Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Un espacio en el que está implicada toda la redacción de eldiario.es para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados, coordinado por Ana Requena. Puedes escribirnos a micromachismos@eldiario.es para contarnos tus experiencias de machismo cotidiano.

“He perdido la cuenta de las veces que he fingido ser y saber menos que muchos hombres”

Ainoa Cabanes en un concierto.

13

Jamás pude ser la mujer que en realidad era al lado de ningún hombre. Esto lo he descubierto hace relativamente poco, a mis 35 años. ¿Tarde? Es probable. Pero, sin lugar a duda, a tiempo. No me interesa en absoluto saber las muchas interpretaciones o lo mucho que se puede decir de esta frase porque sencillamente es mi experiencia vital. 

Jamás pude ser quien en realidad era y así fue durante mucho tiempo porque a ningún hombre, en un plano sexo-afectivo, le venía del todo bien que una mujer quisiera un buen trozo de pastel, tuviera ambición, decisión y poder. Sobre todo esto último; poder.

Mientras estos acontecimientos iban desvirtuando y enturbiando mi propia imagen, la imagen de la mujer que en realidad era, me fui introduciendo paralelamente en la industria de la música y para sorpresa de nadie la feroz cadena alimenticia del patriarcado es exactamente la misma, obvio. 

Me dedico al oficio de hacer canciones, una rotunda vocación. En los primeros conciertos de mi antigua banda (año 2008) los primeros comentarios que me llegaron fueron que para ser mujer tenía que cuidar mi lenguaje, “cuida esa boca”. Comentarios también que me decían que tenía que cuidar mi imagen y que quizás tanta seguridad y energía en un escenario podía confundirse con ser una soberbia, una auténtica creída o una estúpida. 

Tenía 19 años y me arrancaron de las entrañas la libertad de ser la mujer que en realidad era. Todos los comentarios vinieron de hombres y lo recuerdo tanto y tan bien porque todas esas frases fueron el inicio de los siguiente 15 años de juicios constantes que derivaron en miedos, inseguridades y finalmente ataques de pánico sobre los escenarios. Todo ese tejido patriarcal tan sutil y transparente como jodidamente efectivo me hizo diminuta; me sometí y dejé de ser libre.

He perdido la cuenta de las veces que he fingido ser menos y, sobre todo, saber menos que muchos compañeros, solo para que me dieran el 'okey' social que me habían hecho creer que necesitaba. Sumisa y recatada. Era muy curioso que siendo una consciente de sus capacidades y aptitudes, asumiese que el resto de compañeros o profesionales alrededor no podían darse cuenta. Una cosa muy loca.

Di que sí, Ainoa, tú ya sabes cómo funciona un compresor porque además has estudiado sonido, pero que te lo expliquen otra vez y además sonríe, que no se den cuenta de que sabes lo que es. O peor, de que sabes más que ellos. He producido mis últimos discos y me ha costado un mundo decir en voz alta que soy productora. Mi propia negación de mi propio trabajo. Eso es alucinante. Sentía constantemente ser muy osada por atreverme a decir que canto, compongo, arreglo, toco y produzco mi propia música porque en el fondo esa cría de 19 años que sigue aquí dentro temblaba al pensar que alguien podía decirle lo creída y poco válida que es. 

A todo esto, podríamos sumarle el baboseo de algún promotor de prestigio vía redes sociales con el que me llegué a sentir asquerosamente mal y culpable, los muchos comentarios machistas, como esta gran frase lanzada por un colaborador de la radio pública de Valencia: “A una mujer no le queda bien una guitarra”. Las muchas veces que he escuchado “ahora que pruebe esa chica”, siendo esa chica la jefa, la persona que lidera un equipo de entre 7 y 10 personas para los conciertos en directo. Las infinitas veces que el paternalismo se ha plantado ante mí y sin quererlo lo he abrazado porque no había opciones.

Las incontables ocasiones que no he podido ser una mujer segura de lo que hacía, que no he podido marcar directrices, objetivos, ser profesional y seria en mi trabajo solo por no sentir que me señalaban y susurraban lo mal follada que estaba. La gran falta de compañeras durante mi camino porque además la misma industria nos hacía creernos enemigas, lo agotador que es tener que mostrar tu valía constantemente, a todas horas, y los muchos silencios por parte de una inmensa mayoría de compañeros hombres del sector que por no saber qué decir, no dicen nada.

Me resulta muy importante remarcar que todo esto, todo lo que cuento, todo lo que viví lo hice bajo una absoluta naturalidad (que no aceptación ni bienestar) porque el machismo ha sido y es nuestra más absoluta cotidianidad. Me di cuenta a través de mi experiencia en la música que mi patrón de comportamiento y sumisión era idéntico al que había tenido en relaciones afectivas con hombres porque sencillamente acarreamos una cultura que discrimina y oprime a la mujer en todos los rincones de nuestra sociedad.

Volver a ser la mujer que en realidad ya era me ha costado mucho y sigue siendo un proceso en ocasiones complicado, pero absolutamente precioso y lleno de aprendizaje. Estos últimos años han sucedido hechos importantes que han marcado mi proceso: ir a terapia, encontrar maravillosas compañeras en las que poder apoyarme, enamorarme de la mujer más increíble de la Tierra, alguien que no ha permitido nunca que infravalore mi talento, hacer un trabajo interno muy bestia, aceptar todas mis capacidades y aptitudes maravillosas y no volver a ignorarlas. Ya no tengo ni un ápice de miedo, confío en mí y en quien soy, no me para nadie, no me calla nadie, no lo permito.

Si tú también quieres compartir tu historia de machismo cotidiano escríbenos a micromachismos@eldiario.es o menciona nuestra cuenta de Twitter @Micromachismos.

Sobre este blog

Un espacio en el que está implicada toda la redacción de eldiario.es para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados, coordinado por Ana Requena. Puedes escribirnos a micromachismos@eldiario.es para contarnos tus experiencias de machismo cotidiano.

Etiquetas
stats