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25N — Día Internacional contra la Violencia de Género

Los sesgos de género dificultan el acceso a financiación de las mujeres, un tipo de violencia silenciosa y limitante

El sueldo medio de los autónomos supera los 16.000 euros anuales, mientras que el de las mujeres apenas alcanza los 13.000 euros.

María Bosque Senero

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Fui al banco y lo primero que me dijeron es que la cantidad de dinero que pedía era muy importante para dármela a mí sola, además de dar a entender que posiblemente no fuera capaz de sacar adelante un negocio que implicara esas cifras tan abultadas. Quise hacer una prueba y le di la documentación a mi pareja. Fue un día, se sentó solo, en la misma silla y a la misma mesa, con la misma persona delante y el mismo proyecto. No hubo problema ni cuestión alguna sobre la que tuviera que dar explicaciones. Si hubiera sido él quien pedía el crédito se lo habrían concedido en un abrir y cerrar de ojos. El factor discordante era yo, una mujer.

Este es el testimonio de Isabel (nombre ficticio detrás de una emprendedora) que se tuvo que enfrentar a muchos noes antes de que una entidad bancaria le aprobara una línea de crédito para poner en marcha su emprendimiento. Era el año 2020. El negocio a día de hoy es rentable, nunca ha dejado de serlo. 

“Que emprender sea sinónimo de oportunidad y no de necesidad”, es una frase pronunciada por la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. Palabras que expresan un deseo compartido por muchas personas pero que, sin embargo, no refleja todavía la realidad de las mujeres emprendedoras en Aragón, ni en el resto del país. Las mujeres que emprenden lo hacen principalmente para poder conciliar su vida personal con la vida profesional.

Si quieres tener un puesto de trabajo y cobrar por él, créalo tú misma. Una opción que toma más fuerza y sentido en el caso de las mujeres que viven en zonas rurales, donde las oportunidades laborales son “más limitadas” y emprender se convierte “casi en la única opción de tener un puesto de trabajo” en algunos casos.

Pero las mujeres que deciden emprender lo hacen por un camino en el que les esperan varios desafíos: en primer lugar, el acceso a la financiación temprana, segundo la falta inicial de ahorros e ingresos y, como tercer obstáculo el marco legal (estudio de la Universidad de Málaga y Women Startup Community).

A la mujer se le aplican estándares más altos en una oficina de crédito

Empezamos por el principio: el momento en el que Isabel entra en la oficina bancaria. Las mujeres que solicitan un préstamo para empezar un negocio tienen hasta un 30% menos de probabilidades de obtenerlo que un hombre, una brecha de género en la financiación que sigue lastrando el emprendimiento femenino. Tan solo el 15% de las mujeres emprendedoras accede a financiación bancaria frente al 22% de los hombres, y “estas tienen que recurrir a ahorros personales o apoyos externos familiares”, apuntan desde la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA).

Sin embargo, una vez conseguido un crédito “tienen tasas de morosidad más bajas que las de los hombres, por eso hablamos de que se les han aplicado (inconscientemente) estándares más altos al crear la empresa”. Lo explica Ruth Mateos de Cabo, profesora de economía en la Universidad CEU San Pablo y coautora del estudio La brecha de género en el acceso a la financiación empresarial bancaria, a la vez que asegura al mercado que “hay más margen para dar más créditos a empresas fundadas por mujeres y con ello mayor crecimiento económico y mejora en los balances bancarios”, sentencia.

Y todo ello a pesar de que el emprendimiento, no solo en Aragón sino también en el resto de España, se escribe en femenino, porque desde el año 2013 el número de mujeres afiliadas al RETA ha aumentado un 14,4%, frente a un 6,2% de hombres. En la comunidad aragonesa el número de mujeres autónomas en 2024 fue de 14.582, lo que representa el 36.8% del total de autónomos en la comunidad.

Otra casilla en el juego de la desigualdad es la de los salarios. Según datos de la asociación de autónomos UPTA, el sueldo medio de los autónomos supera los 16.000 euros anuales, mientras que el de las mujeres apenas alcanza los 13.000 euros. ¿Dónde está la diferencia? Principalmente en los tiempos de trabajo; directamente relacionados con las cargas familiares: “ellas tienen más”, y en el tipo de sector en el que se emprende; las mujeres se centran en proyectos del sector de servicios, de un tamaño pequeño, mientras los hombres emprenden con empresas mayores y en sectores mejor remunerados como la industria y la construcción.

