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El centro social malagueño La Invisible vuelve a la calle frente al desalojo

Una manifestación de La Invisible

Néstor Cenizo

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“La Casa Invisible vuelve a la calle”. Esta frase viene repitiéndose cada cierto tiempo durante la última década. Cada x años, el ayuntamiento de Málaga amenaza con desalojar el centro social y cultural, ubicado en un edificio municipal okupado, y los activistas convocan a la ciudadanía, que responde en la calle. Entonces, vuelve a abrirse de nuevo la expectativa de regularizar la situación. Pero en esta ocasión, el ayuntamiento parece más cerca que nunca de consumar su propósito: defiende que tiene que rehabilitar el edificio, quiere hacerlo a su manera y ya ha pedido al juez autorización para entrar y echar de allí a los activistas, aunque sea a la fuerza.

La manifestación, que se ha celebrado este sábado, tuvo como lema #somosindesalojables y llamó, otra vez, a acudir en defensa de un espacio con 15 años de trayectoria. En este tiempo, ha vivido en un tira y afloja permanente con el ayuntamiento, cuyo alcalde Francisco de la Torre (PP) lo mismo se abría a regularizar la situación e instaba a los activistas a constituirse en fundación, que enviaba a la Policía Local la víspera de una Nochebuena para intentar un desalojo.

Los activistas piden al alcalde que dialogue con ellos. El regidor ya paralizó un intento de desalojo en 2018, y se abrió a estudiar nuevamente las vías para regularizar la situación del inmueble y rehabilitarlo. Pero desde entonces, poco o nada se ha avanzado. Desde hace meses, el ayuntamiento está pidiendo que se vayan voluntariamente.

El embrollo judicial

Ahora, el consistorio ya ha pedido autorización judicial para desalojar. Los activistas se han opuesto, alegando que echarlos ahora puede provocar que la Invisible pase a la historia para siempre, aunque al final un tribunal les dé la razón. Florencio Cabello, portavoz de La Invisible, cita el caso de La Ingobernable: el Tribunal Supremo acaba de ratificar que el desalojo, por parte del ayuntamiento de Madrid, fue ilegal. “Si después se comprueba que no se han tenido en cuenta las garantías, ¿cómo se resarce eso?”.

En el caso de La Invisible, existe un procedimiento judicial que el ayuntamiento inició en 2018 y que aún no ha sido resuelto. El propio servicio jurídico municipal ya alertó de que activar el desalojo sin esperar a que se resuelva este primer procedimiento no es aconsejable, porque no hay “situaciones urgentes o extraordinarias” diferentes a las que había hace cuatro años. Además, en ese informe jurídico se recuerda que el ayuntamiento podría estar yendo contra sus propios actos, pues en 2018 celebró reuniones con los activistas y luego pareció satisfecho con la parálisis del procedimiento.

Pese a contar con este informe y otro técnico donde no se constata la necesidad “urgente” de intervenir, el equipo de gobierno aprobó reactivar el desalojo sin esperar la decisión judicial. Fue el propio concejal de Urbanismo, Raúl López, quien redactó un informe propio en el que advierte de la “preocupación creciente” de que se agrave el deterioro del inmueble y este sea inseguro, tal y como contó este medio.

López argumenta que no puede esperar a que termine el procedimiento para pedir el desalojo, porque podía se responsable si algo pasa entre tanto. “Lo paradójico es que esa decisión ha provocado una demora mayor, cuando lo que pretendían era adelantarse sin dar la posibilidad de que un juez se pronuncie al respecto”, comenta Amanda Romero, la abogada de La Invisible. Ahora, el lío jurídico es total: como ya anticiparon los servicios jurídicos del ayuntamiento, La Invisible ha pedido paralizar el desahucio porque hay otro procedimiento, y el fiscal dice que no se puede autorizar el desalojo mientras no se resuelva esa medida cautelar.

Cinco intentos de desalojo

El resultado es que entre acelerones y pausas en la sede de Urbanismo y los juzgados, la situación de La Invisible sigue en el limbo, 15 años después. Desde 2007, Florencio Cabello recapitula al menos cinco intentos de desalojo, algunos con más determinación que otros. Hay incluso un precedente en el que el ayuntamiento llegó a solicitar y obtener la autorización judicial, en 2009. Por entonces, la situación era de okupación porque no se había llegado a acuerdo alguno. Sin embargo, el consistorio dejó pasar los tres meses que le dio el juzgado. Dos años después, en enero de 2011, llegó a un acuerdo para la cesión del inmueble, regularizando su situación por un año.

Desde que expiró aquella cesión, simbolizada con una entrega de llaves del alcalde a los activistas, estos dicen que tienen una cesión en precario, y el ayuntamiento va variando de posición. Ahora, la intención es desalojarlos porque el inmueble no es seguro, según el concejal. Los activistas dicen que los motivos son políticos, no técnicos, como demostraría el hecho de que este nuevo intento de desalojo comenzase con la arremetida de Noelia Losada, concejala de Cultura, por las actividades que allí se realizan.

La Invisible insiste: si hubiese algún riesgo la solución sería una clausura urgente, algo que ningún informe municipal pide. Y esgrime que ellos los únicos que ya disponen de un plan y financiación adelantada para rehabilitar. Este proyecto, firmado por José Manuel López Osorio y visado en 2016, prevé la rehabilitación del inmueble por fases y aprovechando todo lo que sea posible. El ayuntamiento rechaza ese plan.

La Invisible sigue programando actividades

Entre tanto, ha seguido programando actividades, en un intento de reforzar su legitimidad a nivel local, nacional e internacional. Celebró el 10º festival de Cultura Libre, el congreso Multiplicity, sobre las políticas culturales europeas, y este sábado inaugura la segunda fase de Como una bola de nieve, una muestra colectiva que pretende ir sumando artistas. De momento, presentará nuevos trabajos de Safdar Ahmed and The Refugee Art Project, Raúl Alaminos, Zanny Begg, Chto Delat, Harun Farocki & Antje Ehmann, Fucking Good Art, Discoteca Flaming Star, Charlie Koolhaas, Isidro López-Aparicio, Carmen Osuna, Erkan Özgen, Oliver Ressler, Bryndís Snaebjörnsdóttir & Mark Wilson, Jonas Staal, que se sumarán a Lara Almarcegui, Dora García, Núria Güell, el duo hispano-islandés Libia Castro & Ólafur Ólafsson y el equipo canario PSJM.

Libia Castro & Ólafur Ólafsson firman también un proyecto artístico con el que pretenden documentar la rehabilitación del inmueble, mediante una pieza audiovisual que reflexione sobre el engarce de la casa en la cultura local y en el contexto global. El proyecto, con el que aspiran a obtener financiación europea para la rehabilitación, tiene el apoyo de Charles Esche, director del Van Abbemuseum de Eindhoven (Países Bajos), y Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía.

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