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Los expertos en tratamiento de plagas han registrado un incremento del 20% de incidencias por ratas en las ciudades

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Consuelo Durán

¿Hay más ratas en las ciudades o simplemente ocurre que se esconden menos? Cuando solo la ciudad de Barcelona se ha aventurado a hacer un censo de sus cloacas, que el pasado año concluyó que rondaban las 200.000, es difícil responder a la pregunta, pero hay un dato revelador: el de las empresas de tratamiento de plagas. La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla) sostiene que en los últimos dos años se han incrementado un 20% las incidencias por estos roedores.

En el caso del Ayuntamiento de Madrid, que en 2018 registró 1.592 avisos, según sus últimas estadísticas publicadas, más de cuatro diarios. Y la mayoría de la gente las ve por las calles y no avisa. O lo denuncia por redes sociales. Es el caso de Sevilla, donde el gobierno de Juan Espadas confirmaba recientemente un plan de choque de limpieza, si bien sostienen que las intervenciones relacionadas con la desratización rondan las 2.500 por año y que, en su conjunto, se han duplicado estas acciones y las que se desarrollan contra insectos como cucarachas o chinches. Pero, en cualquier caso, le caen a diario imágenes de ratas campando a sus anchas por la ciudad. No hay día que no se las por Twitter.

Vídeos, fotografías, y una exigencia común hacia el alcalde para que tome medidas.

“En Sevilla, según nuestros registros, se detecta un aumento considerable de incidencias en zonas de Sevilla Este y Pino Montano”, explica Antonio David Rueda, portavoz de Anecpla, que con casi 500 empresas a más de 485 empresas asociadas representa en torno a un 85% del volumen de facturación del sector en España. Y hace extensible el problema a las principales urbes.

Recuerda que “las ratas han estado presentes en nuestro entorno desde siempre, principalmente las pertenecientes a la especie rattus norvergicus (más conocida como rata gris”. En la misma línea, explica que “poseen una gran capacidad de adaptación a los medios urbanos aprovechando los desechos orgánicos que generamos como base de alimentación y refugiándose principalmente en las redes de saneamiento”. En definitiva: “Son muy persistentes y con una rápida capacidad de reproducción. Tienen una media de vida de 3 a 7 años, su periodo de gestación es de 19 a 22 días y suelen dar a luz unas 4 a 12 crías en cada parto, con una frecuencia de 2 a 7 veces al año”.

Y esa capacidad reproductora puede incrementarse por la elevación de las temperaturas derivada del cambio climático. Un estudio de un grupo de científicos publicado en EEUU por Newsweek ha llegado a esta conclusión, después de haberse comprobado en el caso de Nueva York donde las incidencias por ratas se elevaron un 10% en 2017 con respecto a 2016.

“Con toda probabilidad, el aumento de la temperatura podría incidir sobre el aumento de población de roedores. El hecho que los inviernos sean más cálidos puede favorecer el ciclo reproductivo de las ratas, pudiendo aumentar el número de camadas”, reconoce Antonio David Rueda, quien incide en que “son una de las especies invasoras más exitosas dela naturaleza”. Siendo su capacidad de adaptación una de las principales claves de su éxito, “se podría estimar que estos roedores pudieran ser una de las especies que mejorase sus índices poblacionales, produciéndose con ello el riesgo que esta especie posee sobre los consumos del suministro mundial de alimento”.

Pero no sólo eso, no hay que olvidar el peligro que suponen con transmisoras de enfermedades. “En los casos en que llegue a estimarse por parte del correspondiente departamento de sanidad de la ciudad que estos roedores alcanzan niveles estadísticos muy elevados, las autoridades están obligadas a reforzar su guerra contra los roedores para intentar controlar su reproducción”, concluye.

Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica de Doñana, señala que sin censos no se puede afirmar con contundencia que hay más ratas que hace unos años. “Es posible que responda a una percepción ciudadana o al hecho de que ahora todo se comparte más por redes sociales, pero también es posible que realmente haya más ratas”, subraya. Se refiere también a los expertos que lo vinculan con el cambio climático “porque el incremento de las temperaturas alarga el periodo reproductor de los roedores y se extiende en el tiempo, y ello conllevaría un incremento”.

El caso es que han colaborado en este tema con la Agencia de Salud Publica de Cataluña. “Hicimos un estudio con el objetivo de ver si habían desarrollado una mutación resistente a los anticoagulantes en los que se basan los venenos para controlar la población de roedores. Esa mutación se había registrado en países del norte de Europa. Sin embargo, no lo hallamos en el caso de Barcelona, porque no la hay o la proporción es tan baja que no era significativa”, relata. De manera que, por lo menos en lo que se refiere a Barcelona, el problema para mantenerlas a raya no parece estar en los venenos.

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