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El presidente de la Sociedad Española de Inmunología califica de “peligroso” el acceso a la hostelería con el pasaporte COVID: “Un vacunado puede propagar el virus”

Marcos López Hoyos, jefe de Inmunología de Valdecilla y presidente de la Sociedad Española de Inmunología.

Javier Fernández Rubio

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Acceder al interior de locales hosteleros entraña peligro aunque se realice con el pasaporte COVID ya que el portador del mismo puede estar inmunizado pero ser transmisor del virus SARS CoV-2. Así lo afirma Marcos López Hoyos, jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander y presidente de la Sociedad Española de Inmunología.

López Hoyos contextualiza su afirmación en una situación como la actual, en la que hay una tasa de circulación del virus “muy alta” en la comunidad autónoma y con 19 municipios de Cantabria en alerta 3 por COVID y, por lo tanto, con restricciones en el acceso al interior de locales hosteleros.

Pese a ello, el propio Gobierno de Cantabria, tan solo 24 horas después de que entrara en vigor el cierre del interior de la hostelería en 19 municipios, ha dado marcha atrás en esta medida permitiendo su apertura desde este viernes para personas con pasaporte COVID, aunque posteriormente la Justicia ha tumbado las restricciones de forma cautelar.

El jefe de Inmunología de Valdecilla entiende “el drama económico” en el que viven inmersos los hosteleros pero considera que “la circulación del virus es enorme” actualmente, con una tasa de incidencia de 679 casos por cada 100.000 habitantes en la comunidad autónoma.

Para este especialista, son más necesarias que nunca precauciones como el uso de la mascarilla, no hablar en voz alta y evitar frecuentar el interior de locales mal ventilados, por lo que permitir el acceso a bares y restaurantes con pasaporte COVID “sigue entrañando un riesgo”, máxime cuando la vacunación aún no ha alcanzado al 70% de la población cántabra.

“La vacuna protege contra la enfermedad”, afirma López Hoyos, que considera que “puede que con un 90% de población vacunada no sean necesarias tantas precauciones, pero actualmente se ha visto lo que ocurre cuando se relajan las medidas”, ha indicado en referencia a la última ola iniciada con la llegada del período estival y coincidente con la supresión de la obligatoriedad de portar mascarilla.

Vacunación

El inmunólogo cántabro considera que la vacunación de la población infantil no es tan prioritaria como extender el acceso a la vacuna por todo el mundo. Considera que es en el hemisferio sur, en donde hay países en que solo se ha vacunado al 1% de la población, donde puede abrirse la puerta a nuevas versiones del virus. Por lo tanto, entiende que “antes que vacunar a niños de 12 años hay que vacunar en el mundo para evitar mutaciones”.

Antes que vacunar a niños de 12 años hay que vacunar en el mundo para evitar mutaciones

Considera igualmente que todavía no hay suficientes datos para avalar una tercera dosis de refuerzo en la vacunación. Tampoco para una vacunación anual. Para López Hoyos, no es suficiente para tomar una decisión el observar el número de anticuerpos generados con las primeras dosis de la vacuna, sino también la presencia de otras células como las B y T Memoria, que son esenciales a la hora de determinar la capacidad de reacción contra el virus con el tiempo.

A su juicio, sí que pudiera ser objeto de estudio inocular la tercera dosis a colectivos especialmente sensibles como las personas inmunodeprimidas, pero no de forma genérica.

Un 2022 con “pequeñas olas”

“El virus ha venido para quedarse y tenemos que ir aprendiendo a convivir con él. Es importante que toda la población esté vacunada”, asegura López Hoyos. Este, quien ya aseguraba el pasado año que la mascarilla debería seguir usándose en 2021, considera que el próximo año el efecto de la pandemia será más bajo pero que no serán descartables “pequeñas olas”.

Sostiene el experto que no se despejarán incertidumbres que tienen que ver con las variantes que el virus vaya adoptando en aquellas zonas del mundo con bajo índice de vacunación, así como “sorpresas” derivadas de las potenciales caídas de respuesta de las vacunas.

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