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Andalucía, campo de pruebas para la primera aceituna antirrobo

El señuelo se disimula como una aceituna más entre las que forman parte de la carga.

Carmen González / Carmen González

Uno de los problemas que más preocupa a los agricultores andaluces durante la campaña de aceituna es la seguridad. Es difícil poner puertas al campo por lo que los dueños de lo ajeno campan a sus anchas para llevarse el fruto de olivares que miman durante todo el año, lidiando con bajos precios, inclemencias meteorológicas y políticas de protección de países terceros donde terminan millones de kilos del producto.

Por eso, Antonio Javier Berrio, un joven agricultor de Jaén, ideó un sistema que ahorrase disgustos a la vez que dinero. “Un día, por un problema con el transporte, tuve que dejar las mantillas cargadas de aceituna en el campo y pensé en echarle algo para impedir que me las robaran”, cuenta.

Y como el que tiene una idea tiene un tesoro, acudió a su amigo de batallas académicas Ricardo Antonio Cárdenas, abogado e informático, para desarrollarla. Así nació este proyecto: un señuelo con forma de aceituna picual, la variedad más habitual de los olivares jiennenses, que es un sistema de seguridad y de trazabilidad agrícola.

Señuelos biodegradables

Un total de 1.000 unidades de señuelos de aceitunas ya han llegado a su empresa, Agrosegurity, instalada en una nave industrial cedida por la Junta de Andalucía en Jaén. Los dos socios, Ricardo Antonio y Francisco Javier, con la ayuda de Emilio Lara, técnico del CADE (Centros Andaluces de Emprendimiento), tienen previsto presentar el proyecto en la próxima edición de Expoliva, que se celebra en mayo.

Antes deben realizar las pruebas de viabilidad del invento sobre el terreno y esperan que llegue en breve un informe de la Consejería de Medio Ambiente para determinar si el material utilizado en la elaboración del señuelo en forma de aceitunas es apto para formar parte de la cadena alimentaria.

Y esto es así porque el señuelo se colgará en el olivo -es recomendable hacerlo de forma aleatoria en un 5% de la plantación para que sea efectivo- y en el proceso de recogida puede acabar molturado o caído en las tierras de labor. “El señuelo está fabricado con silicona biodegradable para que, si sigue en el campo o cae en la cadena alimentaria a la hora de molturar la aceituna, no se convierta en un problema para la salud del consumidor ni contamine el medio natural”.

Microchips en máquinas expendedoras

La aceituna antirrobo lleva en su interior un microchip con etiqueta de radiofrecuencia que envía una señal a otro aparato y éste “actúa como un espejo”. Cuando el agricultor adquiera los señuelos, deberá darlos de alta antes con sus datos, los mismos que aparecen en la Guía Conduce y en el Cuaderno de Campo -documentos obligatorios para el transporte del producto-. Cada uno tiene un código único que es el que figurará en la base de datos de la empresa.

Por tanto, el señuelo llevará grabado el nombre del propietario, término municipal y la finca exacta en la que se ha criado la aceituna, incluso hasta los productos fitosanitarios empleados durante el año en los olivares del propietario. Y el precio concretado ya por señuelo es de 1,33 euros, que venderán en cajas de 3, 10, 50 y 100 unidades.

Las máquinas expendedoras -similares a las que venden refrescos o comida- con el nuevo producto se instalarán en las cooperativas, razón por la que esta empresa se ha asociado con Automatismos Itea S.L., que lleva el software de los sistemas de pesado del 60% de las cooperativas españolas. “Tenemos que conseguir que las cooperativas tengan todas las máquinas porque, si unas las tienen y otras no, el que lleva aceitunas robadas sabrá donde dirigirse para venderla”, explica Antonio Javier Berrio.

De esta manera, si se registra un robo, la empresa Agrosegurity, comprobará de dónde proviene la aceituna con dos pruebas. La primera, la que mide el rendimiento graso del producto que dependerá de una serie de factores registrados en la parcela como el riego, maduración, situación geográfica, entre otros. La segunda prueba consiste en un análisis químico que determinará los productos fitosanitarios empleados en el olivar de referencia de la aceituna. “Estos análisis no sólo localizarán al propietario de la aceituna robada sino que vigilarán la trazabilidad del producto para garantizar su calidad”, apunta Berrio.

Picual, arbequina, manzanilla...

Aunque la empresa ha empezado por diseñar un señuelo de la aceituna picual, en proyecto está seguir con otras variedades como la manzanilla y gordal (cuya producción se concentra especialmente en la provincia de Sevilla) y arbequina. “Sólo habría que cambiar el molde y colores”, especifica Berrio, por lo que se trata de un proyecto sin techo, extensible a otros productos agrícolas, como la almendra, el pistacho o los piñones.

Sin presentarlos oficialmente, ya han llamado a esta empresa de países como Italia y EEUU porque son ellos lo que han obtenido la protección mundial de la patente de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. “De todas formas, ahora estamos centrados en ponerlo en marcha en Andalucía, después ya se verá”, acaba diciendo el empresario jiennense. 

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