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El PP andaluz camufla su fractura interna para no poner en riesgo las próximas elecciones

La agrupación de compromisarios andaluces posa tras la intervención de Rajoy.

Daniel Cela

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“¿Qué van a votar los andaluces?” Una senadora gallega le pregunta a un periodista de Málaga si la agrupación del PP de Andalucía -519 compromisarios, el 17% del total de delegados en este XIX congreso nacional- va a votar en bloque. Minutos antes ha tenido lugar una escena en el hall del hotel donde están convocados los populares que retrata muy bien cómo el PP andaluz está reviviendo su propia fractura interna, con el cónclave nacional como telón de fondo: Soraya Sáenz de Santamaría llega al hotel rodeada de dirigentes y compromisarios de Sevilla y de Málaga. Son muchos y enseguida empiezan a corear: “¡Presidenta, presidenta!”. 

El grito de júbilo lo envuelve todo. Minutos después, aparece Pablo Casado con su equipo, y un nutrido grupo de compromisarios -caras conocidas de Córdoba, Jaén y Almería- replica con el mismo grito de victoria: “¡Presidente, presidente!”. El partido con más apoyos de España, el más votado desde 2009, no sabe qué le depara el futuro más inmediato. La mayoría ni siquiera sabe cómo y por qué se ha metido en unas primarias de alto voltaje y de resultado nebuloso. Una compromisaria de Cádiz ha estado presente en la entrada triunfal de los dos aspirantes a presidir el PP y, en un corrillo con periodistas, hace un resumen del congreso bis que viven los andaluces: “Tiene un punto infantil. Me recuerda a esa canción: Tigres, leones, todos quieren ser los campeones”, bromea.

No es raro que en el PP andaluz perciban que éste es una especie de congreso de fieras. Aquí se dirime quién dirigirá el partido a nivel nacional, pero también está en juego la estabilidad de la dirección andaluza, que dentro de tres meses se enfrenta a unas elecciones autonómicas si al final Susana Díaz adelanta los comicios a otoño. La presidenta de la Junta ya ha empezado a hacer su propia campaña de derribo al oponente. Antes de que los compromisarios populares llegasen al hotel, ella ha anunciado, en una entrevista en Canal Sur Radio, que su favorita para dirigir el PP es Santamaría. Ésta es la forma ortodoxa que tiene la presidenta andaluza de favorecer al rival contrario (Pablo Casado) y, de paso, hace tambalear el suelo que pisa su propio rival, Juanma Moreno, líder del PP-A. “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”.

Éste es un congreso de tigres y leones en el PP andaluz porque ha reavivado las rencillas orgánicas que hay en cada provincia. Dirigentes que cercenaron a compañeros, que limaron su ascenso en el partido o que directamente les hicieron caer. Si se les pregunta por qué votan a Casado, explican que en las filas de Santamaría está el que les apuñaló. Si se les pregunta por qué apoyan a Santamaría, dicen que el que más dirigente más leal a Casado en su provincia le cortó la cabeza y nunca reconoció su trabajo. Filias, fobias y traiciones a la vista de todos, un congreso del PP inédito e imprevisible. Una caja de sorpresas o de bombas. Aquí el informe caritas no funciona, es difícil saber por sus caras qué procesión va por dentro, porque todos visten una cara de póker, todos sonríen sabiéndose vencedores de antemano.

Casado ya se ha ganado el título del candidato que más ilusión despierta, aunque sus rivales dicen que es una ilusión ficticia, y que “lo que cuenta es el compromisario que vota, más que el que tuitea”. Santamaría se ha confiado a Javier Arenas, veterano en congresos y en el recuento de compromisarios con nombre y apellidos, uno a uno. “Palito a palito”, como dice su mano derecha y coordinador de la campaña de la ex vicepresidenta, Antonio Sanz. No hay una fisura en el discurso triunfal de cada candidato, hasta muy entrada la noche, cuando alguno en el equipo andaluz de Santamaría flaquea y baja la guardia: “Puede ganar Casado. Por poco”.

