En la política ocurren más cosas por casualidad de las que nos pensamos, pero hay otras que responden a una estrategia diseñada para alcanzar un objetivo. Imagino que el de Juanma Moreno será revalidar como presidente de la Junta de Andalucía dentro de dos años y medio, porque aunque replique el márketing institucional de Monago en Extremadura, como el cambio de imagen de los símbolos y emblemas institucionales, no querrá seguir sus pasos. Es por eso que, siguiendo su acción política, se puede adivinar su estrategia. Reconozcamos que el presidente andaluz es un libro abierto. Empecemos por el principio.
La campaña del PP en las elecciones autonómicas 2018 tenía dos líneas claras: una en positivo para aumentar el voto, y otra en negativo para fomentar la abstención dentro de las filas del PSOE. Digamos que la campaña en positivo no fue la mejor, a la vista están los peores números de la historia electoral del PP andaluz (perdieron 643 mil votos). Sin embargo, hemos de reconocer que la campaña dirigida al votante socialista para que ese domingo se quedase en casa le salió como la seda.
A todos desconcertó el uso de la figura de Felipe González en campaña, así como que fuera el propio PP quien reivindica la foto de la tortilla. Todo con un mensaje encriptado directo al corazón del votante socialista lo suficientemente entrado en años como para recordar que él mismo formó parte de aquel momento, y que siente el socialismo como una victoria personal.
Lo que el PP pretendía con ese movimiento, calificado de bochornoso por gran parte de la prensa, era crear un conflicto en las huestes de su adversario político, apelando al concepto de “socialismo verdadero” frente a la “impostura socialista” que representaba Sánchez. Ni la abrumadora defensa del socialismo militante fue capaz de contrarrestar el efecto que este movimiento estaba provocando en determinada bolsa de votantes, que no solo recibieron el mensaje sino que también lo compraron.
No nos confundamos, el éxito de la campaña de Moreno Bonilla fue hablarle al oído a ese socialismo “verdadero” para que él solo llegase a la conclusión de que el PSOE, su rival en campaña, ya no formaba parte de ese legado, de esa historia ni de esa autenticidad socialista. Y los números también están ahí: una bajada de 400.000 votos en el PSOE y un aumento de 336.000 abstencionistas.
Por eso no es de extrañar que el presidente popular recurra al ex presidente González cada vez que se presenta la oportunidad, en este caso aprovechando la lluvia ácida que éste último recibió tras su paso por Nueva Economía Forum, criticado abiertamente por parte de la militancia y cuadros directivos de su partido, y defendido solo por Susana Díaz.
Moreno sabe lo que González significa para muchos, como también sabe que cada vez que los “suyos” reniegan de él, es una oportunidad para acercarlo al “haber” del PP andaluz, porque en Andalucía sigue siendo un símbolo para una generación que luchó por la democracia y el progreso, y para quienes representa y da sentido a su propia historia personal. Y antes que quedarse con la crítica de los propios, prefieren una alabanza del contrario.
Es a esas personas a las que le habla el PP, a quienes tiene cautivos bajo el mensaje “tú eres el verdadero socialista, los de ahora son aficionados”, y seguirá lanzando ese mensaje mientras pueda.
¡Ojo! No pretende ganar su voto, esa no es su guerra; el objetivo es que se sigan quedando en su casa, enfadados con el PSOE, sumidos en la melancolía de la lucha verdadera. Por eso cuando Felipe González aparece, Juanma Moreno sonríe.
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