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Cambiar la estación de sitio: una posible solución para que las vías del tren no sigan dividiendo Granada

La nueva estación se ubicaría en la zona roja de abajo dejando libre la amarilla que ocupan los actuales andenes

Álvaro López

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Granada y el tren están condenados a entenderse. Después de años de travesía por el desierto y pese a seguir acumulando muchos problemas ferroviarios, el reciente estreno de la primera conexión de la historia entre la capital granadina y Málaga por vía ferroviaria, la llegada del AVE a la ciudad o el inicio del estudio informativo para retomar los ferrocarriles entre Andalucía y Murcia, mejoran las perspectivas. Ahora, se estudia la posibilidad de cambiar de ubicación la estación de trenes situada actualmente en la Avenida de Andaluces. El proyecto, adelantado por el diario Ideal y que nace de un informe de Germán Martínez, catedrático de Ingeniería de la Universidad de Granada (UGR), ha sido acogido por el Ayuntamiento para formar parte del próximo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que quiere aprobarse antes de que finalice el mandato municipal del PSOE dentro de un año.

El PGOU actual data del año 2001 y no corrige uno de los grandes problemas que afectan a Granada en su relación con los ferrocarriles. Este no es otro que la integración de las vías en la ciudad que desde hace décadas divide por la mitad al barrio de la Chana. Como el trazado de la línea que va hacia Moreda discurre en superficie, los trenes constituyen un muro entre viviendas contra el que los vecinos y las plataformas ferroviarias llevan años luchando. Reclaman un soterramiento de las vías que a día de hoy está descartado por suponer una inversión demasiado elevada de más de 200 millones de euros, según las estimaciones hechas por el Gobierno central. Precisamente una de estas asociaciones, Marea Amarilla, nació en parte al calor de esta reivindicación y es la que ha llevado el informe del ingeniero de la UGR hasta el Ayuntamiento de Granada para que se estudie el cambio de ubicación de la estación, ante la falta de alternativas contra el muro ferroviario.

Inversiones hechas

Hoy en día, cualquiera que coja un tren con destino o salida desde Granada lo hará desde o hasta la estación de Andaluces, conocida así al recibir el nombre de la propia avenida en la que está situada. Esta infraestructura ha sido un caballo de batalla permanente también desde hace tiempo, con intentos por remodelarla con proyectos faraónicos como un diseño planteado por el arquitecto Rafael Moneo que la crisis de 2008 metió en un cajón para siempre. Con la llegada de la Alta Velocidad a Granada, la estación recibió una ampliación en 2019 con un nuevo edificio y vías preparadas para el acceso a estos trenes, dotando al edificio de cierta modernidad. Las obras que costaron 12,6 millones de euros, podrían tener una duración escasa en el tiempo si sale adelante el proyecto de reubicar la estación.

Porque el proyecto que ha hecho suyo el Ayuntamiento de Granada contempla llevarse el andén de Andaluces a la zona oeste de la capital. En concreto se ubicaría junto a la explanada que queda en el lado opuesto del centro comercial Hipercor, pasada la circunvalación GR-30. La parcela se ubica junto a la conocida como Huerta del Rasillo y es el sitio más idóneo que ve el Consistorio para la estación. Según el alcalde de la ciudad, Francisco Cuenca, enmarca este proyecto en la renovación de un PGOU que supondrá “oportunidades y capacidad de equidad y equilibrio entre los barrios”. Uno de los objetivos es velar por la “calidad del aire” mediante una movilidad sostenible, meta que ha convertido en su lema desde que retomó la alcaldía.

Alternativa al soterramiento

El cambio de ubicación de la estación parte de la premisa de que es más barato que soterrar el tren a su paso por la ciudad. Por eso, el informe en el que se basa incide en que esta obra sería menos compleja desde el punto de vista técnico. Sobre todo, porque si se tuviesen que soterrar las vías estas deberían hacerlo a una cota inferior a la que discurre el río Beiro, que está precisamente en la zona por la que quedaría oculto el trazador de los ferrocarriles. Por el contrario, con el nuevo emplazamiento de los andenes no sería necesario hacer un trabajo tan complicado ya que las vías irían siempre en superficie. Además, el otro aspecto que defiende el plan es que la nueva estación estaría más centrada desde el punto de vista metropolitano -pues se situaría en la puerta de la Vega de Granada- y eliminaría la necesidad de que los coches tuviesen que llegar hasta la actual estación que está enclavada a pocos metros del centro histórico.

