Editorial: Sin oposición interna, ¿oposición ciudadana?
En nuestro editorial de hace dos semanas nos preguntábamos por qué no había ningún atisbo de oposición interna en el PP a la política de Mariano Rajoy. Afirmábamos, también, que tampoco el PP tenía una oposición externa que tendría que ser la liderada por el PSOE.
Esta falta de oposición fuerte y constructiva se debe, entre otras razones, seguramente a la falta de oposición interna en el seno del PSOE. Así las cosas y ante los preocupantes resultados del PSOE en las elecciones autonómicas de ayer, en Agenda Pública nos preguntamos por qué no existe esa oposición interna en un partido mayoritario y aglutinador de una buena parte de la izquierda como el PSOE. Esta pregunta nos lleva, a su vez, a plantearnos otra serie de cuestiones sobre las que creemos que hay que reflexionar pero para las que ya adelantamos no tenemos, de momento, una respuesta.
Así, ¿Qué tiene que pasar en un partido para que surjan debates internos, líderes capaces de escenificar y explicar otra manera de entender el partido y su rol en la sociedad?, ¿qué está pasando en el PSOE para que no se perciba desde fuera que hay alguien que es capaz de entender que la sociedad española, en su momento de mayor crisis política y económica, necesita un PSOE fuerte?
¿Se ha convertido el PSOE en un partido que se va haciendo pequeño y en el que no es posible que se produzca una renovación de sus equipos dirigentes?, ¿en qué medida la dirección de un partido refleja el pensar de sus votantes? En un momento de crisis económica y política como la que vivimos, ¿la dirección de un partido es la única que tiene en sus manos decidir la estrategia de oposición? ¿Se está produciendo un divorcio entre la dirección y los votantes?
¿Es posible que entre los miles de militantes del PSOE no haya un grupo, como lo fue el Nueva Vía de Zapatero, que además de expresar su desacuerdo con la posición de la dirección actual, pueda decir que se es consciente de lo que está pasando en España?
Nuestro objetivo hoy no es criticar a la dirección actual del PSOE. Esta dirección está siendo cuestionada por muchos opinadores y su líder, en todas las encuestas, es muy mal valorado hasta por sus militantes. Todo ello sin perjuicio de que se trata de una dirección fruto de un Congreso en el que legítimamente fue elegida.
La estrategia del PSOE en estos momentos no es sólo responsabilidad de la dirección actual. Un partido es más que su Congreso, normalmente formado por aquellos que ostentan cargos internos, sino que es la suma de todos sus militantes. Pero si no son sus militantes que, organizados ejerzan oposición interna, quien tendrá que ejercer esta función será la ciudadanía.
Insistimos sobre que no se trata de una “oposición interna” a una dirección en concreto sino a la necesaria superación de algo que los partidos deberían dejar atrás: la posibilidad de que exista un debate abierto sin que se considere que ello es porque hay un grupo determinado que quiere el poder ni el miedo a ser percibido como un partido dividido. El debate abierto como parte esencial de la reconstrucción de un partido que quiere ser alternativa de gobierno.
Muy probablemente con una praxis de debate abierto, en el 2004, se hubiera identificado y pedido que el Presidente Zapatero tenía que pinchar la burbuja inmobiliaria. El debate abierto es el que hubiera identificado y expresado que no se podía seguir negando una crisis incipiente que formaba parte de una realidad en la calle. El debate abierto es el que vigila, el que exige, el que puede evitar cometer errores o al menos, tratar de hacerlo.
Si no está en el seno de los partidos, ¿dónde está este debate abierto? La semana pasada dos editores de Agenda Pública estuvimos en Madrid reunidos con diferentes personas del ámbito de las ideas progresistas y la conclusión a la que llegamos fue que hoy en día es fuera de los partidos, especialmente fuera del PSOE, donde están empezando a generarse las ideas, y a pasar las cosas. Grupos de pensamiento y debate, blogs, libros, papers, fundaciones se van convirtiendo en espacios en los que se está generando una nueva infraestructura cívica de opinión y difusión de ideas que podría ser el germen de este debate abierto, de esta “oposición” que a falta de ser interna será ciudadana.
Estamos en el epicentro de un huracán político conservador que está consiguiendo cambiar nuestras vidas. La “oposición interna” debe ser permeable a las prioridades señaladas por la “oposición ciudadana”, siendo la más grave la desigualdad social acuciante. Nos comentaban Marta Romero, Olga Salido y José Moisés Martín (reconocidos expertos en la materia) que estamos dejando atrás una clase media que se esta convirtiendo en el nuevo precariado, quese desliza peligrosamente por una pendiente sin fin, frente a unas élites que han llegado a la conclusión de que no necesitan una sociedad vertebrada para seguir existiendo. ¡Ya no tienen miedo!
La ciudadanía puede suplir el debate que no se produce en los partidos pero, en un sistema de representación parlamentaria como el nuestro, sólo los partidos pueden tomar las riendas de la discusión y convertir estas ideas en soluciones relaes frente a la crisis.