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La repetición electoral del 10N propicia una nueva campaña marcada por el miedo de los partidos a la abstención

Pegada de carteles del PRC en el inicio de campaña.

Laro García

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Los partidos políticos de Cantabria llegan a la campaña electoral que ha arrancado oficialmente este jueves rodeados de dudas e incertidumbre. El mayor peligro, según señalan todos, es el riesgo de que la abstención marque definitivamente los resultados. La anterior convocatoria del 28 de abril tuvo una participación que rozó el 80% en la comunidad autónoma, una de las mas altas del país, y la probabilidad de que los ciudadanos no pasen por las urnas el próximo 10 de noviembre atenaza a los candidatos, que se van a jugar el escaño por un puñado de votos.

Y es que una muestra de lo ajustado que puede estar todo se vivió en la última ocasión en la que votaron los cántabros, en las elecciones autonómicas y municipales del 26M, donde el caos y el baile de concejales y diputados llevó a unas jornadas de infarto, donde las mayorías se decidieron después de varios días de protestas y reclamaciones ante la Junta Electoral, sembrando incluso de dudas todo el proceso.

Ahora, el reparto de escaños en Cantabria -cinco diputados y cuatro senadores- no será tan determinante para el balance final de las elecciones generales, pero sí para los partidos que concurren aquí, porque tener o no representación en el Congreso es vital para mantener su presencia pública e influir en los asuntos que determinan el futuro de Cantabria.

En este sentido, las aspiraciones de unos y otros son bien distintas. El PSOE, que consiguió su primera victoria en Cantabria después de 25 años el pasado 28A, aspira a repetir como primera fuerza. Son conscientes de que tienen poco margen de mejora, porque el llamado 'voto útil' funcionó en esa última convocatoria y se conformarían con repetir el resultado: 2 diputados y 3 senadores. Todo lo que no sea eso, constataría el fracaso de la estrategia que ha llevado de nuevo a los ciudadanos a las urnas después de seis meses de bloqueo y Gobierno en funciones.

Para ello, concurren con unas candidaturas remozadas. Han cambiado a su cabeza de lista, sustituyendo el líder sindical Luis Santos Clemente por un hombre de la máxima confianza de Pedro Sánchez, su hombre fuerte en Cantabria, como es el secretario general del PSOE de Santander, Pedro Casares. El todavía edil en la capital de Cantabria da su salto definitivo a la política nacional y con él irá también, aunque en la lista del Senado, José Manuel Cruz Viadero, exalcalde de Torrelavega que también abandonará la política municipal tras perder el poder.

Por su parte, el Partido Popular intentará recuperar la hegemonía perdida después del varapalo de la pasada primavera, cuando cosechó sus peores resultados acosado por la competencia feroz en la derecha, en un momento en el que Ciudadanos y Vox restaron varios miles de papeletas a Pablo Casado y su equipo. Las encuestas dan ahora algo de aire al PP y Diego Movellán, que repite como candidato, busca hacer méritos ante la dirección nacional de su partido reconquistando una plaza perdida hace tan solo unos meses.

Además, las elecciones generales en Cantabria tienen un elemento diferencial por la presencia del PRC de Miguel Ángel Revilla, que vive uno de sus momentos más dulces tras la holgada victoria electoral de las autonómicas, la consecución por primera vez en sus 40 años de historia de un acta en el Congreso y casi medio centenar de alcaldías.

José María Mazón tratará de repetir, e incluso ampliar, la presencia de los regionalistas en las Cortes, con una ventaja con respecto a abril, y es que ahora saben que es posible y que hay agua en la piscina, lo que cuentan que será un gran beneficio de cara a todos aquellos votantes que el 28A no se 'atrevieron' a elegir la papeleta del PRC por miedo a tirar su voto a la basura.

La pugna, según el CIS, estará con Ciudadanos. La formación naranja obtuvo el tercer puesto en abril, por delante del PRC, pero todos los sondeos hasta la fecha deparan un panorama muy oscuro para los de Albert Rivera, instalado en una grave crisis de reputación que puede llevarse por delante su liderazgo si se cumplen los peores pronósticos y se confirma el batacazo para Cs. De ser así, su escaño en Cantabria, hasta ahora propiedad de Rubén Gómez, estaría en serio peligro a partir del próximo domingo.

Y Vox y Unidas Podemos, que hace seis meses se quedaron sin representación, confían todas sus posibilidades al tirón electoral de sus líderes nacionales. Santiago Abascal visita este mismo viernes Santander, donde protagonizó también un mitin en la campaña anterior que despertó un gran revuelo, pero desde los morados no se ha confirmado aún la presencia de Pablo Iglesias, que lleva tiempo sin acudir a Cantabria, ni en campaña ni fuera de ella.

De momento, los partidos se concentran en repetir los mensajes que, en mayor o menor medida, ya dieron hace tan solo unos meses, pero con el hándicap del hartazgo que se ha impuesto mayoritariamente en la sociedad después de la gran movilización de abril y el fracaso de la legislatura, que ni siquiera ha echado a andar como consecuencia de la investidura fallida. Asuntos como la situación de Cataluña o la exhumación de Franco marcan los mítines, donde hay poco espacio para ofertas concretas que afecten de manera directa a la comunidad.

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