Zoido y Nieto; Arenas y Sanz

Hay una bruma de incertidumbre en el congreso y hay una fractura total entre ambas familias. No ha habido visos de integración. Santamaría ha tendido la mano hasta el último momento, pero Casado ha mirado para otro lado, porque ha interpretado que el ofrecimiento era un reconocimiento de derrota camuflado. Juanma Moreno ha llegado al hotel pidiendo integración cuando ya todo el mundo en el plenario la daba por perdida. Juan Ignacio Zoido le ha respondido, desde los micrófonos de un canal de televisión, que no. Que no. Que no. El círculo andaluz próximo a Dolores de Cospedal -Zoido, José Antonio Nieto, José Luis Sanz, Gabriel Amat- se ha reagrupado con Casado con un entusiasmo ferviente, buscando debilitar ese 54% de votos de afiliados que obtuvo Santamaría en la primera fase de las primarias en Andalucía. Dicen que han reclutado al 40% de los delegados en esta región clave. Arenas y Sanz, con las manos en los bolsillos del pantalón, aseguran que un 65% de votos de Andalucía están atornillados al nombre de Soraya. 

Arenas y Sanz juegan para prorrogar su poder en Génova, en puestos relevantes de la próxima ejecutiva nacional. Juanma Moreno, en cambio, ha tenido que elegir en este congreso entre “matar al padre”, a saber, quitarse para siempre la tutela de Arenas en caso de que Santamaría pierda; o afianzarse como líder tutelado del PP andaluz, al menos hasta las autonómicas. La rivalidad con Cospedal y con Zoido le une de nuevo a Arenas. La secretaria general del PP andaluz, Dolores López, asegura que a Moreno no le temblará la silla “gane quien gane”, porque los dos candidatos “se volcarán en las elecciones andaluzas”. El líder regional ya ha perdido unas elecciones autonómicas (2015) y las próximas no pintan bien en las encuestas. En este congreso también se juega su propio futuro político en el partido.

El ex alcalde de Córdoba y ex secretario de Estado de Interior, José Antonio Nieto, ha hecho una campaña muy dura para robarle compromisarios a Santamaría. Después del congreso, las direcciones provinciales andaluzas empezarán a diseñar las listas electorales para las autonómicas, se mirará al dedillo el orden de los candidatos, a sabiendas de que puede menguar el número de diputados en el Parlamento (en los últimos comicios pasaron de 50 a 33). Las listas electorales serán una réplica del resultado del congreso nacional, otra vez se medirán los contrapesos internos y, muy probablemente, quien quiera disputarle el liderazgo a Moreno, entrará en la candidatura de alguna de las provincias más hostiles con la dirección regional. Ha sonado el nombre de Esperanza Oña, diputada y vicepresidenta segunda en el Parlamento andaluz, como mujer fuerte de Casado en su próxima ejecutiva y, por ende, alternativa a Moreno el día de mañana. Ella se ha echado a reír cuando le han preguntado. 

Para Moreno y su equipo, es imperioso que Santamaría gane. Andalucía y Valencia son claves, por número de compromisarios, para el resultado final, y si la ventaja de la ex vicepresidenta es muy holgada, Moreno empujará para ocupar puestos en el Comité Ejecutivo Nacional. Ahora 15 de los 35 miembros son andaluces, aunque casi todos son de la órbita de Arenas. El ex presidente del PP andaluz y vicesecretario general para asuntos territoriales ha hecho sus llamadas en todas las comunidades donde merecía la pena intervenir. En su entorno perjuran que ha tenido “buena respuesta en todas”, aunque hay cierta decepción en Galicia, la región de Alberto Núñez Feijoo, que habría sido el candidato de Arenas, de haber querido ser candidato. Feijoo no le ha revelado sus cartas ni a Juanma Moreno, que le ha telefoneado “varias veces”.

