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Los médicos de la España despoblada se sienten ignorados: “El sistema sanitario es muy hospitalocentrista”

El centro de salud de Grañén

Pablo Alvira Fuertes

Huesca —

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A las ocho de la mañana, la sala de espera del centro de salud de Grañén, en la comarca altoaragonesa de los Monegros, comienza a inundarse del olor a café y tostadas. También de las conversaciones mañaneras de las enfermeras y médicas que inician o terminan su turno de trabajo. Entre estas voces, destaca el acento cordobés de Isabel, de 28 años de edad. Hace cinco que llegó a Huesca y ha vivido la pandemia alejada, en la otra punta de la península, de sus seres queridos. En Grañén ha encontrado un ambiente muy familiar y una forma mucho más cercana de tratar a los pacientes. Compromiso sin buscar el protagonismo puede definir a estas profesionales que,  después de tres meses sin parar de trabajar se encuentran fatigadas tanto mental como físicamente.  

Domingo Ara, coordinador del centro, asume que siempre han estado infravalorados a pesar de que la atención primaria es primordial. “El sistema sanitario español es muy 'hospitalocentrista'. Somos la principal vía de acceso, pero una parte un tanto ignorada. Los titulares y las grandes noticias se refieren a las actuaciones en los hospitales. No nos hemos sentido silenciados porque es lo habitual”. Dan cobertura a 26 núcleos de población y desde el inicio del estado de alarma cambiaron totalmente la forma de trabajar. Las demandas son ahora por vía telefónica, cerraron los consultorios de cada pueblo y centralizaron los servicios en el de Grañén. 

“Las dos primeras semanas hacíamos turnos de 12 horas en previsión de lo que iba a pasar, la sobrecarga que podíamos tener e, incluso, por si alguno de nosotros se contagiaba. Recibíamos las llamadas y según el motivo lo resolvíamos por teléfono o presencialmente”, explica el médico. Al principio, en el caso de que el paciente mostrase síntomas de la COVID-19 se quedaba en aislamiento domiciliario y se le hacía un seguimiento diario por teléfono. Si agravaba el estado de salud se acudía al domicilio o se derivaba al hospital San Jorge, de Huesca. “Si había que ir era preferible que fuese el médico de cabecera porque es el que más conoce al paciente y a su entorno. Ahora que tenemos test y hay abundancia de casi todo, se hace más rápido”, señala.

Donaciones para sobrevivir

Como en todo el país al inicio de la pandemia, el déficit de materiales de protección y pruebas PCR era tremendo. Además, si había que quitar de algún sitio era de la atención primaria y sobre todo del medio rural. Para combatir esta falta de recursos, la voluntad de los habitantes del pueblo ha sido clave. “Nos llegaron donaciones de comercios de la zona, ganaderos y agrícolas. Nos mandaron gafas protectoras, mascarillas, guantes largos como los que emplean los veterinarios. Los utilizábamos con una bolsa de basura muy grande: se hacen unos agujeros en la bolsa para la cabeza y brazos y grapas los guantes”, detalla Domingo.

También destaca que les siguen llegando batas y mandiles de talleres de costura “muy bien hechas además”, y de un grupo de jóvenes de Huesca que imprimían las carcasas de las pantallas faciales.  “La respuesta de la población ha sido muy buena. Ha habido mucha solidaridad. Colaborando con eso y con el funcionamiento del centro de salud. Ahora ya tenemos material, pero claro, han pasado tres meses”, indica el responsable de un centro de salud donde trabajan 8 enfermeras, 7 médicos de atención primaria, 3 médicas de atención continuada, 3 enfermeras de atención continuada, 2 administrativas, una pediatra, una celadora y Carmina “la limpiadora y madre de todos”.

Pendientes de la sentencia

La magistrada del juzgado de lo Social de Teruel dictó una sentencia a principios de junio que condena al Gobierno de Aragón por no proporcionar los materiales de protección adecuados para los sanitarios. Ara es delegado del sindicato de médicos de atención primaria (FASAMET) que demandó al Gobierno de Aragón. “En Zaragoza y Huesca también se interpuso, pero ha salido antes la sentencia en Teruel. En buena lógica es que sea similar porque la de Teruel es una sentencia muy razonada y documentada. Por el sentir general de mis compañeros, esperamos que llegue a las mismas conclusiones”, afirma destacando el valor de los sanitarios en el medio rural y el de los trabajadores en residencias de la zona.  

Domingo interrumpe la conversación para asistir a la reunión matutina. Removiendo el café con la cucharilla y buscando algunos papeles, la doctora Quintana le sustituye en la conversación.  Para explicar lo que ha sucedido con la pandemia en los centros de salud, recurre a un ejemplo doméstico. “Es como cuando alguien te deja al cuidado de una sartén al fuego. Ves que va saliendo humo y el aceite se quema y no tienes los medios para apagarlo. Llamas a los bomberos, pero están ocupados con otras sartenes que también están ardiendo. Cuando llegan o te has apañado con materiales caseros o es demasiado tarde”. Mira el reloj apurada. Es hora de volver a consulta.

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