La violencia económica: un mal estructural y silencioso

Virginia Hidalgo es una emprendedora que ayuda a otras mujeres a emprender. Esta mentora de marketing y ventas, y multiempresaria afincada en Barbastro, cuenta con una dilatada experiencia trabajando con miles de mujeres que quieren emprender o escalar su negocio y confirma que “el acceso a la financiación sigue siendo una de las barreras silenciosas más fuertes que enfrentan”. Hidalgo alerta: “Este es un tema estructural” en el que la mujer pierde autonomía laboral, independencia económica y en muchos casos, está diciendo adiós la “única posibilidad real de conciliar”.

Según el Observatorio de Igualdad y Empleo del Gobierno de España, más del 65 % de los españoles tiene problemas para conciliar su vida profesional con la personal. En el caso de las mujeres, ocho de cada diez sufren esta situación. Con estos datos en la mano, Hidalgo incide en que es necesario recordad que: “Muchas mujeres deciden emprender porque es la única opción que tienen para poder tener una conciliación real con su familia”, y eso hace que la situación sea más grave porque, la falta de financiación con la que se dan de bruces no solo limita el crecimiento de estas mujeres, sino en muchos casos está obligando a retrasar proyectos con un gran potencial. Estamos sacrificando talento.

Las mujeres rurales, las más lastradas

El papel de la mujer como emprendedora en zonas rurales sigue tomando protagonismo. Sin embargo, “a pesar de ello, estas continúan topándose con obstáculos que frenan el despegue y desarrollo de sus proyectos”, y la financiación es el principal escoyo. La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) denuncia que “siguen existiendo sesgos de género en el acceso a créditos; aunque las mujeres rurales tienden a tener una menor morosidad, se enfrentan a condiciones más restrictivas a la hora de recibir financiación”, explican, “el acceso a financiación sigue siendo uno de los factores peor valorados por las emprendedoras”, asegura la presidenta en Aragón, Carolina Llaquet.

Otra de las denuncias que hace esta organización es “el marcado carácter urbano de los responsables de las entidades de crédito”. Para FADEMUR, este hecho penaliza el acceso a la financiación de las mujeres de entornos rurales, y para revertir la situación, inciden en “la necesidad de que las instituciones apuesten por abrir nuevas líneas”.

Los datos hablan por sí solos, ya que “tres de cada cuatro mujeres rurales desconocen las ayudas públicas que hay para emprender”, y según el ‘Estudio sobre expectativas y necesidades de las mujeres del ámbito rural español (2022)’, el setenta y cinco por ciento de las mujeres rurales encuestadas afirma no saber que existen estas ayudas, y sólo un veinticinco por ciento dice tener noticias de ellas.

En un intento de paliar esta desigualdad, FADEMUR lleva años impulsando sus propias vías de oportunidad acompañando a las emprendedoras a la hora de acceder a nuevas fórmulas de financiación como el 'crowdfunding', y a través de alianzas con empresas, como los premios del Programa TalentA y el Proyecto Bardos, las becas para emprendedoras de Ruraltivity.

Las entidades se ponen las pilas, a cámara lenta

Y ¿Qué dicen las entidades financieras? El Banco de España ha reconocido que, según las pruebas aportadas por investigadores “las empresarias que inician un negocio tienen menos probabilidades de solicitar un préstamo y es menos probable que lo reciban durante el primer año de la empresa”. Ante esta evidencia, muchas marcas bancarias han reconocido el problema existente de la brecha de género entre ellas el propio Banco de España, y algunas, tal y como explica UPTA, ya se han lanzado convenios específicos para mujeres emprendedoras.

Desde el Ministerio de Trabajo, su titular, Yolanda Díaz, ha reconocido en varias ocasiones que el “sesgo de género” en el acceso al crédito a la hora de poner en marcha una actividad profesional existe, y que perjudica a las mujeres a pesar de que estas son un factor de “estabilidad en la economía”. Ante esta situación, la vicepresidenta ha pedido “empatía” al sector. Sin embargo, y a pesar de algunas discretas acciones, las cifras de 2025, son casi idénticas a las de 2023. Han pasado dos años, y los cambios no han sido significativos.

Mientras tanto, las mujeres siguen sentándose en la silla de una sucursal con sus proyectos en la carpeta la espera de un sí incondicional, un sí sin un hombre como respaldo, un sí vacío de sesgos, y un sí lleno de posibilidades. “Un sistema que dificulta el acceso de la mujer a la financiación, que obstruye nuestra capacidad de generar ingresos y de alcanzar nuestra libertad, es violencia económica”, denuncia Virginia Hidalgo, que advierte sobre la necesidad urgente de poner este tema en la agenda pública. “Se nos llena la boca diciendo que es necesario que haya mujeres líderes, con negocios sólidos, y capacidad de decidir sobre su tiempo y sobre su vida, pero sin salvar la brecha del acceso a la financiación, es muy difícil cumplirlo”, zanja.

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