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De la quiebra a la contratación cooperativa
Salcedo Muebles de Viana, SCCL, es un ejemplo como empresa recuperada y reconvertida en cooperativa en esta crisis. Pudo haber ocurrido en 1970, como muchas empresas recuperadas en España, pero lo hicieron hace poco más de dos años, ya no tienen pérdidas y han contratado a más gente.
La antigua fábrica, una empresa familiar navarra que facturaba 22 millones de euros y empleaba a 163 trabajadores, vio caer su facturación, de 2008 a 2012, hasta llegar a 3,8 millones. Los dueños, aunque personalmente tenían un buen vivir porque habían amasado fortuna en años anteriores, dejaron de pagar los salarios y finalmente se declararon en quiebra.
Después de huelgas y conflictos, 49 trabajadores decidieron intentar comprar la fábrica, inicialmente sin el apoyo de los sindicatos, que suelen desconfiar del cooperativismo. El concurso de acreedores no les puso las cosas más fáciles de lo que las hubiera puesto a otros posibles compradores. Todavía a día de hoy los trabajadores no han recuperado entre el 20% y el 30% de los salarios. Pusieron de su bolsillo, incluido el paro, un total de 1,3 millones de euros. Por la misma cantidad, se endeudaron. Con ello compraron una de las plantas de la fábrica, los terrenos y la marca, y la hipotecaron.
Fue trascendental el apoyo que recibieron de la Asociación Navarra de Empresas Laborales (ANEL), que les ayudó en el plan de empresa y verificó la forma de hacerla viable, y del propio Gobierno navarro, que en su momento les dio avales, junto a la sociedad de garantía recíproca vasca Oinarri.
“Fuimos los últimos a los que el Gobierno navarro concedió avales”, dice Gerardo Goñi, gerente de la cooperativa. “Esto es muy importante. Es necesario que las administraciones se involucren y que vuelvan a confiar en la empresa española”.
EL CAMINO QUE SEGUIR
Aunque ahora se van recuperando, el principio no fue fácil. Los trabajadores cobraban el 20% menos del salario que solían tener (los altos cargos, el 35% menos). Trabajaban inicialmente menos horas.
“Ajustamos también las compras”, agrega Goñi. “No encendíamos la calefacción, cambiamos el uniforme por chaquetas de neopreno para aguantar el frío”.
Así, el primer año dejaron de tener pérdidas, y el siguiente pudieron mejorar las condiciones de trabajo.
“Ahora se ha recuperado el tiempo completo, y de vez en cuando tenemos que venir algún sábado para cumplir plazos, mientras incorporamos más personal. Ahora ya somos 55 y entrarán este año cinco personas más”, cuenta Goñi.
Se puede decir que la empresa goza de buena salud. Va pagando sus créditos, va mejorando su producción y ha comenzado un plan de internacionalización.
Los trabajadores también están mejor de salud. “En las revisiones médicas anuales, el comentario de los doctores es: ‘¡Cómo ha cambiado esto!’. Antes, estábamos todos estresados, desesperanzados. Ahora trabajamos más contentos, más a gusto”.
Pero no ha sido un proceso fácil ni rápido. Han debido aprender a trabajar en cooperativa y a tener, sobre todo, paciencia. Los planes de mejora requieren varios años. El salario medio es de 22.000 euros (con una brecha salarial de 1 a 3), pero esperan que pueda mejorar en el futuro.
Viana es un pueblo pequeño, en la provincia de Navarra, pero a diez kilómetros de Logroño, en una zona de poca población y escasamente industrializada. Mantener la fábrica ha sido importante para el pueblo.
“Supongo que también para los antiguos dueños”, culmina Goñi. “Deben estar orgullosos de que la marca siga relacionándose con un buen nombre, y no con una quiebra”.
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