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El pasado lunes 14 de octubre, la responsable de Fiestas del equipo de gobierno municipal PP-Ciudadanos, Sara Fernández, anunciaba que las fiestas del Pilar de este año habían sido las mejor valoradas por los ciudadanos desde que se hacen encuestas con un 7,981 (fueron 990 llamadas telefónicas encargadas a la consultora A+M).
Si vamos a la hemeroteca comprobaremos que, al finalizar las de 2017, el entonces responsable de Fiestas de Zaragoza en Común (ZEC), Fernando Rivarés, dio el mismo titular porque la media de la puntuación ciudadana fue del 7,9 décima arriba décima abajo. Pero es que, al finalizar las de 2018, la nota fue de 7,8 apenas una décima por debajo de la mejor valoración.
Conclusión: las fiestas continúan en notable alto, garantizado si hace buen tiempo, y que los medios de comunicación trasladamos el titular oficial con mucho entusiasmo y poca contextualización entre otras razones por la escasez de plantillas y las obligaciones tecnológicas en las que priman la rapidez y la dispersión sobre la reflexión crítica ante el mensaje gubernamental.
Algo parecido, y esto desata más pasiones e intereses, ha sucedido con la firma de un convenio el pasado viernes, este medio lo bautizó como convenio foto, entre el Ayuntamiento de Zaragoza y el Real Zaragoza en el que se plantea genéricamente, algo que no es nuevo, el propósito de crear una sociedad mixta pública-privada para acometer una profunda reforma del campo de la Romareda, se ha barajado la cifra de 70 millones de euros, con una concesión, el campo es propiedad municipal, a la sociedad anónima deportiva de 75 años al término de los cuales tendría que devolver esa inversión.
El alcalde Azcón, que ha hecho de este asunto la prioridad de su mandato o al menos lo más urgente, ha encontrado la inspiración en un club histórico, copero como el Real Zaragoza con grandes enfrentamientos deportivos en la década de los 60 todavía en blanco y negro y entre nubes de humo, cuyo estadio, San Mamés, lleva el nombre de un santo mártir al que se rinde devoción con ermita, bolero y dance, en Murero, en el Bajo Jiloca zaragozano, y también en Magallón donde se conserva una imagen suya en la iglesia de San Lorenzo.
El nuevo San Mamés es un estadio nuevo, pegado al anterior pero nuevo, con unas vistas aéreas espectaculares -una de las mejores imágenes y reclamo turístico para la ciudad- que será sede de la Eurocopa 2020. Y el Athletic Club de Bilbao, a diferencia del Real Zaragoza, es uno de los cuatro clubes junto a Real Madrid, Barcelona y Osasuna, que no son sociedades anónimas, que pertenecen a sus socios. Podría añadirse también que a diferencia de Aragón posee un régimen foral y un tratamiento fiscal, el concierto económico, muy ventajoso.
La financiación es el meollo de la cuestión del que poco o nada se concreta en el convenio foto que firmaron el alcalde Azcón y el presidente del Real Zaragoza, Cristian Lapetra.
En Bilbao constituyeron una sociedad limitada, San Mamés Berria, en la que participaron al 23,58 por ciento, aportando cada uno de ellos 50 millones de euros, el club, la Diputación Foral de Vizcaya, el Gobierno vasco y Kutxabank. El Ayuntamiento participó con el 5,68 por ciento aportando las exenciones de las licencias municipales, unos 12 millones de euros. Los socios: 0 euros.
La fórmula se basa en conceder la explotación de la totalidad de las instalaciones al Athletic Club de Bilbao, incluidos los locales comerciales, a cambio de ceder para uso público un polideportivo municipal, un módulo subterráneo de atletismo, un centro de medicina deportiva y el pago de un canon anual de 500.000 euros durante 50 años al término de los cuales el Athletic podrá comprarlo por 66 millones de euros.
La sociedad pública superó el trámite de la Comisión Europa que archivó la investigación por posibles ayudas públicas ilegales a un club que, a diferencia del Real Zaragoza, es de sus socios no de accionistas privados que se están enfrentando todavía a una deuda que supera el coste de la reforma.
Hay un matiz importante. De la venta del suelo del derribado San Mamés se obtuvieron 34 millones de euros que los incluyeron a partes iguales en su desembolso de 50 millones tanto el club como la Diputación Foral que eran los propietarios.
El nuevo campo se inauguró el 19 de septiembre de 2014 y en la fiscalización del Tribunal Vasco de las Cuentas Públicas, de fecha 23 de julio de 2015, figura que se invirtieron 186,489 millones de euros, casi el triple de lo que supuestamente haría falta para reformar la Romareda.
En la foto convenio del pasado viernes, en la que no se contó con el Gobierno de Aragón, que no está para alegrías en palabras de su presidente Javier Lambán, ni con la Diputación Provincial de Zaragoza que ya está apoyando financieramente al Real Zaragoza desde que fue presidente Luis María Beamonte, nada se dijo ni de la financiación ni de la fórmula concreta para acometer la reforma del viejo estadio cuya última sustancial reforma, aun con mejoras posteriores en el palco, vestuarios, cambio de asientos, cabinas y sala de prensa, data de hace casi cuarenta años, del Mundial de 1982.
No es disparatado deducir que una de las vías puede ser la calificación de suelo residencial de varias buenas parcelas urbanísticas para que con esos ingresos la sociedad anónima, en la que figuran experimentados promotores y constructores, acometa las obras en varias fases, pueden ser cuatro, y devuelva, largo me lo fiais, el importe de esas facilidades municipales en los 75 años de concesión.
Quedarían también el aprovechamiento comercial de los bajos del estadio, la clave de la reforma que a finales de 2004, cambiando tribuna tras tribuna, impulsó Chunta Aragonesista y que tumbó un juez tras un recurso del Par, y la incógnita del papel del Gobierno de Aragón y de otras instituciones, Comisión Europea mediante, y entidades financieras.
Que San Mamés los inspire bien a todos.
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