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Clara Duarte, escritora: “Mis personajes son LGTBI porque yo lo soy, pero no hago causa de ello”

Clara Duarte

Alejandro Luque

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Fue una de las autoras más aclamadas por el público en la última Feria del Libro de Sevilla. Se llama Clara Duarte, nació en la capital hispalense en 1996, y con solo dos novelas ha conseguido posicionarse como un valor sólido en el cambiante mercado editorial. Desde Madrid, donde estudia Filología Hispánica, esta joven de 25 años aficionada a la ilustración y amante de la música, los gatos y los misterios del Universo cuenta a elDiario.es Andalucía cómo empezó su aventura: “Hoy hay muchas maneras de llegar a las editoriales, y ha dejado de servir aquella clásica de mandar tu manuscrito por correo ordinario. De hecho, es complicado acceder al mercado sin un perfil público que dé confianza al editor, y yo lo tenía”.

Asegura escribir desde siempre –“Antes escribía muchas mierdas”, se excusa–, y al mismo tiempo se ha movido mucho en redes. “Sé comunicarme con ese lenguaje, y gracias a ello descubrí a muchas autoras y pude ponerme en contacto con ellas. Pero también pensé que sería una buena idea ir a eventos y que me pusieran cara, algo que es casi más importante que tener muchos seguidores. Y eso hice”, evoca.

Entre las figuras a las que conoció entonces, cita a Iria y Selene y a Javier Ruescas, también youtuber, “y me parecieron gente lindísima”. Durante un Sant Jordi, además, se encontró con la que sería su editora en el sello La Galera, “y cuando tuvo un hueco para dar una oportunidad a alguna nueva escritora, se acordó de mí”. Así vio la luz su debut, Luna 174, una obra afín a la ciencia-ficción que funcionó de maravilla como tarjeta de presentación. “Es como un episodio de Black Mirror, o una película de Christopher Nolan. Me gustan los giros argumentales, y aunque aparentemente es ciencia-ficción mezclada con cierto romanticismo, creo que logro sorprender al lector”, dice.      

Escribir en España

La editorial decidió que la apuesta había funcionado bien y le pidieron una segunda muestra de su talento. Ésta se tituló Cada seis meses y, a pesar de haber salido de imprenta el 14 de mayo del año pasado, con las librerías cerradas por la pandemia, no tardó en recibir el aplauso de los lectores. “Me esperaba un batacazo por las circunstancias y al final parece que ha sido todo lo contrario, hasta el punto de que se va a traducir al francés de la mano de Hachette Livres”, explica Duarte.

Si la protagonista de Luna 174 vivía en Australia, ahora la autora se traía su imaginación a un escenario geográficamente más próximo. “Un poco por la influencia americana tenemos a veces la sensación de que lo nuestro es cutre. Y lo sentía aún más cuando escribí la novela con 21 años. Pero en Cada seis meses decidí ambientar la acción en Madrid, y la nueva obra que estoy escribiendo tendrá como escenario Sevilla. Además, creo que nosotros tenemos un humor que en la literatura juvenil internacional no es fácil de encontrar. Cada vez me gusta más escribir sobre España”, comenta.

"Hoy hay muchas maneras de llegar a las editoriales, y ha dejado de servir aquella clásica de mandar tu manuscrito por correo ordinario. De hecho, es complicado acceder al mercado sin un perfil público que dé confianza al editor, y yo lo tenía".

Cada seis meses es, en sus palabras, “una fantasía urbana sobre una chica que solo existe seis meses al año, pero que tiene un tono costumbrista. El toque fantástico está ahí, pero todo lo demás está ubicado en un día a día tan realista que te invita a creerlo todo. Tal vez me veo influenciada por el realismo mágico y mi novela favorita, que es Cien años de soledad”.

A pesar de su juventud, Duarte ya ha pasado por distintas fases como lectora, dejando que en cada una sus escritores favoritos del momento dejen alguna huella. Destaca el ejemplo que supuso para ella Laura Gallego “que giró las tornas de la literatura española, porque hasta ese momento prácticamente toda la literatura juvenil era internacional. Ella dio pie a que gente como yo pudiera apostar por escribir desde aquí y desde ahora”.

A las lecturas de Gallego siguieron las de Carlos Ruiz Zafón, sobre todo Marina y La sombra del viento. Y ya como filóloga en ciernes, ha ido dejándose arrastrar por los Borges, García Márquez, Vargas Llosa… Y con todo, defiende que es necesario seguir buscando en la marea de nuevos títulos las joyas que merezca la pena rescatar: “La gente de mi carrera es muy exquisita, suele despreciar el género juvenil o la literatura que vende, pero a mí me encanta descubrir a gente como Neal Shusterman o Tamsyn Muir”.

Los jóvenes y la lectura

Tal vez esta apertura de mente, sumada a su experiencia como escritora, la ha llevado a ganarse la vida como guionista freelance para gigantes como Disney o Amazon, si bien no le está permitido hablar de los proyectos en los que está involucrada por contrato de confidencialidad. “El mundo audiovisual me encanta, yo siempre había sido espectadora pero nunca pensé que llegara a ser creadora. Pero cuando eres novelista lo controlas todo, eres la directora, la guionista, la productora…”, dice.

"La gente de mi carrera es muy exquisita, suele despreciar el género juvenil o la literatura que vende, pero a mí me encanta descubrir a gente como Neal Shusterman o Tamsyn Muir".

Se considera una escritora muy visual, y cree que la televisión y los videojuegos, que tantos culpan de alejar a los jóvenes de la lectura, están en cambio provocando una evolución en la literatura. “No se puede negar que mucha gente joven querría leer, pero tiene déficit de atención”, dice. “Hoy los niños crecen rodeados de estímulos y quizá no basta la letra impresa para captar su atención, por lo que se están desarrollando nuevas narrativas. En todo caso, como escritora, te aseguro que es muy grato escribir para gente entre 15 y 25 años. Es un público que se agarra a ti, sientes que puedes influir en su vida mucho más que alguien de 40, que quizá tiene su vida hecha”, indica.

Por último, Duarte asegura que en el hecho de que sus personajes sean LGTBI no hay ninguna militancia, aunque le encanta que sus lectoras se acerquen a decirle que se ven reflejadas en ellos. “Escribo literatura lésbica porque soy lesbiana, pero de un modo natural, sin que sea una lucha activa. No hago causa de ello. Desde el principio me impuse que no sería un tema en mis libros, por eso no encontrarás salidas del armario ni homofobia, no hay discursos. Es algo que me define y me pueden rechazar por ello, pero mis personajes son solo seres humanos”, explica.   

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