Germán Martínez, el catedrático de Ingeniería que ha proyectado esta solución, señala también que no sería necesario interrumpir el tráfico de trenes durante la ejecución de las obras ya que los dos ramales de Moreda y Antequera seguirían siendo operativos. Por otra parte, como junto a la Huerta del Rasillo ya hay aparcamientos, ese problema se solventa, al tiempo que se libera el actual emplazamiento de la estación para otros usos como pueden ser zonas verdes o de disfrute público. Mientras que sobre la conexión con otros medios de transporte como puede ser el metro, que actualmente tiene parada en la estación de tren, la parada más próxima quedaría a 400 metros. Una distancia similar a la que anda cualquier ciudadano en una estación como la de Atocha en Madrid para acceder al mismo servicio.

Por último, los costes de inversión y el tiempo para ejecutar la obra serían sensiblemente inferiores a los del soterramiento. Suponiendo que no hubiese demoras y necesidad de readaptar el concepto, el proyecto supondría un desembolso aproximado de 59,25 millones de euros. La línea ferroviaria de nueva construcción serían algo más de 2 kilómetros que costarían alrededor de 15 millones de euros y el precio de la estación ascendería a 7,5 millones de euros. No obstante, se trata solo de cálculos aproximados y optimistas. Especialmente si se tiene en cuenta que el informe calcula que la nueva estación podría estar en marcha en 24 meses. Un plazo mucho más corto del que sería necesario en caso de soterramiento por la complejidad de la obra y las posibilidades de que en las excavaciones se encontrasen restos arqueológicos.

Largo debate

En todo caso, la propuesta está siendo debatida en los últimos días como parte central del nuevo PGOU. Mientras que el Ayuntamiento de Granada defiende su utilidad por favorecer a una mejor movilidad, no todo el mundo está a favor de este proyecto. El PP critica que se quiera cambiar la estación de lugar y recuerda que el PSOE instaba en su día al Gobierno de Rajoy a apostar por el soterramiento. “No nos podemos permitir otra ubicación que no cumpla con estos requisitos en una ciudad con el atractivo turístico, patrimonial e histórico como atesora Granada”, dice Francisco Rodríguez, presidente provincial de los populares. “Nuestra posición no va a estar fuera de estas premisas. Estamos en una fase muy inicial que requiere de un debate sosegado”.

Por su parte, desde las plataformas ferroviarias hay división de opiniones. Francisco Rodríguez, portavoz de Marea Amarilla, la asociación que ha llevado este proyecto al Ayuntamiento de Granada, considera que es “una oportunidad para mejorar el urbanismo” en la ciudad. “Los perjuicios a la Vega son mínimos pues iría en paralelo a la circunvalación y los beneficios para la gente de los barrios inmensos. Hay que entender que el urbanismo de Granada en esta zona es muy perjudicial para la integración de los barrios y sus habitantes”. Una visión optimista que no comparten desde Granada por el Tren. Desde la plataforma creen que es un proyecto que no responde a las necesidades que tiene la ciudad en materia ferroviaria. Que hay otros asuntos más urgentes. “Tanto o más importante en el tema de la estación es definir una propuesta competitiva de trazado de Corredor Mediterráneo entre Antequera-Granada-Almería (y la pata Guadix-Baza-Lorca), de manera que sea la mejor opción en tiempo y kilómetros de conexión de Andalucía con el Levante”, sostienen fuentes de la misma.

Un “asalto a la Vega”

Por último, los ecologistas tampoco se muestran partidarios de este proyecto ya que temen que vuelva a ser un atentado contra la diversidad medioambiental de la Vega de Granada. Como la nueva estación de tren se ubicaría justo en la puerta de esta zona única de la cuenca granadina, los ecologistas se temen lo peor. “Lleva gestándose el asalto a la Vega desde hace muchos años. El ferial y otras infraestructuras, pero el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Granada (POTAUG) no lo permite. No entiendo por qué los técnicos consideran de baja afección una estación con vías y servicios que ocuparían una franja con servidumbres de en torno a 100 metros, más la superficie de la estación y todo en suelo de especial protección”, lamenta Jesús Peña, miembro de Somos Vega. No obstante, se trata de un debate que dará que hablar en los próximos meses porque el PGOU no se prevé que esté aprobado hasta dentro de un año.

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