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Inma Nieto, candidata de Por Andalucía: la izquierda que no grita cuando todos gritan

Inmaculada Nieto, candidata de Por Andalucía a la Junta, en el mercado de la Encarnación, en Sevilla.

Daniel Cela

22 de mayo de 2022 21:49 h

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Dice un dirigente retirado de IU que la voz de su compañera Inmaculada Nieto (Algeciras, Cádiz; 51 años) está “dos puntos por encima del silencio”. En el Parlamento andaluz, donde trabaja como diputada de Izquierda Unida (IU) desde 2012, se decía no hace mucho que era una voz “más apropiada para leer cuentos infantiles antes de irse a dormir que para confrontar” en el convulso mundo actual de la política. 

Sin embargo, por la vía del susurro y del consenso político, Nieto se ha convertido en la candidata a presidir el Gobierno andaluz de la nueva confluencia de izquierdas Por Andalucía, que concurre a las elecciones del 19 de junio. “Levanta un poco la voz, Inma, que se te oiga”, le decía uno de sus asesores, en la campaña electoral de 2015, en la que IU luchó un agónico pulso para sobrevivir a la irrupción de Podemos [pasó de 12 a 5 diputados y estuvo a punto de perder el grupo parlamentario]. “No puedo, quillo, no me sale”, decía ella, encogida de hombros. En esas sigue siete años después.

Esta algecireña de melena leonada es licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad de Granada y aspira a terminar la carrera de Derecho algún día. Está afiliada a CCOO, de la que formó parte en la ejecutiva comarcal del Campo de Gibraltar, una de las zonas más empobrecidas y castigadas del país. Fue concejal y llegó a ser teniente de alcalde en su ciudad, Algeciras, ha sido parlamentaria y dirigente de IU con tres coordinadores generales -Diego Valderas, Antonio Maíllo [a quien sustituyó como portavoz de Adelante tras abandonar éste la política] y Toni Valero, pero hasta hoy no ha roto el techo de cemento de IU para liderazgos femeninos. Si Por Andalucía gana las elecciones del 19-J, sería presidenta de la Junta.

Puño de hierro en guante de seda

Resultó que los tiempos del parlamentarismo cambiaron y la forma templada de hacer política, por contraste, empezó a cotizar al alza. La voz serena de Inma Nieto lleva tres legislaturas consecutivas en la Cámara legislativa andaluza, lo máximo que autorizan los estatutos de su partido, pero ha sido en la recta final cuando más se la ha escuchado.

Esta legislatura arrancó con un cambio de ciclo político en 2018, cuando se conforma el primer Gobierno andaluz de derechas [PP y Ciudadanos] sustentado en la primera fuerza parlamentaria de extrema derecha [Vox]. Un mandato en el que se han escuchado gritos cruzados de “fascistas” y “comunistas”, gritos machistas -“plancha bragas”; “feminazis”-, ofensas a la memoria histórica -“busca huesos”; “revanchistas”-, golpes de diputados al micrófono e insultos a la presidenta de la Cámara -“¡a tomar por culo!”.

Ha sido una legislatura sin precedentes, porque el PSOE andaluz se mal estrenaba en la oposición después de 37 años en el poder, y no supo dar con la tecla de cómo hacerlo. Adelante Andalucía, la primera coalición electoral de IU y Podemos, saltaba por los aires por las profundas discrepancias políticas de sus socios, que emergieron cuando Unidas Podemos formó un Gobierno de coalición con el PSOE (validado por las bases, pero rechazado por Teresa Rodríguez).

En octubre de 2020, en plena pandemia, Nieto ejecutó una operación -pilotada desde fuera del Parlamento por la nueva dirección de Podemos Andalucía y desde dentro por IU- para expulsar del grupo Adelante a su presidenta, Teresa Rodríguez, que pasó a ser diputada no adscrita bajo la acusación de tránsfuga (junto a otros diez parlamentarios). Desde entonces, Nieto asumió la portavocía exclusiva del grupo y cada 15 días se mide cara a cara con el presidente Juan Manuel Moreno.

Hasta ese momento, la gaditana y la algecireña se habían repartido la portavocía del grupo, dando una imagen a ratos complementaria, a ratos bipolar de lo que era la izquierda a la izquierda del PSOE. Teresa Rodríguez es un hiperliderazgo macerado en Podemos, dura en las formas, beligerante, como si sus profundas convicciones explotasen en directo arrollando a todos sus rivales alrededor, desde Vox al PSOE. Inma Nieto le sucedía en el turno de palabra bajando el diapasón hasta el tono más bajo posible, pero su contundencia era igual de feroz. “Es evidente que, después de apuñalarme por la espalda, nuestra relación no es buena”, se ha quejado Rodríguez de su excompañera, a quien los Anticapitalistas llaman “la mosquita muerta”.

La moderación cotiza

El presidente de la Junta fue el primero que supo leer el cambio de registro que necesitaba la política. Pertrechado en su traje institucional, Moreno ha sabido construirse un perfil de político moderado y centrista, gracias a sus formas suaves, pero impulsado por el contraste de sus contrincantes más descarnados: el azote hiperventilado de Vox, de quien supo mantener distancias incluso cuando pactaba con ellos tres presupuestos autonómicos y la estabilidad de la legislatura; el azote algo desorientado de Susana Díaz, la ex presidenta socialista que fue desclasada por los suyos; y a última hora, el azote extemporáneo de Ángeles Férriz, actual vicesecretaria general del PSOE-A, que sustituyó a Díaz en el cara a cara con el presidente.

