jurado - @ignaciojurado

José Fernández-Albertos - @jfalbertos

Leire Salazar - @leire_salazar

Lluís Orriols - @lluisorriols

Marta Romero - @romercruzm

Pablo Fernández-Vázquez - @pfernandezvz

Sebastián Lavezzolo - @SB_Lavezzolo

Víctor Lapuente Giné - @VictorLapuente

Luis Miller - @luismmiller

Lídia Brun - @Lilypurple311

Sandra León Alfonso - @sandraleon_

Héctor Cebolla - @hcebolla

Los niños el día después de Reyes

José Fernández-Albertos

En el día después del día de Reyes, nos gustaría presentar en Piedras de Papel algunos datos sobre cómo viven los niños en nuestro país. ¿Viven mejor o peor que los adultos? ¿Y en comparación con los niños de otros países europeos? ¿Cómo ha afectado la crisis de los últimos años a su nivel de bienestar? Por supuesto, existen muchas fuentes de datos a los que recurrir para responder a estas preguntas, cada una con sus correspondientes virtudes y defectos. Aquí hoy usaré una, quizá de las menos controvertidas: los datos sobre distribución de la pobreza por segmentos de edad calculados a partir de los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida realizada por el INE.

Antes de mirar los resultados, es imprescindible hacer unas breves precisiones metodológicas: la definición de pobreza que usa el INE, y que es la convencional en todos los estudios sobre distribución de la renta en las economías desarrolladas, es una definición de pobreza relativa: es “pobre” quien vive en un hogar cuyos ingresos no superan un determinado umbral definido por los ingresos del resto de los miembros de la sociedad. Siguiendo la convención internacional, este umbral es el 60% de la renta mediana. Es decir, si los ingresos del hogar situado justo en el medio de la distribución de la renta (aquel para quien la mitad de los hogares son más ricos y la mitad son más pobres) es de 20000 euros anuales, se consideran pobres todos los hogares cuyos ingresos sean menores a 12000 euros al año (en realidad el cálculo es algo más complejo, porque hay que tener en cuenta el número de miembros del hogar a la hora de calcular los ingresos “equivalentes” de cada individuo).

El gráfico 1 nos muestra qué proporción de la población de cada grupo de edad puede ser clasificada como pobre de acuerdo a esta definición, para España y para la media de la Unión Europea.

Dos cosas llaman la atención del gráfico. Primero, que la pobreza se concentra más en los hogares en los que hay niños que en los hogares sin niños, en el conjunto de Europa pero más aún en el caso español. Más de uno de cada cuatro niños españoles (el 25,9%) viven en hogares pobres. Este porcentaje es muy superior al porcentaje de pobres en el tramo de población entre 16 y 64 (21%), o entre los mayores de 65 años (16,9%).

En términos comparados, es llamativo que mientras nuestros mayores de 65 años no son más pobres (en términos relativos respecto de la sociedad en la que viven) que los europeos de la misma edad, la proporción de niños pobres en España es casi seis puntos mayor que la observada en el conjunto de la UE.

La pobreza castiga hoy, y especialmente en España, más a los niños que a los adultos ¿Ha sido siempre así, o es este un fenómeno reciente? El gráfico 2 muestra las tasas de pobreza de niños y ancianos desde 2008, el primer año de la crisis, hasta la actualidad.

El gráfico muestra en primer lugar que antes de la crisis España ya sufría niveles generales de pobreza muy altos, pero los niños no eran los más castigados. Los años de la crisis coinciden con una brutal caída de la pobreza entre los mayores de 65 años (en muy buena medida porque la renta mediana cae mucho en estos años, y con ella el umbral a partir del cual un hogar deja de considerarse pobre). Pero esta caída de los ingresos medianos y de este umbral no sirven para reducir la pobreza infantil, que de hecho aumenta con la crisis (con la excepción del 2012, donde la reducción del umbral de la pobreza producida por el desplome del ingreso mediano es tan fuerte que hace reducir la tasa de pobreza infantil y la de toda la población). Dicho de otra forma, el empobrecimiento general que ha causado la crisis ha ido acompañado del hecho de que, en relación al resto de la sociedad, los hogares con gente de más edad sean más ricos, y los hogares donde viven niños, más pobres.

El fenómeno de la infantilización de la pobreza no es exclusivo de España, y debería de ser motivo de mucha más preocupación de la que hoy recibe en el debate público. Sabemos que los niños que crecen en hogares pobres no dispondrán de las mismas oportunidades para alcanzar sus aspiraciones vitales cuando se hagan mayores, y esto será una desgracia para ellos, pero también para el resto de la sociedad que no se beneficiará de sus potencialidades. Y sabemos también que la pobreza que estos niños experimentan hoy es muy probable que les deje secuelas para el resto de sus vidas en forma de mayores tasas de fracaso educativo, precariedad en el mercado de trabajo, y diferentes formas de exclusión social en la vida adulta.

No sé ustedes, pero yo encuentro escandaloso que, a la vista de estos datos, los gobiernos de este país hayan sido capaces no sólo de no hacer nada para intentar frenar o paliar este problema, sino que, sin apenas oposición pública, hayan hecho cosas como suprimir de forma fulminante un programa de ayudas directas a las familias que tenían hijos, reducir drasticamente las ayudas a las guarderías, o cancelar programas educativos de preescolar argumentando que entre 0 y 3 años los programas tienen un “componente educativo menor y de tipo asistencial” … todo ello mientras mareaban la perdiz sobre cuánto deberíamos aumentar las pensiones.

Mi deseo para 2013: Pensemos más en los niños los días que no son día de Reyes.

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