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Antonio García Villarán: “Lo que pinta Miró no tiene ningún valor”

García Villarán, crítico de arte y youtuber /foto: FB

Alejandro Luque

En el concurrido universo de los youtubers –las estrellas de Youtube, que pueden llegar a contar con cientos de miles de seguidores– el nombre de Antonio García Villarán brilla con luz propia desde hace algún tiempo. Este sevillano nacido en 1976, pintor, poeta y editor, doctor en Bellas Artes y ahora figura influyente en la Red, ha conquistado la atención de mucha gente en todo el mundo hablando de lo que más le gusta: de arte. Y también de lo que ha bautizado como hamparte: desde su personal perspectiva, claro está, y enfadando de paso a no pocos haters. Ahora vuelve al viejo método del papel para contar sus teorías en un libro, El arte de no tener talento. Revolución Hamparte, que acaba de ver la luz en el sello Martínez Roca de Planeta.

“El libro empieza con la definición de hamparte, y a continuación hago una revisión de la Historia del Arte para acabar centrándome en el periodo que va de finales de siglo XIX hasta nuestros días: Van Gogh, Picasso, Keith Haring, Basquiat…”, explica. “Ahí, bajo del pedestal a varias corrientes y artistas que creo sobrevalorados, y termino hablando de villanías, de ferias de arte y de la revolución hamparte”. Un término que, asevera, ha hecho tanta fortuna que hasta existe una petición en la plataforma Change.org para que sea aceptado por la RAE.

Para García Villarán, el hamparte es, “el arte de no tener talento”: “Propongo un manifiesto de siete puntos que lo explica, ya que cuando vi que explotaba en la Red, me obligué a definirlo. Pero lo mejor es contarlo con un ejemplo claro: el vaso de agua medio lleno o medio vacío de Wilfredo Prieto, un objeto fabricado en serie que se pone a la venta por un precio desorbitado. Yo no quiero decir que no sea arte, ojo, solo digo que no tiene ni de lejos el valor que se le atribuye. Eso es hamparte, y lo mío es un intento de poner sentido común a lo que pasa hoy, y evitar los desengaños de la gente con el arte”.

“Lo que pinta Miró no tiene ningún valor”

“Lo mismo puede decirse del tiburón de 12 millones de dólares de Damien Hirst, o la manzana en un pedestal de Yoko Ono, que son puro hamparte”, prosigue el youtuber, que también se atreve con nombres aún más consagrados, y hasta intocables, como Joan Miró. “Yo soy doctor en Bellas Artes, y me he dado cuenta de que lo que pinta Miró no tiene ningún valor. Todo lo que estudiamos en la carrera, la técnica, la composición, la teoría, yo no se lo veo por ningún lado”.

Para el comunicador, “todo viene del dadaísmo y del arte Fluxus, que son hamparte. Duchamp se vendió en los 60 al poder, al dinero. Ni siquiera el urinario que conocemos fue idea suya, sino de la baronesa Dadá. Lo que él hizo fue autorizar que un montón de museos pusieran reproducciones de la pieza, que él cobraba”.   

Hasta una celebridad actual como Antonio López acaba siendo objeto de sus dardos, aunque, matiza, “él no es hamparte, solo digo que está sobrevalorado. Y lo de tardar veinte años en hacer un cuadro, la verdad, tampoco lo veo. Me parece un ataque a mi inteligencia. Pero también digo que me gusta la primera etapa de Antonio López, hasta que llegó el retrato de la Familia Real, que deja mucho que desear. ¿Tan bueno es? A mí no me parece para tanto”.

“Con la película que le dedicaron [El sol del membrillo, de Víctor Erice] lo pongo como ejemplo de cómo no se debe pintar”, asegura García Villarán. “Además de aburrido, es una forma de pintar casi artesanal. Es la falta de pasión absoluta. Creo que la pintura tiene que ser emocionante, pero los fans de Antonio López son hooligans. Cuando se molestan tanto, alguna razón tendré”.

Tampoco se olvida el sevillano de arremeter contra las ferias de Arte, especialmente Arco. En la última edición de este evento, promovió una campaña de crowdfunding para costearse la visita junto a un equipo de cuatro jóvenes colaboradores, que tenían por misión registrar las impresiones de García Villarán en la feria. Lo bautizó como Proyecto Harco. “En el primer vídeo que grabamos, un artista de Arco me insulta directamente, me llama payaso y no sé qué más. Pero hablo de lo bueno como de lo que me parece cuestionable”.

Sea como fuere, el youtuber presume de que su vídeo “lo han visto 218.000 personas, más del doble de la gente que ha ido a Arco”. “Una sola persona ha ganado a la propia institución”, se ufana García Villarán, que ahora sueña con hacer un especial sobre el Museo del Prado, de ahí “pasar a San Petersburgo, el Moma… y contarlo todo en el canal”.

Llegar a muchísima gente

Cabello largo y lacio, perilla trenzada, García Villarán empezó como editor del sello especializado en poesía Cangrejo Pistolero, para pasar a continuación a dirigir el Festival de Perfopoesía en su ciudad natal. Pronto se sintió atraído por la fuerza comunicadora de los youtubers, hasta que decidió convertirse en uno de ellos. “Tuve muchas conversaciones con mi pareja, que también es youtuber, y llegamos a la conclusión de que para llegar a muchísima gente en el mundo entero, generar opinión e impartir clases, la herramienta más potente era la Red, y dentro de la Red, el vídeo”, recuerda.

“Podría no haber funcionado. Mi meta inicial era conseguir lo mismo que había logrado en los escenarios: cien personas viendo un recital mío. Pero en la Red se convirtieron en mil, luego 100.000, hasta que algunos vídeos han sido vistos por un millón y medio de personas”, asegura. Hoy, su canal de Youtube tiene más de medio millón de seguidores, y desde España hasta México o Guatemala, son muchos quienes esperan que desenmascare el próximo timo en el arte.

“Si arrugar un papel y dejarlo en medio de una sala se considera tan importante como Las Meninas, me gustaría saber si quien lo hace tiene poderes mágicos. Porque si yo arrugo otro papel y lo pongo en medio de esa misma sala, tendrá que valer lo mismo, ¿no? Eso es lo que cuestiono”, concluye. “En todo caso, defiendo la idea de que todos podemos hacer arte. Pero hay un arte de calidad y otro más banal, o más cercano a la artesanía. Y hay que saber distinguirlos”.   

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