Todos estos envites toscos han contribuido, sin quererlo, a cimentar el centrismo de Moreno, siempre apelando a la concordia y la moderación, nunca con un tono alto ni un mal gesto. De ahí que el presidente encontrara especial dificultad en debatir con Nieto cada 15 días en el Parlamento. Aquí acuñó esa frase hecha -“puño de hierro en guante de seda”-, que Moreno le agradecía periódicamente, para luego improvisar fórmulas de repeler sus sibilinos dardos envueltos en caricias. 

En las últimas sesiones, el líder popular se alejó de la conciliación en sus careos con Nieto, sobre todo tras encajar más de un golpe por las críticas ante la falta de recursos sanitarios y el despido de 8.000 profesionales en mitad de la pandemia. Moreno se volvió más duro y empezó a espetarle a Nieto su vinculación con el comunismo -“usted pertenece a una formación comunista”; “usted defiende al Gobierno social comunista de Sánchez”-, a pesar de que Nieto milita en IU, pero es la única de los seis diputados de su grupo que no lo hace en el Partido Comunista Andaluz.

Con el fin de este mandato, la última portavoz de Unidas Podemos debía hacer las maletas y regresar a Algeciras para culminar la carrera de Derecho y, si acaso, volver a trabajar para su sindicato, CCOO. La creación aparatosa de la coalición de izquierdas -integrada por IU, Podemos, Más País, Equo, Iniciativa del Pueblo Andaluz y Alianza Verde- ha frenado su salida, después de que los candidatos independientes a los que tantearon para encabezar el cartel electoral dijeran todos que no. 

Una diputada y su cigarrillo

Nieto es esa parlamentaria a un cigarrillo pegada, sentada en un banco de un pasillo del Parlamento, con una pila de folios sobre las rodillas. “Se prepara mucho las intervenciones, lee todo lo que puede abarcar y no usa argumentarios”, dice un compañero de filas. En Algeciras, hace 20 años, se la recuerda en un café teatro donde se juntaban de noche políticos de todos los partidos y sindicalistas de toda clase. “Inma se ha llevado bien siempre con sus rivales, porque entiende la política como algo colaborativo, no como una competición. Hoy te peleas con alguien y mañana estás firmando una ley con él”, dice Antonio Romera Chipi, cabecilla del grupo musical La Canalla, y amigo.

Chipi nunca ha visto a Inma Nieto “enfadada”. “Ni cantar, por suerte”, bromea. Paco Mena, presidente de la plataforma antidroga Por tu seguridad, por la de todos, y amigo desde hace 30 años, tampoco la recuerda enfadada. “Decepcionada, mosqueada tal vez, pero ¿levantar la voz? Nunca”. Estos dos amigos coinciden, sin saberlo, en una cualidad que destacan dos adversarios políticos de Nieto en el Parlamento, uno del PP y otro de Ciudadanos. “Si hay un problema que puede arreglar la Junta, Inma va primero en busca del consejero de turno, sin medios de comunicación ni cámaras, a ver si se puede desatascar rápido. Si no funciona, entonces usa la otra vía”.

Mena recuerda que, durante la pandemia, el Gobierno de Moreno cerró la Unidad de Desintoxicación Hospitalaria de Algeciras, que atiende a personas con adicción a las drogas. Los afectados se lo contaron a ella, ella viajó a Sevilla, pilló al consejero de Salud, Jesús Aguirre, en un pasillo y le pidió que reabriera la unidad, que el narcotráfico y la drogadicción en el Campo de Gibraltar es un problema de primer orden. Aguirre le dijo que lo miraría, pero ahí quedó la cosa.

La siguiente vez que Nieto se lo planteó ya fue en el Pleno del Parlamento, ante las cámaras, y al poco la Junta reabrió la unidad. “Inma es una persona comprometida, muy respetuosa en las formas, con la que es fácil entenderse. Pero no se puede bajar la guardia porque con esa voz suave, a veces te da golpes más certeros que el que está todo el día gritando, pero sin base argumental alguna”, explica un dirigente del PP.

Las circunstancias han hecho que una diputada que abomina del ruido político porque cree que distorsiona el propio sentido de la política ha sido designada candidata en medio de una algarabía esperpéntica. El surgimiento de Por Andalucía -la coalición de seis partidos de izquierdas- nace lastrado por las luchas endémicas de las izquierdas, plasmadas en un documento que vislumbra el reparto de poder, cargos, candidaturas y dinero entre Podemos e IU.

Un mensaje que ha opacado el valor de la reunificación de izquierdas y el propio perfil de su candidata, a quien Yolanda Díaz apenas conocía y apenas había tratado antes de aferrarse a su brazo y caminar juntas por el real de la Feria de Sevilla. Nieto ha pedido públicas disculpas y en estas horas se esfuerza, en cada entrevista, por pasar página y enfocar la mirada hacia el proyecto y la campaña.

Hay muchos puntos en común entre estas dos mujeres, en su forma de concebir la política, la participación social y el modo de “escucha activa” a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, según algunos de los muñidores de Por Andalucía. Pero aún le falta algo fundamental y tiene sólo un mes, hasta las elecciones, para reconocerlo: “A Inma la hemos elegido para liderarnos. Ahora tiene que liderar”.

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