El adiós de Rajoy

El PP se ha despedido este viernes de Mariano Rajoy y, en cierto modo, también se ha despedido de sí mismo. El primer día del XIX Congreso nacional ha sido el adiós al ex presidente del Gobierno. Con él se marcha un partido unido por el pegamento del poder, en el que las grietas internas -muchas- se han tapado o disimulado mientras han estado gobernando. En el arranque del cónclave de los populares y sobre sus 3.000 compromisarios ha sobrevolado la nostalgia, la melancolía por todo lo que han hecho y por todo lo que han dejado por hacer, tras su dramática salida del Gobierno, empujados por la primera moción de censura que triunfa en España. 

Pero la nostalgia acaba aquí, en el vídeo tributo que ha exaltado la figura de Rajoy, en el informe de gestión de Cospedal, en la emotiva despedida del presidente: “Me aparto, pero no me voy. Seré leal. Y vosotros sabéis lo que significa que seré leal”. Los dirigentes más marianistas han dilatado este momento todo lo que han podido, como si quisieran retrasar el instante inevitable que empieza este sábado: un nuevo PP envuelto en la incertidumbre, un partido que tiene que gestionar una difícil recomposición interna desde la oposición, acosado por los tribunales que siguen hurgando sobre una supuesta financiación ilegal, y acechado por Ciudadanos, que amenaza con arrebatarles las esencias de la derecha española y la fidelidad de sus votantes.

En el hotel madrileño el aire estaba cargado. A ratos parecía una película de Buñuel en la que todos ríen, pero no saben muy bien de qué, todos están de fiesta, pero no saben qué celebran, ni quién es el invitado de honor. Es más, es difícil encontrar a tres dirigentes de primer y segundo nivel que acierten a explicar cómo se vota el sábado (mucho menos un compromisario de base). Un alto mandatorio, próximo a Casado, dice que su candidato va a dejar hueco en su lista de 35 nombres para el Comité Ejecutivo Nacional, pensando en integrar a gente de Soraya. Otro replica que eso no se puede hacer, que los estatutos no lo permiten. Una dirigente cercana a Santamaría asegura que ella pondrá el nombre de Casado en su lista para el Comité. Pero otra responde que eso tampoco es posible, según el reglamento interno, que Casado tendría que firmar primero, y no parece que vaya a hacerlo. Los periodistas dejan de obsesionarse con el funcionamiento interno de esta votación cuando se dan cuenta de que la mayoría de los compromisarios no saben cómo y qué van a votar, y parte de los dirigentes tampoco.

Este sábado empieza una nueva etapa para un PP envuelto en la incertidumbre. Sin el poder, los dos candidatos que aspiran a relevar a Rajoy han llegado a la votación final visiblemente enfrentados. Es un PP irreconocible, un partido poco dado a airear sus disputas en público. Esta campaña ha estado embarrada por acusaciones cruzadas y enmiendas a la gestión de Gobierno y a la gestión orgánica que compartían hasta hace sólo dos meses. El PP, el grupo político más votado de España, con más diputados en el Congreso y en el Senado, está partido en dos mitades que se miran con recelo, que desconfían el uno del otro. Hay dirigentes detrás de Casado que incluso detestan a los que respaldan a Santamaría, y viceversa. Rajoy se ha despedido con un discurso neutro, aséptico, pero el equipo de la ex vicepresidenta ha intentado capitalizar algunas partes del mismo, como el elogio al 155 en Cataluña, que el presidente pilotó de la mano de Santamaría.

En Andalucía esta rivalidad roza, en algunos casos, lo personal. No han tenido pudor en expresarlo públicamente en los términos más crudos, y ante todas las cámaras de televisión. “Al cierre de este congreso, todos seremos ganadores”, ha dicho Ana Pastor en su discurso. “Mi último consejo: Sed responsables”, ha dicho Rajoy antes de marcharse. Tras su discurso, los más de 500 compromisarios andaluces han posado juntos para una foto de familia. Luego cada agrupación provincial se ha ido a cenar, cada uno por su lado, aunque en más de una  provincia ha habido dos cenas en dos restaurantes distintos. Arenas se ha quedado reunido en el hotel. Y Zoido también.

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