El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
El pasado 10 de junio el contador de asesinatos machistas que se inició en 2003 contabilizó 1.000 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. Obviamente, solo registra a mujeres que tenían o habían tenido una relación sentimental con el asesino, quedando fuera muchísimas víctimas que fueron asesinadas por el intento de dominación del hombre sobre la mujer, como los casos de Diana Quer o Laura Luelmo.
1.000 víctimas, una cifra que para encontrarla en otra causa violenta nos tendríamos que ir a las guerras y atentados.
En nuestra Comunidad Autónoma, Aragón, 28 mujeres han sido asesinadas (a manos de sus parejas o exparejas) por violencia de género. Estos datos oficiales se quedan cortos, ya que son casi el doble las mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres.
Hay una realidad incuestionable, y es que nos están matando. Es innegable que la violencia machista es un problema estructural cuya solución es reformar las bases de la sociedad.
Cuando vemos en las noticias un asesinato por violencia de género, nos lamentamos y nos llevamos las manos a la cabeza, y nos preguntamos por qué ha llegado a suceder algo así… Pues la respuesta es fácil, la respuesta está en todo el machismo de la sociedad patriarcal, en el que la idea de la superioridad del hombre construye personas machistas. Es en este contexto en el que algunos hombres se creen con derecho a violar a una mujer, se creen con derecho a insultar a una mujer, que se creen con derecho a comprar a una mujer, se creen con derecho a abusar de una mujer y a pagar para disfrutar de su cuerpo, incluso se creen con derecho a acabar con la vida de una mujer… Ese es el mensaje que transmite una sociedad machista.
Por mucho que la ultraderecha diga que no es violencia machista, que le cambie el nombre por violencia intrafamiliar y piense que igual de vulnerables son los hombres que las mujeres, las cifras demuestran que no es así. La sociedad sabemos que no es así, porque el machismo inserto en todos los ámbitos de la vida es lo que hace que los hombres se crean con derecho a matar a una mujer
La ultraderecha se mofaba hace unos días diciendo que representa a «los españoles que están hasta el gorro y la gorra del lenguaje inclusivo». Pero precisamente a través del lenguaje quieren invisibilizar la violencia machista, ocultando que es una violencia estructural en todos los planos de nuestra vida, afectando así a las políticas de igualdad, y, por tanto, a la seguridad de las mujeres.
Pretenden confundir y cambiar la terminología para dar pasos atrás, su obsesión por desvalorizar el feminismo y darle la vuelta a este problema social, hace que las mujeres estemos aún más desprotegidas, sin poder para enfrentarnos a situaciones machistas que nos golpean día a día.
La llamada “ideología de género” es una invención de la derecha, una manipulación que quiere arrinconar al feminismo y a la igualdad de género porque va en contra de sus ideas de cómo debe estar organizada la sociedad, quieren que la mujer siga en un segundo plano, que no pueda decidir sobre su cuerpo, y que se ocupe de criar y cuidar sin reconocimiento económico.
La legislatura pasada los partidos hicieron el esfuerzo de buscar puntos en común para elaborar un Pacto de Estado, que contempla más de 200 medidas aplicables a cualquier forma de violencia sobre la mujer y sus hijos e hijas, con una dotación económica de 1.000 millones en cinco años.
Desde aquí exigimos que el Estado asuma el PACTO EN SU TOTALIDAD y la responsabilidad que le corresponde, que se acabe con la pasividad, la impunidad y con la escasez de recursos destinados a erradicar la violencia contra las mujeres.
La violencia machista reside en un comportamiento social difícil de corregir sólo con leyes.
Es un problema estructural, y para cambiarlo hay que hacerlo desde todas las áreas de la vida. Ya sabemos que la mejor manera de contrarrestar la violencia machista es prevenirla, yendo a la raíz y a las causas estructurales.
La prevención debe comenzar en las primeras etapas de la vida, mediante una educación de los niños y niñas que promueva las relaciones de respeto y la igualdad de género.
El trabajo con jóvenes es la mejor opción para lograr un progreso rápido y sostenido, pues se trata de una época crucial durante la cual se forman los valores y normas relativas a la igualdad de género.
Pero no solo educan los colegios y las familias, los medios de comunicación, la televisión, internet y los videos juegos tienen una influencia atroz en las personas jóvenes.
Estos medios, en su gran mayoría, son machistas, muy machistas, denigrando a las mujeres a meros objetos sexuales, creando estereotipos de género en hombres y mujeres, y así, no conseguiremos una sociedad igualitaria, donde ser mujer no reste derechos.
Las mujeres somos la mitad de la población, y diariamente sufrimos más precariedad laboral, cargamos con las dobles jornadas, sufrimos discriminación salarial y acoso sexual en el trabajo y fuera de el. No tenemos seguridad efectiva ni justicia para muchas de las que denunciamos. Soportamos la cultura de la violación, que hace que se nos trate como meros objetos sexuales. Somos también criminalizadas por proteger a nuestras hijas e hijos de sus padres maltratadores. No se nos deja decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra maternidad. Nos matan.
Las mujeres queremos ser libres y no valientes.
0